Por Juan Diego
Wasilevsky
Con todas las miradas puestas en octubre, durante las
últimas semanas hubo una interminable danza de nombres, así como los clásicos
"coqueteos" entre partidos en pos de definir alianzas y candidaturas.
En el plano político, el escenario que se le plantea al
kirchnerismo luce complicado: debe enfrentar al actual intendente Sergio Massa
que, de la mano de una intención de voto superior al 40%, acaba de lanzar su
carrera electoral como candidato a diputado nacional por el Frente Renovador.
Para ello, convocó al joven intendente de Lomas de Zamora,
Martín Insaurralde, quien cuenta con una debilidad no menor: más de la mitad de
los votantes no lo conoce o sabe muy poco de este candidato.
El escenario político se vuelve más complicado si se
consideran las dificultades históricas del oficialismo para hacer pie en la
Ciudad de Buenos Aires, o los problemas para enfrentar al socialismo, ya
arraigado en Santa Fe.
Para las elecciones octubre faltan menos de cuatro meses.
Muy poco tiempo para un oficialismo que está obligado a fogonear a sus
candidatos y a lavar su imagen, desdibujada en los últimos meses por denuncias,
accidentes ferroviarios e inundaciones.
Y si bien en el plano político las urnas ya están a la vuelta
de la esquina, paradójicamente, en términos de "gestión", parecería
que hasta octubre falta una eternidad. No es para menos: más allá de los
comicios, la administración kirchnerista tiene por delante cuatro preocupantes
frentes de tormenta con los que deberá lidiar de cara a los próximos meses.
1- De la fiesta de
dólares a una dramática escasez
Los expertos coinciden en que el superávit comercial -el
saldo entre exportaciones e importaciones- hoy por hoy es la última gran fuente
de divisas que queda en pie, considerando que la llegada de "dólares
frescos" en concepto de inversiones externas pasa por un momento de
extrema flaqueza.
Y en este 2013 el Gobierno se jugaba una carta importante:
con la meta de apalancar un mayor crecimiento de la economía, sabía de antemano
que debía financiar un mayor nivel de compras de energía en el exterior.
Y tenía casi todo a favor para lograrlo: precios
internacionales de los granos récord y una buena cosecha.
Sin embargo, este combo no terminó alcanzando. Y el
superávit, ese "santo grial" de las divisas estadounidenses, no para
de derrumbarse: según datos del INDEC, hasta mayo, el saldo comercial acumula
un desplome del 34%.
Las razones de este derrumbe se explican, principalmente,
por la enorme "factura" energética que debe enfrentar la
administración kirchnerista.
"El déficit energético va a ser fenomenal. En 2012
alcanzó los u$s2.700 millones, pero este año podría trepar hasta los u$s7.000
millones. La economía entró en la fase de falta de dólares y este rojo es uno
de los principales motivos", sostuvo Ramiro Castiñeira, analista de
Econométrica, quien agregó que "todo esto constituye una limitante al
crecimiento que obviamente complica las perspectivas del Gobierno".
De hecho, ya hay un consenso difundido entre los analistas
de que el saldo comercial se moverá, por primera vez en toda la era K, por
debajo de los u$s10.000 millones.
"Sólo con esfuerzo va a poder lograrse un superávit
mayor a los u$s8.000 millones", disparó el economista Agustín Monteverde,
en diálogo con iProfesional.
Por su parte, Gabriel Caamaño Gómez, del Estudio Ledesma,
coincidió en que "el saldo comercial se ubicará por debajo de los
u$s10.000 millones. Serán u$s3.000 millones menos que lo previsto en el
Presupuesto".
A su turno, Castiñeira sostuvo que "la liquidación de
divisas por parte del agro está en niveles récord, con un precio de la soja por
encima de los u$s500 la tonelada, y así y todo, no está alcanzando para
apuntalar un mayor superávit".
El consenso entre los expertos es que esa "diferencia"
entre lo que proyectaba el Gobierno y lo que está ingresando se está ajustando
por reservas del Banco Central.
