sábado, 20 de julio de 2013

Veinte aforismos sobre la amistad

Por Tomás Abraham (*)
1. En la época clásica se llamaba “amistad” al nexo político entre los miembros de la clase patricia o al de los ciudadanos. Una sociabilidad de elite que era el sostén de la república. El ágape cristiano reunía en una hermandad a los compañeros, es decir, a quienes compartían el pan por la gracia de Dios. Ambas culturas entendían la amistad como un pacto explícito que derivaba de una concepción del orden universal. Para nosotros, la amistad no es un vínculo político, ni trascendente, ni debe explicitarse en un pacto ni tiene una justificación racional. Es un sentimiento; por lo tanto, una pasión. Me refiero al afecto que nos produce tener un amigo, no a una relación amistosa, que es otra cosa.

2. “Yo tengo un millón de amigos” es la letra de una canción de Roberto Carlos, pero además es un lugar común de quien ostenta su meganarcisismo como mono con dos relojes. Es un personaje que se ufana de que lo quiere todo el mundo porque se considera un gran tipo.

3. Los amigos que me son más entrañables son los que recuerdo. Quienes ya no están. Me permite inventarlos y convertirlos en seres sublimes. Los puedo extrañar y así quererlos sin obstáculos, es decir, sin ambivalencias. La presencia de un semejante siempre nos desafía.

4. Busco al amigo que calla. Me seducen los seres silenciosos, y los que se aburren. Con ellos puedo ironizar sobre la vida y el mundo. No creer en nada ni en nadie con muy buen humor. La ironía tiene sus ventajas, es breve. Basta con un par de palabras y una risa compartida.

5. Un amigo que da consejos más que amigo es un padre. A veces es así; a pesar de su inutilidad, nos cuesta aceptar las limitaciones de un amigo. Queremos que pueda más de lo que puede. No queremos que sufra. Nuestro voluntarismo afectivo puede ser obcecado.

6. Las amigas tienen una ventaja sobre los amigos: saben de pasiones, es decir, de debilidades. Admiten envidias, celos, odios, la afectividad negativa. Podemos expiar nuestras flaquezas para quien sabe comprenderlas.

7. Mi primer amigo era sordo de una oreja y yo era tartamudo. Nadie sabe por qué la gente se asocia. Pero una buena amistad puede darse por un encuentro entre seres fallados.

8. Hay amistades que se forjan por un gesto extremo. Alguien que se juega por nosotros conquista nuestro afecto. Otras amistades se dan por un sedimento lento que lo da el tiempo. Nada mayúsculo une a dos seres, sino un encuentro tibio que nos permite descansar de las apariencias.

9. No hay como decir boludeces sin ton ni son. Para eso están los amigos. Decir cualquier cosa. Tomar un whisky mirando televisión. No hacer nada. Comentar las noticias. Hablar mal de otros amigos, sacarles el cuero, burlarse de ellos, burlarse de uno mismo, disfrutar del amigo.

10. En la amistad hay celos. Queremos ser el más mejor amigo de nuestro más mejor amigo, como dicen los chicos.

11. El mejor amigo del hombre no es el perro, es el árbol. Siempre me gustaron mis amigos altos, más grandes que yo, más fuertes. Me dan sombra.

12. Tuve amigos enojados con el mundo, otros derrotados por el mundo; los extraño.

13. Hay personalidades de las que no podría ser amigo aunque me diviertan. Los seres violentos, los exaltados, los paranoicos. Me seducen, creo que han visto algo que otros no ven. Admito y hasta admiro su coraje, pero no descansan nunca; mejor dicho, salen de noche. Las psicopatías son variantes del vampirismo.

14. La avaricia mata la humanidad del hombre. Es quizás el único rasgo que pueda tildarse de feo. No concibo un amigo avaro. Su cobardía me es más comprensible, se parece a la mía.

15. Los únicos hermanos que existen son los amigos. Los de sangre son parientes, los queremos y los odiamos y nos quieren y nos odian por esas razones que sólo descifra el doctor Freud.

16. Un amigo mitómano nos fatiga. Debemos creerle. No nos atrevemos a despertarlo de sus sueños. Pasa lo mismo con los sonámbulos. Nos exigen una constante delicadeza. Por haber creado un mundo del que son los únicos habitantes, nos dejan solos.

17. Creo que es imposible ser amigo de uno mismo. La amistad nos saca de sí, nos saca de mí. Nos saca, por eso la necesitamos. No tener amigos no es un pecado, es una cruz, la cruz de la interioridad. ¿Hay algo peor que ser uno mismo?

18. La amistad es un amor con distancia, con pudor. A veces por las necesidades de la cercanía confesamos un dolor al amigo. A veces ese dolor se repite y es siempre el mismo. Lo buscamos para descargar nuestra angustia. Una amistad así sólo se sostiene si el amigo que nos acompaña tampoco es feliz. La amistad entre un ser desdichado y otro feliz es perversa.

19. Un amigo no es un psicoanalista. La amistad no es una transferencia. Cuando se establece una relación psicoanalítica, el Otro nos permite analizarnos. Es un espejo. Un amigo existe, como toda realidad resiste a nuestro imaginario. Es un más allá. Una aventura posible. Por eso dicen que es difícil un amigo nuevo en una edad avanzada, por ese asunto de la aventura que ya no se tiene.

20. Antonin Artaud decía: hay que terminar con el Juicio de Dios. Sabía de lo que hablaba: hablaba de la amistad.

(*) Filósofo

www.tomasabraham.com.ar

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