Por Martín Risso Patrón |
De asesores y campañas
Hay una profesión, vea, que asegurando anonimato, por lo tanto inmunidad
e impunidad, según sea el caso, por hoy hace ganar plata a manos llenas periódicamente
a gente que no tiene lugar, ni tiempo en el calendario, y ni qué hablar de su
compromiso social. Es una profesión, diríase, estacional, porque sus
practicantes despiertan cuando crece la demanda, imperiosa, de quienes
intentan vender lo invendible, que es la fe política.
Adivinó, Doña Clota [que espero esté recuperada de la disfonía que
gracias a Dios la mantuvo callada un tiempito...].Adivinó, dije: Son
los asesores de Campaña de los candidatos a cargos electivos para las
instituciones de la República. Reciben una paga que les asegura toda una
temporada de descanso en el mismo lugar donde laburan: El café, los
mentideros que les permiten diagnosticar la evolución de la opería, de la
mediocridad y la apetencia de amarillismo de la gente [potencial votante],y
circunstancialmente concurren a las bibliotecas donde toman prestados argumentos
psicológicos, políticos y sociológicos para transformarlos en producto de
exhibición para sus clientes. Hay algunos especímenes que trabajan a una
escala, digamos, superior, que son aquellos que aportan, dimensionan, maquillan
y manipulan ideologías desde detrás de los tronos que les presta la Democracia
a quienes que, aunque legítimamente inquilinos del Poder, carecen dela más
supina idea de cómo manejar esa masa amebiásica que también
legítimamente, somos la sociedad que gobiernan. Estos últimos pueden ser
catedráticos de nota o no, algunos reproductores algo tinterillos de
Gramsci las más de las veces, de Hitler, de Marx, de von Clausewitz, de economistas,
y políticos de todo pelaje [Taylor, Stuart Mills, Bentham, Helen Taylor, del
paradigmático Richard Morris ex asesor político del presidente Clinton que
renunció tras revelarse que compartió secretos políticos con una prostituta y
contrató a dos agencias para que le consigan una editorial dispuesta a
publicarle un libro y un empleo como comentarista de TV], o simplemente
reproductores de sí mismos.
El método
Estos casi fantasmales personajes cuentan con diversas herramientas y procesos
para lograr su cometido de convencer a sus mandantes, para que a su vez éstos
convenzan a la gente de sus cosas.
Primero: Conocer el estado de opería, según quedó señalado arriba. Esto
significa explorar acerca del grado de ignorancia política del paseante
distraído, que podrá abonar mensajes convirtiéndolo en target[según
la idiomática sin fronteras que practican porque queda bien, y ponen a la Persona
en calidad de objeto]. También, como primera medida, se hacen de un catálogo lo
suficientemente nutrido de choluleces generalmente televisivas, para tenerlas
de reserva para la instalación de su cliente, si es que su estudio exploratorio
también le informa del volumen de consumo popular [generalmente alto, hoy] de
las mesas de plató donde se discute de gansadas, peleas por el tamaño de las
tetas, de botineras sin tribuna, del tamaño de eréctiles atributos
masculinos... y otras gansadas pornoides de alto réiting.
Finalmente, para cerrar la etapa exploratoria, los asesores se dedican a
manejar disparadores de charlas amarillistas, entretenedoras de viejitas,
madurones y maduronas, hombres de negocios, amas de casa semi-aburridas, chicas
y chicos de celular en ristre [de 16 arriba porque son votantes], e
instalar allí la inseguridad, el asesinato aleve, la atrocidad del consumo de
sustancias, las violaciones, el robo, la gente desaparecida que aparece
perdida en un colchón, etcétera...
En el siguiente paso, sí o sí, obtener abundante espacio en el
periodismo gráfico, en el radial, en el televisivo y el magnífico y gratuito
patio de las redes sociales. Y si se es propietario o inquilino de algún medio
de comunicación social, mamita pa’ qué te quiero... es como tener la vaca
atada.
Finalmente, el método consiste en contratar diseñadores de espacios publicitarios
y de los otros, los propagandísticos [que muchas veces vienen solos]. ¡Doña
Clota! ¿Qué es eso de meterme en la misma bolsa diciendo algo así como Profe
opinólogo mientras pasa tarareando Cambalache...? [Bah...
si quiere que me ponga gorro, me lo pongo... ¡cuimba...!]. Y como broche final,
operar a través del candidato [su cliente] sobre la voluntad popular, a través de
movilizarla emocionalmente manipulando sus bajos instintos. Con los ingredientes,
arman la campaña del cliente.
