Por Tomás Abraham (*) |
La idea de que el poder tiene un diagrama en red es de
Michel Foucault. Este entramado reticular se adjunta a la concepción teórica de
una microfísica del poder. De acuerdo a este modelo sociopolítico el poder no
desciende desde una cúpula sino que asciende por medio de un proceso de extensiones
territoriales. El poder tiene que ver con los espacios.
Por otra parte el poder no es algo que se tiene, no es una
propiedad o una posesión sino un ejercicio, una actividad continua por
conquistar lugares y apropiarse de funciones que tienen la finalidad de
controlar conductas. Es lo que permite que el universo de decisiones sea
efectivo. Territorio, ejercicio, funciones, control o gobierno, y decisiones,
determinan la eficacia del poder.
Imaginemos una situación por la cual se construye un poder a
partir del llano y se lo hace por una serie de conexiones que configuran un
mapa, una cartografía política, como diría Gilles Deleuze.
La escena que proponemos se acota al mundo del fútbol en
cuanto espacio de poder que permite la creación de una base política que
funciona de un modo interactivo con otros lugares generadores de poder.
Poder que se extiende, es poder que se multiplica y
consolida.
He aquí un personaje que apodaremos Arlequín por su
histrionismo y bigotes. Se trata de un militante político que comienza por
abajo. Se mueve por su barrio. Se pone a disposición de un jefe vecinal. Actúa
con inteligencia y ya lo conocen por ser del riñón de un tal. Se muestra leal y
sabe ser discreto. Conoce secretos. Se compromete. Le asignan tareas. Conduce
gente. Recibe y distribuye algún dinero. Hasta llega a reproducirlo.
Sube en la jerarquía en la medida en que suben sus jefes. Es
nombrado funcionario. Tiene la intuición y el tacto para ubicar al personaje
que pincha la aceituna. Para seguir con la imagen, digamos que no está ausente
de copetín alguno que valga la pena.
Lo han colocado en un puesto político de responsabilidad.
Sabe que para perdurar en escena debe hacerse fuerte. Para fortalecerse es
necesario que tenga tropa propia, territorio dominado y caja. De no hacerlo se
vuelve prescindible. Una vez que su poder se extiende en red, será tomado en
cuenta por una sencilla razón: por el espacio que ocupa. Es muy importante que
sea caudillo al mando de un contingente y pueda movilizar activistas para que
sus errores sean perdonados. El mundo de la política como el de las apuestas,
implica riesgos permanentes, y se gana y se pierde con aceleración. Además es
un mundo poblado de enemigos que ante una alta exposición no pierden
oportunidad para disparar todo tipo de municiones.
Por eso ser capataz, capanga o poronga, es indispensable
para soportar las embestidas del día a día del poder.
Pertenecer a la comisión directiva es un paso fundamental
antes de llegar a la presidencia de un club de fútbol. La mitad de los
titulares de los diarios hablan de fútbol. La pasión de los argentinos. La
única salida para las energías colectivas y las emociones violentas.
La palabra “Argentina” nunca resuena tan fuerte como cuando
ganamos un Mundial. Pero no hay que apresurarse. Quien se precipita termina en
el precipicio. Con 200 tipos se maneja la zona. Hay que dejar que se organicen
y que armen su cadena de mandos. Sólo se puede hablar con uno, a lo sumo dos o
tres del malón. Les dejamos la playa de estacionamiento, los choripanes, los
trapitos, la frula y la sobreventa. Con que junten a unos cuantos más se puede
ganar las elecciones. Los hacemos socios.
Se sabe que acompañarán todos los actos políticos que pidan
los de más arriba. La yuta cuida que nadie se meta a armar quilombo. Están con
nosotros, mejor dicho con Arlequín.
Para estar en política no hay que ser empresario, basta con
ser emprendedor. La letra se compra barato. Siempre hay escribidores que
hablarán de temas sublimes, de utopías, de heterotopías, de distopías, que son
el Parnaso de los arlequines. Pero por algo se dice que hay que poner los pies
en el barro, jugar los partidos llueva o truene y contra cualquiera. El fútbol
y la política no es para tibios ni delicados o escépticos.
