Por Armando Caro Figueroa |
Un ciclo político cargado de improvisaciones, amiguismo,
imposturas, gestos mayestáticos y vasallaje al poder central parece estar
llegando a su fin. Por tanto, pese a que aún restan dos años de mandato, es
bueno imaginar las condiciones capaces de alumbrar un mejor futuro para Salta y
su gente.
Tengo por cierto que este mejor futuro es algo por
conquistar; una meta a la que arribaremos solo si somos capaces de
rencontrarnos en la Constitución, de abandonar la abulia, el facilismo y la
pereza mental que de tanto en tanto nos asalta apartándonos de nuestro mejor
pasado.
Si bien el futuro es una construcción colectiva que
compromete a mayorías y minorías, que convoca a todos los sectores sociales,
que reclama de las generaciones presentes atención por las generaciones por
venir, me centraré en la figura y en las tareas prioritarias del Gobernador o
Gobernadora que elegiremos en 2015.
Como surge de nuestra experiencia institucional, el nuevo
mandatario podrá optar entre dos escenarios harto conocidos.
El primero, le llevará a ajustar cuentas con su antecesor,
cazando traidores e instrumentalizando a fiscales y jueces para eliminar
competidores. El Vengador recaerá en viejos vicios: Utilizará la ayuda social
para reforzar su clientela, construirá fondos de reptiles, despreciará las
instituciones de la república. En este escenario, su lema será, como hoy,
“Gobernar es disciplinar y nombrar”; es decir, perseguir y saturar la
Administración de amigos, parientes e incondicionales.
El segundo escenario nos muestra a una Gobernadora o
Gobernador que recrea el estilo de Ricardo J. Durand. El nuevo “Hornero” se
empeñará en resolver lo que no abordó un mandato sin gestión; procurará
reconstruir la seguridad de los salteños; emprenderá obras de infraestructura
imprescindibles (agua, redes cloacales, ferrocarriles, caminos, espacios
verdes, comunicaciones). Su lema será “Gobernar es construir”.
El cambio cultural
como prioridad
Pero hay un tercer escenario poco conocido por los salteños.
Me refiero a una situación en donde un Estadista advierte la urgente necesidad
de promover y acompañar un cambio cultural de gran calado. Una transformación
que, mientras nos reconcilia con nuestras mejores tradiciones, nos acerca al
mundo de las democracias sociales avanzadas. El lema de este Primer Mandatario
será “Gobernar es educar para la convivencia y la ciudadanía”.
A mi entender, esta priorización de la educación deberá ser
acompañada por las metas propias del “Hornero”: Construir espacios habitables
que respeten los equilibrios ambientales y sociales. Salta está
territorialmente fracturada y en su geografía es imposible la igualdad de
oportunidades; muchos están obligados a emigrar, y muchos más a vivir en
condiciones que ofenden la dignidad humana. El hacinamiento, la macrocefalia y
la especulación edilicia que destruye el ambiente, pueden resolverse a partir
de las posibilidades abiertas por la agroindustria, la minería y el turismo.
Como bien apuntara Javier Cornejo, es preciso fundar nuevas ciudades en el Este
provincial.
El gran proyecto de Reforma Cultural nace de reconocer que
padecemos severos problemas en el campo de nuestra cultura cívica, productiva,
social y relacional, y se complementa con una certeza múltiple: La ruptura
entre familia y escuela, el auge de lo banal, la insuficiente capacitación docente,
la persistencia de currículas anacrónicas y dogmáticas, nos plantean un enorme
desafío, acrecido por la feliz ampliación de las fronteras de la Libertad.
La violencia en sus distintas manifestaciones (vecinal,
escolar, familiar, sexual, deportiva), tanto como la incultura cívica -base del
clientelismo y de los malos Gobiernos-, expresan también nuestros déficits
culturales y educativos.
Sin pretender asumir tareas propias de especialistas, diré
que no alcanza con retocar el funcionamiento de la red escolar. Necesitamos
replantearnos los contenidos, reincorporar a la familia y al voluntariado,
sumar a las fuerzas de la producción y a los intelectuales a la ímproba tarea
de educar para el cambio.
Solamente la conjunción de estos actores permitirá que escuela,
familia y sociedad asuman eficazmente la tarea de educar para la convivencia,
para la libertad en todas sus facetas y para su ejercicio responsable. Siendo
que nuestra cultura del trabajo adolece de flagrantes debilidades, la educación
para la producción, la revalorización del esfuerzo, y la reforma de las
relaciones colectivas, son urgencias que el Gobernador Estadista (2015/2019)
tendrá que abordar.
Triunfar en este ambicioso empeño reclama de gobernantes
ejemplares; que ejerzan su función con apego a los principios republicanos de
honradez, transparencia y sobriedad. ¿Cómo formar auténticos ciudadanos cuando
el Gobernador fomenta el clientelismo, desprecia la Ley y usa el poder en
beneficio de sobrinos y amigos?
Hacer de Salta una provincia democrática requiere, además,
prohibir reelecciones, reformar las reglas electorales para dar a mayorías y
minorías lo que el electorado determina. Reclama garantizar a todos el acceso a
una Justicia rápida, independiente y justa. Exige profesionalizar la
Administración Pública, y hacer realidad la autonomía municipal. Ha pasado la
hora de los caudillos.
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