Huélgame decir que esta generalización no es más que eso, porque debo
aclarar que hay candidatos que escapan a esa normalidad en el manejo de sus
campañas. Son los más pobres.
Resultados a la vista I
En Salta, desde hace unos meses atrás, se ha desatado una guerra campal entre
poderes cuyas fronteras son tan comunes, que pareciera a veces que se borran,
que no existen. La arena política local está intransitable por la cantidad de
materia excrementicia que la cubre.
Uno de los poderes en pugna está representado por quien dio el primer golpe,
que no es, a la sazón, candidato a nada, pero que tiene la consola deponer y
quitar candidatos, el gobernador de turno. Hizo duros comentarios sobre su
mentor político y anterior titular del GB, el actual senador de la República Juan
Carlos Romero. Y ahí ¡bueno! Se armó la de San quintín; el
cotidiano local de propiedad de la familia senatorial, abrió el arsenal, cargó
los trabucos, y comenzó a batir los blancos urtubeístas. Duras denuncias sobre
la gestión, sobre la imposición del hermano del gobernador, sobre la salud
pública, sobre la seguridad, sobre designaciones irregulares, sobre mal uso del
presupuesto, y más, en muchos casos, con documentos, fotografías a la vista
[casos del barrio construido en el GB], policías aparentemente vinculados con
la droga. El combate se trasladó al más oscuro rincón del ring, allí
donde reina a porquería: El también cotidiano local, el más pequeño
[un bebé con voz ronca], el Nuevo Diario de Salta, anuncia en tapa la reedición
de un libro publicado hace años en el que se acusa a la familia Romero de
tratos con el tráfico de droga, por supuesto sin obviar, desde hace meses, la
famosa denuncia sobre la gestión sobre un hangar en el aeropuerto local. Piden
la captura de Romero para ir a la Justicia, éste escribe cartas abiertas del
tipo paternal, pero irritativas dado el contexto... Y así las cosas.
De propuestas, niente. Aunque leales decir que ambos,
violando la imposición legal de no propagandear hasta la voz de ¡aura...!,
mostraron cosas hechas por sus respectivas gestiones. Pero de propuestas,
repito, nada.
Resultados a la vista II
Ahora, observando los resultados desde el punto de vista de la gente,
hay algunos detalles a tener en cuenta, si se considera que la propaganda [no
la publicidad] política produce cambios a la hora de motivar a la gente común,
la de la calle.
Según resultados de sondeos realizados por Doña Clota en sus andanzas
por el mercado entre pizza y pizza, o cuando barre la vereda y la observo que apoyada
en su adminículo de barrido le da a la lengua con todo viandante transitador de
estos arrabales [procedimientos científico-pedestres de indudable
validez popular], el indicador de inflamación genital [en todos y todas]
supera por un margen más que acomodado a la paciencia republicana del votante.
Aquí es donde hace agua, absolutamente agua, el diagnóstico de los
especialistas en propaganda y asesores candidateros. La gente no
compra, porque no le interesa la mercadería. Aunque sigue viendo las choluleces en la tele, abrevando el voraz
consumidor de carne humana que se le despierta cuando hay tanto delito de
sangre en tiempo real, o satisfaciendo sus fantasías erotizadoras-politiqueras
de la chantada que habla de las porquerías que arrastra la corrupción pública,
poniendo a sus actores en las pantallas de los Rial y los demás... Incluso
hablando mal de Romero o de Urtubey, pero sin ningún compromiso, Doña,
porque ya vu’a vé a quién voto.
Eso, sin negar que hay quienes están convencidos que el uno o el otro tienen
la razón cuando hablan del otro y viceversa [gracias por entender este galimatías].
Amargura y no alegría: Eso le contestó a La Vieja una vecina cuando le preguntó,
escoba en mano qué efecto le producían los dimes y diretes periodísticos de la
Campaña.
En tanto, desde La Rosada, meta nomás mover los hilos. Hasta tal punto, mire
vea, que al gobernador lo mandaron a marearse al carajo de este barco inestable
de las elecciones, imponiéndole a la señorita de los rulos, lo que le valió el cisma
[¡válganme los cismáticos griegos medievales!] con el partido aliado, apunto de
plantear hoy la renuncia del vicegobernador Zottos [que se niega a suscribirla],
por su propia candidatura en paralelo a la del candidato de la “misma sangre” y
de la señorita mencionada arriba, y representando a los cismáticos salteños;
pero no crea, Doña, es lo mismo que igual, parece. Nada garantiza que esto no
sea más que un cuesco en toda esta historia, ya sucia por definición. O sea.
[Versión impresa: Semanario Nueva Propuesta, Salta, viernes
28-jun-13]
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