Por Gabriela Pousa |
A
pocos días de las elecciones primarias PASO, se afianzan más certezas que dudas
en torno a las verdaderas pretensiones de los candidatos y al estado de
indefensión ciudadana. Más allá del enigma de Sergio Massa, el descaro de
Daniel Scioli o la estrategia de Mauricio Macri, hay datos
inexpugnables que enmarcan los próximos comicios en un clima por demás
enrarecido.
En
primer lugar, los escándalos rozan cada vez más al gobierno nacional.
Por los cuatro puntos cardinales el kirchnerismo hace agua. Dónde se toca sale
pus. A la gestión presidencial puede corrérsela por derecha o por izquierda, da
igual.
Sin
ir muy lejos, esta semana sus adeptos debieron llamarse a silencio. El
“progresismo” quedó sacudido: ¿de qué manera defender un uniforme después que
se los convirtiera en sinónimo de lo peor haciendo caso omiso a lo nefasto de
la generalización? Lo cierto es que puede resultarles sencillo santificar a
Ricardo Jaime, a Julio De Vido y hasta presentar a Sergio Schoklender como un
chico ejemplar que luego se dejó tentar… Pero de ahí a decir que César Milani
es un “gran militar” es harina de otro costal. Se le está pidiendo
mucho a la militancia rentada. Cristina tira de una cuerda en demasía gastada.
Asimismo
quienes recuerdan de qué modo se embanderó medio país cuando los Kirchner
decidieron “estatizar” YPF – y dejar de festejar el 20 de Julio con los Eskenazi
-, en este instante no terminan de encontrar donde esconderse y dejar
constancia que los afiches que denostaban presencias foráneas pertenecen al
Movimiento Emancipador. Chevron era pero ya no es mala palabra…
En
este contexto el relato se deshace en ficciones que superan incluso a
las literarias. Es más creíble la magia de Harry Potter que la oratoria de
una mandataria cercada por la contradicción entre hechos y palabras. Hoy por
hoy, si la jefe de Estado anuncia un día soleado, se verá un interesante
porcentaje de ciudadanos saliendo con galochas y paraguas.
El
problema es que no es creíble pero aún – pese a la burla cotidiana – es
tolerable, razón por la cual, la reacción social no adquiere la virulencia que
tuvo en otras épocas. La percepción de crisis es todavía parcial. Eso
suele ocurrir, paradójicamente, cuando se afianza la conciencia de que “todo
está mal”. Si todo lo está, no hay por qué luchar.
Por
el contrario, cuando se percibe que todavía hay algo por rescatar,
entonces sí surge la conciencia de tarea por realizar, de ser pieza necesaria
en la salvación de aquello que ha podido escapar a la porfía y al mal.
En
este ahora, el peronismo parece ser un todo aún cuando, muchas veces, es una
sumatoria inconexa de partes que no cierren en un rompecabezas global. Sin
embargo, es verdad que entre el intendente de Tigre, su par de Lomas de
Zamora (Martin Insaurralde) es decir, Cristina Fernández, y Francisco de
Narváez se disputan aproximadamente el 70 % del electorado. ¿Qué significa esta
ecuación? Es muy fácil: ya se sabe o puede predecirse que quién gane se quedará
con todo, y los demás – más tarde o más temprano -, irán encolumnándose detrás.
Lo
triste es que se olvida la sentencia según la cual la historia se repite la
primera vez como tragedia, la segunda como farsa. Y en Argentina, la farsa
suele ser más brutal que el sentimiento trágico de la vida al que aludía tan
vehemente Miguel de Unamuno en sus páginas.
En
este ámbito, el escenario pre-elecciones PASO puede distar considerablemente
del teatro que se ha de montar cuando las urnas se vuelvan a guardar. Hay
excepciones es verdad, pero ¿quién se atreve a asegurar sin temor al equívoco
que las diferencias se apoyan en principios éticos donde el cambio de bando no
halla posibilidad?.