Al respecto, Monteverde aseguró que "la escasez de
divisas va a perseguir al kirchnerismo hasta sus últimos días de Gobierno. Por
eso, lo que vemos es que se profundizará aun más la venezuelización de la
economía".
2- Materias primas y
el fin de los "súper precios"
Pese a las amenazas de que los productores no iban a
liquidar su cosecha debido a la baja rentabilidad que estaba dejando la soja, lo
cierto es que los dólares del agro no tardaron en llegar. Por el contrario, en
estos momentos hay una verdadera "catarata" de divisas.
Las estadísticas no mienten: hasta el momento se llevan
liquidados u$s12.170 millones, un récord histórico durante este período.
Lo cierto es que, para sostener las alicaídas reservas y
hacerse de billetes, la administración K está necesitado de un
"yuyito" cada vez más caro.
"La soja ya perdió esa magia que permitió impulsar toda
la última década. Este año tendremos la segunda cosecha récord de la historia e
igual no alcanza", sintetizó en un informe el economista Carlos Melconian.
"La realidad es que hoy el Gobierno sólo estaría cómodo
con una soja de u$s700 y en 2014, con una de u$s800. Y así año tras año. Pero
hay evidencias de que el precio iría en la dirección contraria", alertó
Monteverde.
El Ejecutivo, tiene un ojo puesto en lo que suceda en
octubre, pero también, otro en Estados Unidos, donde se está disputando el
futuro de la "súper soja".
Días atrás, el titular de la Reserva Federal (Fed), Ben
Bernanke, dejó entrever la posibilidad de reducir el programa de estímulos,
dando a entender que se proyecta una recuperación de la economía estadounidense
y, junto a ella, la de su moneda, el dólar.
El problema que se presenta para las economías emergentes y
ampliamente dependientes de las materias primas es que, cuando esa divisa se
fortalece, los precios de las commodities tienden a desinflarse.
Los otros dos focos de preocupaciones están en la buena
cosecha que se espera en los Estados Unidos y -lo que es más preocupante-, la
pérdida de dinamismo de China, el gran artífice de la "súper soja" de
la que tanto rédito sacó la Argentina durante la década K.
"Los precios de los granos van a empezar a aflojar.
China no va a seguir creciendo como hasta ahora y eso es una pésima
noticia", disparó el experto, quien ve una soja más cercana a los u$s400
que a los casi u$s700 que llegó a marcar en agosto del año pasado.
Y al Gobierno, saber que contará con una caja más chica el
año próximo, lo empieza a condicionar desde ahora.
No es para menos: mientras que este año el Estado recaudará
unos $40.000 millones en concepto de retenciones al complejo sojero, una baja
en el precio del "yuyito" del 15% respecto al nivel promedio en el
que se vendió parte de la cosecha actual implicaría unos $6.000 millones menos
de ingresos fiscales
Frente a estas perspectivas, Caamaño Gómez advirtió que la
"delgada línea roja" por debajo de la cual habría un escenario muy
complejo es la de u$s500 por tonelada de soja.
"Si se llega a un nivel menor que ese precio vamos a
ver más que una luz amarilla", advirtió.
3- Reservas: el
"colchón" que no para de flaquear
El colchón del Banco Central viene reduciéndose pese a la
liquidación récord del agro.
"El Gobierno tenía muchas variables jugando a favor
pero las reservas no dejan de caer", advirtió Caamaño Gómez.
Cabe destacar que, a pesar de todos los sojadólares que
inundaron la economía, la entidad hasta ahora apenas pudo adquirir u$s1.000
millones, una cifra preocupante frente a los u$s6.800 millones de un año atrás.
Así las cosas, desde Econométrica aseguraron que, de no
mediar un cambio de tendencia, las reservas podrían terminar cayendo, como mínimo,
en unos u$s7.000 millones (incluyendo el pago del Bonar VII por u$s2.000
millones en septiembre), dejando como resultado a un Central todavía más débil.
