Por Gabriel Profiti |
En pocas horas Cristina Kirchner dirimió una autodestructiva
interna dentro del Gobierno y mostró algunas barajas de su oferta electoral,
mientras observa el derrotero de la reforma judicial hacia los dominios de la
Corte Suprema de Justicia.
Los cambios de Gabinete no fueron una constante en los seis
años de Gobierno de la Presidenta, sino que por lo general sobrevinieron a
crisis o sacudones, como el conflicto con los productores agropecuarios, la
derrota electoral de 2009, la toma del Parque Indoamericano o la Tragedia de
Once.
Por lo tanto, este lifting en su elenco de colaboradores se
interpreta como otra bisagra y debe leerse en clave electoral, para fortalecer
las posibilidades del Frente para la Victoria.
La mudanza de Arturo Puricelli del Ministerio de Defensa al
de Seguridad saldó una pulseada durísima con Nilda Garré y llamó la atención
porque hace meses que el exgobernador de Santa Cruz manifestó su intención de
regresar a su provincia, luego de una gestión con contratiempos al frente de
las fuerzas armadas.
Garré, previamente promovida y elogiada, fue confinada a la
embajada argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA), un órgano
continental liderado por Estados Unidos, al que los Kirchner no dieron mucha
trascendencia en sus años en el poder. Un dato: la única referente del Frente
Grande dentro del Gabinete había sido medida como candidata a diputada nacional
por la Capital Federal y sus números habían sido escuálidos.
Puricelli ya firmó un certificado de convivencia con Sergio
Berni, el supersecretario que se enfrentó y opacó a Garré, aunque también tiene
previsto llevarse a un grupo de colaboradores a Seguridad como el secretario de
Planeamiento, Mauro Vega; al jefe de Gabinete, Carlos Esquivel, y al vocero Cristian
Notz.
Pese a que tenía algún indicio de que podía ser promovido,
Rossi ya había ordenado la impresión de carteles para su campaña como diputado
nacional en Santa Fe. Incluso en el PJ tenían armada una presentación ante la
Justicia electoral para que la fórmula Jorge Obeid-Rossi pudiera competir, ya
que por la ley de cupo femenino tendría que ir una mujer intercalada entre
ambos.
Finalmente, la salida de Rossi de la interna santafesina
promueve nuevamente como candidata a María Eugenia Bielsa, cuya imagen es muy
superior a la del próximo ministro de Defensa en sus pagos, pero a juzgar por
los operadores del PJ "es tan indescifrable como Marcelo", su hermano
director técnico.
El todavía jefe del bloque del PJ trabajará con su primo, el
agrimensor Sergio Rossi, director de Inmuebles de Defensa. Además, Puricelli
pretende dejar allí a su número dos, Oscar Cuattromo, quien ya había estado con
Garré, pero en la interna había quedado del lado del ahora ministro de
Seguridad.
A su vez, la salida de Rossi deja a la combativa diputada
bonaerense Juliana Di Tullio como jefa de la bancada oficialista, aunque habrá
que ver si logra acomodarse en el puesto.
"Acá todos reportábamos a Rossi y Julián Domínguez
(presidente de la Cámara). Hasta diciembre va a estar ella, después se verá,
hay muchos halcones", se sinceró un miembro del bloque.
Los cambios fueron sorpresivos. Se esperaba dentro y fuera
del Gobierno alguna variante en el equipo económico frente a los dolores de
cabeza que mostró la economía en los últimos meses. Sin embargo, por el momento
sus cinco integrantes fueron ratificados y la nueva apuesta contra la inflación
es el control de precios limitado a 500 productos, bajo supervisión militante.
También es cierto que la gran preocupación de los argentinos,
según surge de todas las encuestas, es la inseguridad y el cambio de manos
supone un giro en esas políticas.
En la reunión que mantuvieron en Olivos, Cristina Kirchner
les pidió a Puricelli y Rossi que atiendan prioritariamente los problemas de
inseguridad en la provincia de Buenos Aires y Santa Fe. Habrá que ver cómo se
instrumentará.
Naipes al paño
Apenas unas horas antes de que el vocero presidencial
Alfredo Scoccimarro comunicara con su mejor versión inexpresiva los cambios de
Gabinete, Cristina Kirchner desató en Lomas de Zamora uno de los más duros
cuestionamientos al interior del oficialismo.
Claramente, su mensaje hizo blanco en Daniel Scioli, quizá
también en Sergio Massa. Allí también parece haber una divisoria de aguas, más
allá de la vocación del gobernador bonaerense de mantenerse en el redil
oficialista, alimentando una construcción política propia definida como
"continuidad con cambios".
Pese a la parrafada en contra, Scioli recibió finalmente el
aval de la Nación para un esperado endeudamiento.
Detrás del embate, sobresalió el simpático trato
presidencial al intendente de Lomas, Martín Insaurralde, sentado al lado de
Scioli, y a Fernando Espinoza, a quien incluso elogio por su nueva campaña
publicitaria con el anagrama de La Matanza, Antamaz.
Ambos parecen encaramados para integrar la lista del Frente
para la Victoria. Otro que paga poco en las apuestas por su favoritismo es
Florencio Randazzo, pese a quiere seguir como ministro de Transporte y ya lo
dejó trascender a varias bandas.
En ese contexto, Randazzo fue citado por Cristina Kirchner
el mismo día que convocó a Puricelli y Rossi.
Las movidas se dieron en simultáneo con los obstáculos
-conocidos de antemano- que la reforma judicial tiene en la Justicia, sobre
todo el cambio del Consejo de la Magistratura que conlleva la elección
"popular" de consejeros.
Ese pleito llegará tarde o temprano a la Corte Suprema y
seguramente será definido antes del 22 de junio, límite del plazo para anotar
candidaturas.
En ese marco, el Gobierno comunicará la semana próxima una
serie de disposiciones reglamentarias para las primarias, vinculadas con el uso
por parte de los frentes electorales del espacio de radio y televisión. El lema
de esas medidas es el siguiente: "Nada se hace para beneficiar al
adversario".
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