Por Jorge Altamira |
Donde mueren las palabras. Luego de una desaforada
propaganda sobre la “soberanía energética”, el gobierno K acaba de dar a luz un
decreto que favorece el ingreso de la norteamericana Chevron en la explotación
del gas no convencional. Abre, asimismo, una puerta para el reingreso de
Repsol, donde un grupo de empresas accionistas aboga por aceptar una
indemnización por medio de ventajas en esa explotación. El decreto abre la
explotación del petróleo al capital internacional en todas sus formas.
Se confirma la posición del Partido Obrero cuando caracterizó a la llamada ‘estatización de YPF” como un proyecto de “reprivatización petrolera”.
Se confirma la posición del Partido Obrero cuando caracterizó a la llamada ‘estatización de YPF” como un proyecto de “reprivatización petrolera”.
Se trata de un retorno al régimen menemista porque reabre la
exportación de combustibles a los precios internacionales abusivos de petróleo,
sin ninguna clase de retenciones. Aunque limita el cupo de exportación al 20%
de la producción, ese nivel es suficiente para elevar el precio al
internacional. Garantiza esa remuneración, precisamente, en el caso de faltante
en el mercado interno, al asegurar la equivalencia de precios entre el mercado
internacional y el nacional. Levanta el ‘cepo’ establecido para la remisión de
divisas al exterior, específicamente para los pulpos petroleros. La renta
hidrocarburífera queda reservada, enteramente, para los monopolios
correspondientes.
Es claro que asistimos a un principio de alteración del
régimen económico vigente en su conjunto, porque su efecto es desatar una
presión imparable, en esa misma dirección, del conjunto de los actores
económicos capitalistas. El decreto no menciona el tipo de cambio al que
ingresaran capitales los grupos petroleros, pero es claro, por sus propósitos y
por su lógica, que se apunta a crear un mercado financiero, que cotizará en
torno a los valores del mercado paralelo. Sin esta condición, el decreto ara en
el mar.
En el marco de las elecciones legislativas, este decreto
usurpa a la oposición macrista, massista, denarvaizta, terragnista y pratgaista
la reivindicación de la devaluación del peso y del ‘retorno’ al mercado
internacional de capitales, para superar la crisis de financiamiento de la economía
capitalista nacional. El impacto de este giro será brutal para los
trabajadores, en primer lugar en términos de una mayor carestía y luego en
pérdidas de empleo.
El decreto implica la aceptación del método de ‘fracking’
para el tratamiento del gas no convencional, que es por un lado altamente
contaminante, porque afecta las napas freáticas, y por otro lado potencia los
efectos sismícos típicos de la cordillera, porque debilita la cohesión del
suelo. La experiencia norteamericana en estos dos aspectos es concluyente.
Advertimos que se esboza una salida de conjunto para que la
crisis capitalista y los desmanes del kirchnerismo lo paguen los trabajadores.
En oposición a esta entrega reivindicamos la nacionalización integral de la
exploración y producción de hidrocarburos bajo control de los trabajadores.
Defendemos esta salida con la consciencia de que su viabilidad plantea una
reorganización de conjunto de la nación sobre otras bases sociales.
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