domingo, 21 de julio de 2013

Pilares del modelo, en debate

Por Gabriel Profiti
Cumplidos diez años del inicio del ciclo kirchnerista, todo entra en etapa de balance. Eso es lo que está ocurriendo en estos días con las políticas de Transporte, Derechos Humanos y Energía, asociadas a las figuras de Ricardo Jaime y César Milani y al acuerdo entre las petroleras YPF y Chevron.

El derrotero judicial de Jaime está inexorablemente asociado a una política de Transporte, cuyo pilar fueron los subsidios para sostener tarifas populares, pero que estuvo viciada de opacidad hasta que la tragedia de Once obligó a replantear las cosas.

En materia energética, los subsidios también fueron medulares, y cuando la producción declinó, los intentos por revertir el déficit -con programas de estimulación hidrocarburífera- no dieron resultados. Según estimó la consultora Abeceb el rojo en energía de 2013 alcanzará los 7.000 millones de dólares.

La pérdida del autoabastecimiento energético fue embrión de medidas que en los últimos años generaron rechazos internos y externos como las restricciones comerciales -para evitar un rojo en las cuentas externas- y el denominado cepo al dólar.

Así el Gobierno decidió el año pasado expropiar a la española Repsol el 51 por ciento de las acciones y tomar el control de YPF.

Es cierto que ahora morigeró el discurso y la normativa nacionalista, pero no es menos cierto que este acuerdo no deja de ser una noticia alentadora en las actuales circunstancias.

Lo de Chevron es una sociedad, diferente al modelo que regía con la empresa española, y abre la posibilidad de que otras petroleras se asocien con la estatal argentina. "Chevron entra a una inversión de riesgo", en donde "la operación y la dirección del proyecto está a cargo de YPF", resumió Axel Kicillof.

Queda pendiente el juicio que Repsol entabló en el tribunal de arbitraje del Banco Mundial (Ciadi) por la desprolija expropiación de sus acciones, por la cual todavía no recibió compensación (rechazó las ofertas de la Argentina).

En ese marco, Guillermo Moreno anunció en su tradicional reunión de los viernes con empresarios -conocida como "la escuelita"- que el superávit comercial de este año ascenderá a los 11.000 millones de dólares, por lo que anticipó que el Gobierno suavizará las trabas aplicadas para cuidar la balanza y combatir la fuga de divisas.

Milani, en foco

De pronto, Cristina Kirchner ordenó un cambio en las cúpulas de las Fuerzas Armadas. De entrada sobresalió la promoción de César Milani a jefe del Ejército. El elegido había sido ascendido en 2001, 2003 y 2010, pero en la última ya había recogido serios cuestionamientos por parte de la oposición, por lo que la Presidenta sabía de antemano que iba a generar resistencia.

Ahora, Milani fue acusado por delitos de lesa humanidad. Parece increíble: el jefe del Ejército del kirchnerismo acusado de haber cometido atrocidades en la dictadura. Además, sumó denuncias por enriquecimiento ilícito.

La Presidenta está decidida a sostenerlo. De hecho, el oficialismo busca apurar el aval en el Senado. Da la impresión que la principal fortaleza de Milani es su fidelidad y operatividad en el área de Inteligencia (todavía está a cargo de esa repartición castrense).

En algún punto su situación se toca a la del comisario Jorge "Fino" Palacios, quien había sido acusado por encubrir el atentado a la AMIA y fue designado por Mauricio Macri como su primer jefe de la Policía Metropolitana. Palacios y Macri están procesados por espionaje ilegal.

Por ese nombramiento, luego revertido, el jefe de Gobierno porteño debió soportar silbidos y abucheos en el acto conmemorativo de las víctimas del atentado a la AMIA en 2011, cuando el último discurso estuvo a cargo de Sergio Burstein en el inicio de otra campaña electoral.

El jueves pasado fue el Gobierno kirchnerista el que debió sufrir su mayor reproche en ese homenaje anual. Fue por otra razón: el todavía difícil de explicar acuerdo con Irán para esclarecer el atentado.

Candidatos nacionales

Todos los hechos comentados anteriormente tienen mayor resonancia por el inicio formal de la campaña. La primera gran sorpresa del período proselitista fue la aparición de Daniel Scioli como bastonero oficialista en la provincia de Buenos Aires.

Scioli es uno de los dos dirigentes con mayor diferencial entre imagen positiva y negativa del país (19,6%) según una encuesta de Management & Fit. El otro es el primer candidato del Frente Renovador, Sergio Massa (29,1%).

Esa pulseada a 2015 ya excederá los marcos de la campaña bonaerense. Scioli, además de recorrer cada rincón bonaerense junto a Martín Insaurralde también apuntalará postulantes del oficialismo en otros distritos: ya estuvo con Daniel Filmus y Juan Cabandié en la Ciudad, y tiene previsto hacer lo mismo en Mendoza, Río Negro y Corrientes en las próximas semanas.

Massa prepara su discurso como para festejar una victoria aunque sea de un punto. Su ambición, sin embargo, es ampliar ventajas en el recorrido que va entre las primarias del 11 de agosto y las generales del 27 de octubre y quedar posicionado.

El intendente de Tigre arrancaría con una dotación de 15 diputados nacionales -a los que se sumarían peronistas sin tinglado y kirchneristas arrepentidos- y también tendría nutridos bloques propios en ambas cámaras de la Legislatura bonaerense.

Si bien busca evitar pecados de ansiedad, su discurso es nacional -inflación, inseguridad y ganancias-. Entre los que no se quieren ir y los que buscan encumbrarse, el peronismo ya juega el juego que más le gusta: la puja por el poder.

Informe: NA

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