Hay
una sinonimia de candidatos que espanta y estos comicios parecen poner
a los argentinos frente al mítico juego de adivinar las diferencias entre una
imagen y otra que a simple vista son la misma. Idéntica situación surge al
observar las fotos de funcionarios del modelo nacional y popular. Si es cierto
que una imagen vale más que mil palabras, le dejo un desafío al lector, que
diferencié entre estas caras…
Frente
a este desorden de cosas, la inflación se padece, como se padece una gripe
porque han vendido el corto plazo como un “carpe diem” desvirtuado. Así, el
proceso inflacionario es un virus que ataca, lastima y se va, pero nada se dice
del cuándo ni mucho menos se ofrece el antibiótico para que el sufrimiento
reduzca la crueldad… Prima la sensación de “todo va a pasar” como si
tuviésemos la fórmula de la eternidad. Lástima que en el mientras
tanto, lo que se va es la vida de todos nosotros esperando soluciones que, en
rigor de verdad, deberían emanar de un actuar menos cómodo.
Hasta
que se sellen las primarias es simple descifrar que Massa juzgará a la
moderación tratando de situarse entre los kirchneristas demudados por un relato
desbarrancado, y otros peronistas aferrados a la insólita creencia que sin el
aparato no se puede gobernar. Nunca estuvo tan claro que en plena
posición del mismo, el kirchnerismo tampoco pudo hacerlo, si por gobernar se
entiende administrar correctamente un país, y no convertirlo en un feudo más.
Massa
es algo así como la continuidad del cambio, un gatopardismo extraño. En
gran medida, su discurso se asemeja al de la campaña presidencial que
protagonizara Cristina en el 2007 cuando aseveraba que habría más
institucionalidad… De ese modo, garantiza los subsidios y el clientelismo pero
dice que no tocará la Constitución Nacional.
Pese
a estas confusiones y tableros donde hay más probabilidad de enroques que de
transformaciones, un dato es real: el gobierno verá menguar su poder en
el Congreso Nacional. Y estos buenos muchachos que se disputarán una banca en
pocos días más, se fagocitarán entre ellos cuando la puja sea por la banda, el
cetro y el sillón presidencial.
En
una entrevista que se le realizara tiempo atrás a Fernando Savater,
se le preguntaba por qué un país que pudiendo ser exitoso, no crece a la par de
otros. Vale la pena la transcripción literal:
“El
misterio para todo el mundo es por qué un país que en teoría tiene las ventajas
para desarrollarse no termina nunca de despegar. A comienzos del siglo XX
cualquiera hubiese apostado más por Argentina que por Holanda. ¿Por qué a uno
le fue bien y a otro le fue mal? Hay que preguntarse sobre eso. Yo creo que el
populismo es la democracia de los ignorantes. Las promesas democráticas que las
personas con un poco de preparación vemos con mayor o menor escepticismo, el
populismo las convierte en bazofia cruda para alimentar la marginalidad. A más
ignorancia, más populismo. Eso es lo que se está viendo aquí: un populismo que
perdona la corrupción y que se convierte en una especie de bálsamo para el
bandido generoso. Un beneficio para el tirano que es corrupto por un lado y
ayuda por el otro. Hace años, en Colombia, había esa mirada cómplice para con
Pablo Escobar, que dirigía el narcotráfico mientras fundaba hospitales. El
populismo aparece por doquier”
El
diagnóstico es impecable, la salida, sin embargo, no es tan fácil:
“La
gente que está desencantada de la política es la que no ha hecho nada nunca. Me
pregunto qué hizo para fatigarse tanto el que sostiene el discurso del “estoy
harto de”. Eso es mirar para otro lado y cansarse de eso. Lo propio de la
democracia es buscar una alternativa dentro de la política porque la política
no tiene alternativa dentro del sistema democrático. Esa cosa de no votar a
nadie o de votar en blanco es una tontería. La consigna “No les votes”
significa que otro votará por ti. Bobadas. Hay gente que sueña con el gratis
total más allá de la red, que no quiere esforzarse por nada. Son los mismos que
creen que es posible descargar libros y películas sin pagar porque ha venido
Dios a verlos en forma de internet. Son los que dicen: “hay que arreglar las
cosas, pero no cuente usted conmigo”.
Esperemos,
para empezar, que el próximo Agosto, se pueda contar con una interesante
mayoría de los argentinos a la hora de votar. Por ahora, otra salida no hay.
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