Los medios están que braman. Hay muertos cada domingo. Ni se
perdonan los llamados amistosos. Cada programa periodístico le echa la culpa al
Gobierno. Se acercan las elecciones. La oposición no pierde oportunidades para
desprestigiar a los candidatos oficialistas. Se habla de interna de todo tipo.
Es imposible abstenerse del tema.
Arlequín participa del debate. No dejará que lo manchen. Se
hará eco de la voz ciudadana. Dice que hay que parar la violencia en el fútbol.
Que las familias tienen que volver a las canchas. Que es necesario aislar a
esos tres o cuatro delincuentes que arruinan la fiesta de los argentinos. Que
no puede ser que entren por una puerta y salgan por la otra. Que los dirigentes
tienen que asumir sus responsabilidades. Que Grondona se tiene que dejar de
joder. Que hay que crear una comisión fiscalizadora. Que el noventa y nueve por
ciento son hinchas de fútbol y que tienen derecho a gozar del deporte nacional.
Que la Presidenta bendice los para-avalanchas. Que tiene una idea genial.
Dice que nada sirve de lo que se hizo. Que no sirven las
cámaras ocultas. Que no sirve palpar a la gente. Que no se trata de bengalas.
Que es tonto creer que con las listas de quiénes no pueden asistir se soluciona
el problema. Que es ridículo inventar algo como el Sistema de Acceso Biométrico
a Espectáculos Deportivos o Sabed. Que la tarjetita del Afaplus sólo empadrona
maricones. Que prohibir la asistencia de la hinchada visitante es una broma
pesada o un engañabobos. Que el ejemplo de la solución inglesa que domesticó a
los hooligans es de cipayo. Lo único que falta es el ejemplo de esos carapálidas
tocando la trompeta y coreando en la tribuna.
Arlequín propone una nueva solución. Que se prohíba el
ingreso a la hinchada local. Sólo se permitirá la asistencia de la hinchada
visitante. Que vayan a Jujuy, a Rosario, que crucen toda la provincia, que vayan
de sur a norte, del llano a la meseta, de La Plata al Bajo Flores. Todo el
mundo de visita. Cruzando el país. Conociendo otras costumbres. Empanadas
tucumanas, vino de Mendoza, pacú rosarino, caracol marplatense, sopa paraguaya,
tallarines de Morón, cabrito cordobés, la pizza con fainá en La Boca. Un país
unido por el turismo futbolero.
Arlequín que es legislador quiere llevar su propuesta al
Congreso, que se discuta en ambas cámaras. Con su iniciativa se terminó la
violencia en el fútbol. Las facciones de visita no se romperán el alma a
lanzazos en territorio ajeno. Es necesario que se aprovechen todas las
oportunidades que ofrece la globalización. Todos los mensajes que nos llegan
por todas partes, cielo incluido. Quiere que cunda el ejemplo del papa
Francisco, él que es santo y cuervo a la vez, y que inicia su periplo ecuménico
no a la Argentina, ¡qué va!, se va de visita a los brasucas, les da prioridad a
esos que nos quieren hacer moco en el Mundial, que sueñan con humillarnos, él,
marca el camino, es el Visitante Supremo más allá de todas las localías, el
mensajero de la paz futbolera.
Arlequín está iluminado. Escucha el bramido de los barras
que cantan: birimbín, birimbín… es el equipo… de Arlequín.
Siente que ha contribuido al clamor que se hace oír en todo
el territorio argentino, se ha hecho sensible a la palabra que resuena en todas
las gargantas de un pueblo ansioso de armonía y disfrute deportivo, con el lema
que se repite en cada una de las agrupaciones políticas sin excepción que
compiten en agosto y en octubre: todos juntos podemos, y más si estamos de
visita.
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