Por Tomás Abraham (*) |
1. En la época clásica se llamaba “amistad” al nexo político
entre los miembros de la clase patricia o al de los ciudadanos. Una
sociabilidad de elite que era el sostén de la república. El ágape cristiano
reunía en una hermandad a los compañeros, es decir, a quienes compartían el pan
por la gracia de Dios. Ambas culturas entendían la amistad como un pacto
explícito que derivaba de una concepción del orden universal. Para nosotros, la
amistad no es un vínculo político, ni trascendente, ni debe explicitarse en un pacto
ni tiene una justificación racional. Es un sentimiento; por lo tanto, una
pasión. Me refiero al afecto que nos produce tener un amigo, no a una relación
amistosa, que es otra cosa.
2. “Yo tengo un millón de amigos” es la letra de una canción
de Roberto Carlos, pero además es un lugar común de quien ostenta su
meganarcisismo como mono con dos relojes. Es un personaje que se ufana de que
lo quiere todo el mundo porque se considera un gran tipo.
3. Los amigos que me son más entrañables son los que recuerdo.
Quienes ya no están. Me permite inventarlos y convertirlos en seres sublimes.
Los puedo extrañar y así quererlos sin obstáculos, es decir, sin ambivalencias.
La presencia de un semejante siempre nos desafía.
4. Busco al amigo que calla. Me seducen los seres
silenciosos, y los que se aburren. Con ellos puedo ironizar sobre la vida y el
mundo. No creer en nada ni en nadie con muy buen humor. La ironía tiene sus
ventajas, es breve. Basta con un par de palabras y una risa compartida.
5. Un amigo que da consejos más que amigo es un padre. A
veces es así; a pesar de su inutilidad, nos cuesta aceptar las limitaciones de
un amigo. Queremos que pueda más de lo que puede. No queremos que sufra.
Nuestro voluntarismo afectivo puede ser obcecado.
6. Las amigas tienen una ventaja sobre los amigos: saben de
pasiones, es decir, de debilidades. Admiten envidias, celos, odios, la
afectividad negativa. Podemos expiar nuestras flaquezas para quien sabe
comprenderlas.
7. Mi primer amigo era sordo de una oreja y yo era tartamudo.
Nadie sabe por qué la gente se asocia. Pero una buena amistad puede darse por
un encuentro entre seres fallados.
8. Hay amistades que se forjan por un gesto extremo. Alguien
que se juega por nosotros conquista nuestro afecto. Otras amistades se dan por
un sedimento lento que lo da el tiempo. Nada mayúsculo une a dos seres, sino un
encuentro tibio que nos permite descansar de las apariencias.
9. No hay como decir boludeces sin ton ni son. Para eso
están los amigos. Decir cualquier cosa. Tomar un whisky mirando televisión. No
hacer nada. Comentar las noticias. Hablar mal de otros amigos, sacarles el
cuero, burlarse de ellos, burlarse de uno mismo, disfrutar del amigo.
10. En la amistad hay celos. Queremos ser el más mejor amigo
de nuestro más mejor amigo, como dicen los chicos.
11. El mejor amigo del hombre no es el perro, es el árbol.
Siempre me gustaron mis amigos altos, más grandes que yo, más fuertes. Me dan
sombra.
12. Tuve amigos enojados con el mundo, otros derrotados por
el mundo; los extraño.
13. Hay personalidades de las que no podría ser amigo aunque
me diviertan. Los seres violentos, los exaltados, los paranoicos. Me seducen,
creo que han visto algo que otros no ven. Admito y hasta admiro su coraje, pero
no descansan nunca; mejor dicho, salen de noche. Las psicopatías son variantes
del vampirismo.
14. La avaricia mata la humanidad del hombre. Es quizás el
único rasgo que pueda tildarse de feo. No concibo un amigo avaro. Su cobardía
me es más comprensible, se parece a la mía.
15. Los únicos hermanos que existen son los amigos. Los de
sangre son parientes, los queremos y los odiamos y nos quieren y nos odian por
esas razones que sólo descifra el doctor Freud.
16. Un amigo mitómano nos fatiga. Debemos creerle. No nos
atrevemos a despertarlo de sus sueños. Pasa lo mismo con los sonámbulos. Nos
exigen una constante delicadeza. Por haber creado un mundo del que son los
únicos habitantes, nos dejan solos.
17. Creo que es imposible ser amigo de uno mismo. La amistad
nos saca de sí, nos saca de mí. Nos saca, por eso la necesitamos. No tener
amigos no es un pecado, es una cruz, la cruz de la interioridad. ¿Hay algo peor
que ser uno mismo?
18. La amistad es un amor con distancia, con pudor. A veces
por las necesidades de la cercanía confesamos un dolor al amigo. A veces ese
dolor se repite y es siempre el mismo. Lo buscamos para descargar nuestra
angustia. Una amistad así sólo se sostiene si el amigo que nos acompaña tampoco
es feliz. La amistad entre un ser desdichado y otro feliz es perversa.
19. Un amigo no es un psicoanalista. La amistad no es una
transferencia. Cuando se establece una relación psicoanalítica, el Otro nos
permite analizarnos. Es un espejo. Un amigo existe, como toda realidad resiste
a nuestro imaginario. Es un más allá. Una aventura posible. Por eso dicen que
es difícil un amigo nuevo en una edad avanzada, por ese asunto de la aventura
que ya no se tiene.
20. Antonin Artaud decía: hay que terminar con el Juicio de
Dios. Sabía de lo que hablaba: hablaba de la amistad.
(*) Filósofo
www.tomasabraham.com.ar
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