Francisco se despide de Brasil pidiendo a los jóvenes que “por favor, no dejen
que otros sean protagonistas del cambio".
Brasil - “Queridos jóvenes, cuando vuelvan a su casa, no tengan miedo de dar testimonio del evangelio. Llevar el evangelio es llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia, para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio, para edificar un mundo nuevo", dijo en la homilía de la misa de cierre de la Jornada Mundial de la Juventud y agregó: "Jesús, la iglesia y el Papa cuentan con ustedes".
El Papa Francisco llamó a los jóvenes católicos a "llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales" en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), celebrada ante unos tres millones de personas en Copacabana.
Las presidentas de Brasil y Argentina, Dilma Rousseff y Cristina Kirchner, así como el presidente de Bolivia, Evo Morales, asistieron a la misa.
Antes de la celebración, la multitud de jóvenes protagonizó un masivo flash mob, con música y coreografías, al que se unieron miles de sacerdotes, obispos y cardenales.
La víspera, al inicio de la vigilia, el papa pidió a los jóvenes "meterse en la vida" y no mirarla pasar desde el balcón, ser protagonistas del cambio, interesarse por la política y los problemas sociales y no dejarse ganar por la apatía.
"Los jóvenes en las calles quieren ser protagonistas del cambio. Por favor no dejen que otros sean protagonistas del cambio", pidió ante una gigantesca muchedumbre que le aclamaban, muchas de ellas llorando, tras recientes protestas callejeras que sacudieron Brasil en demanda de mejores servicios públicos y contra la corrupción y el derroche del gasto público.
En Brasil, Francisco ha llamado a la Iglesia a reconquistar a quienes se convirtieron en evangélicos o viven sin Dios, buscando la sencillez en actos y palabras y trabajando en "favelas, cantegriles, villas miseria" para frenar la sangría de fieles.
La próxima Jornada Mundial de la Juventud será en Cracovia (Polonia) en 2016, anunció el Vaticano.
Al igual que en Brasil, el país con más católicos del mundo, en el resto de la región la Iglesia católica pierde terreno frente al crecimiento de las iglesias neopentecostales y al aumento de las personas sin religión.
Y como lo hizo a los jóvenes, Francisco pidió a los obispos y cardenales brasileños no tener miedo de involucrarse en asuntos relativos a "la educación, la salud, la paz social", que son "las urgencias de Brasil", instándolos a comprometerse más con la realidad social.
"El Evangelio no es para algunos sino para todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente", dijo el primer Papa latinoamericano de la historia, parte en portugués, parte en español y con traducción en inglés.
"Este continente ha recibido el anuncio del Evangelio, que ha marcado su camino, y ha dado mucho fruto (...) La Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, la creatividad y la alegría que les caracteriza", afirmó en su último día en Brasil, el país con más católicos del mundo.
La experiencia del encuentro con Jesús "no puede quedar encerrada en su vida, o en el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de su comunidad. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde", sostuvo el Papa argentino, insistiendo en el papel evangelizador y misionero de la Iglesia.
El papa Francisco terminó así su visita por Brasil con una gran misa a orillas del mar. La playa de Copacabana fueron testigos del último recorrido que el Sumo Pontífice por tierra carioca.
Antes de regresar al Vaticano a las 19 (hora local), su intensa agenda prevé una reunión con los miles de voluntarios de la JMJ en el centro de conferencias Riocentro, en el oeste de Río, y un discurso de despedida en el aeropuerto internacional, el 15 y último de su visita.
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