Desde Econviews advirtieron a iProfesional que "si la
Argentina, como hicieron otros países durante estos últimos años, hubiese
engrosado las reservas, hoy podría sostener las importaciones necesarias para
bancar un mayor crecimiento del país. Pero hoy el Gobierno está trabado: no
puede perder más reservas porque el BCRA es la única fuente a futuro para pagar
deuda y debe hacer grandes esfuerzos para que los dólares alcancen para
destinarlos a las importaciones esenciales".
De este modo, para los expertos, la erosión del colchón del
Central va camino a convertirse en en una suerte de "cepo" al
crecimiento.
El otro punto que preocupa es el menor poder de fuego que
tiene la entidad que conduce Mercedes Marcó del Pont para enfrentar una
situación de creciente presión cambiaria.
Según Monteverde, "una vez que un Gobierno pierde la
capacidad de generar los dólares que necesita la economía, el faltante se cubre
con el stock. El problema es que esperamos una mayor emisión de billetes a
partir del segundo semestre. Esto, con reservas en baja, lleva a una situación
explosiva".
Sobre este punto, Caamaño Gómez, advirtió que "las
reservas, en función del dinero circulante, están en sus niveles mínimos. Y
todo muestra que este indicador va a seguir cayendo. Esto repercute en la
confianza que el mercado tiene hacia la moneda nacional".
Este panorama puede verse aun más agravado ante un resultado
adverso en la disputa entre el Gobierno y los fondos buitre, no por la
cancelación en sí -ya que la misma se planteará en un lapso prolongado de
tiempo- sino por el mayor riesgo implícito que implica una eventual condena.
4- Brasil y el real,
la gran amenaza latente
La Presidenta, a comienzos de mayo, aseguró que "para
devaluar van a tener que esperar a otro Gobierno".
Sin embargo, poco tiempo después de esas palabras, tuvo
lugar el anuncio de la Fed y la consecuente aceleración de la depreciación de
las monedas de los principales socios comerciales de la Argentina, como
consecuencia del eventual fortalecimiento del dólar.
Así las cosas, en el último mes, las divisas de un amplio
abanico de países, como Chile, Brasil, Canadá o Australia, cayeron
drásticamente. Y, según consignó The Wall Street Journal en base a proyecciones
de fondos de inversión, las depreciaciones podrían ser aun mayores.
Evidentemente se trata de una mala noticia para la
administración kirchnerista, dado que le mete más presión a realizar un ajuste
en el tipo de cambio.
Y el foco de tensión más preocupante está sin dudas en
Brasil, donde la moneda se depreció de manera acelerada, alcanzando días atrás
su menor nivel en cuatro años. Puesto en términos prácticos, un real barato
implica productos brasileños más competitivos y bienes argentinos más caros en
ese país.
En caso de que en la nación vecina se acelere el ritmo
devaluatorio, el problema de la competitividad, en algunos sectores, se hará
insostenible, lo que obligará a exacerbar el "cerrojo" importador y
lo que encenderá nuevamente la "mecha" de la batalla comercial con
Brasil.
"Lo que suceda con el real es clave para nuestra
industria. Por la suba de costos y el atraso cambiario, un producto fabricado
en ese lugar ya es un 15% más competitivo a uno similar producido en la
Argentina", disparó un alto directivo de una de las principales cámaras de
línea blanca del país.
En este sentido, Belén Olaiz, economista de Abeceb, destacó
a iProfesional que, mientras el real se mantenga en los niveles actuales, de
2,2 unidades por dólar, todavía se podrá "surfear" el problema de la
competitividad, dado que algo de "colchón cambiario" subsiste.
Sin embargo, aseguró que "con un real a 2,50, ahí sí la
situación pasaría a ser compleja para el Gobierno".
A modo de corolario, para Monteverde, el panorama global con
el que se enfrenta el Ejecutivo, en el corto y mediano plazo es, cuanto menos,
preocupante: "El atraso cambiario no se detiene, las reservas no se
recuperan y los precios de los granos tenderán a la baja".
"Para modificar las perspectivas, esta administración
tendría que cambiar el ´chip´ y volver a recuperar la credibilidad. Dos cosas
muy difíciles, por no decir imposibles. Por eso, a futuro, sólo veo más y más
restricciones", concluyó.
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