Por Gabriel Profiti |
Tal como se esperaba, Cristina Kirchner reafirmó su
centralidad dentro del esquema oficialista, tanto en el cierre de listas como
en el acto de presentación de las candidaturas, cuando comienza a plasmarse
otra interna presidencial con raíz en el PJ.
En el discurso que dio en el Estadio de Argentinos Juniors,
la Presidenta volvió a jugar con la noción de "ganar otra década"
para dejar instalado, como mínimo, la intención de que el proyecto político del
Frente para la Victoria no se agota en 2015.
En el oficialismo estos discursos suelen ser manuales de
estilo. La re-reelección, entonces, seguirá siendo parte del esquema
proselitista, ya que la propia Cristina no parece tener intenciones de
encumbrar de antemano algún delfín para 2015.
“Les pido que me ayuden para seguir gobernando",
reclamó ante gobernadores, candidatos y militantes. Claramente la campaña del
oficialismo es "ella".
A menos que sea más explícita con la noción de que no
buscará un nuevo mandato, la oposición también machacará sobre ese asunto y lo
vinculará a la delicada pulseada entre el Gobierno y el Poder Judicial que tuvo
nuevos capítulos en los últimos días y no quedó exento del discurso
presidencial.
El cierre de listas ya había acentuado la centralidad del
kirchnerismo. "Más cerrada que nunca", confió un hombre que suele
estar a tono con el punteo de nombres de candidatos.
Da la impresión de que en líneas generales no hay
postulantes con aura propia, salvo en algunos casos como el santafesino Jorge
Obeid, por lo cual la figura de la Presidenta volverá a ser esencial para la
suerte de sus candidatos.
Cristina Kirchner conserva un piso del 30 por ciento del
electorado. Desde ese nicho parte. Es posible, entonces, que el Frente para la
Victoria sea la fuerza que obtenga más votos en octubre y que mejore su
dotación en la Cámara de Diputados, donde renueva 45 legisladores contra 80 de
la oposición.
Sin embargo, por el esquema de renovación del Senado corre
el riesgo de perder la mayoría en la Cámara alta y hoy por hoy no hay escenario
posible para establecer una reforma constitucional que permita una
re-reelección.
Pese a que la centroizquierda y el macrismo hicieron enormes
esfuerzos para forjar su política de alianzas y presentarse competitivos, lo
cierto es que los dirigentes con mayor proyección para las presidenciales son
la propia Cristina Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa.
Si no surge un liderazgo opositor no peronista claro en
octubre -¿Hermes Binner, Mauricio Macri, Julio Cobos?- la nueva interna del
peronismo comenzará a dirimirse en elecciones abiertas para consagrar a un
presidente.
Esa pulseada se centrará en la provincia de Buenos Aires,
donde se espera que el 70% del electorado se incline por alguna de las tres
opciones peronistas: Martín Insaurralde, Massa o Francisco de Narváez.
Scioli no es candidato y se alineó al kirchnerismo pero mira
cuál sería el mejor escenario para quedar posicionado como el sucesor por
inercia. Algunos encuestadores creen que volverá a quedar bien parado para 2015
porque será un actor necesario de la campaña del Frente para la Victoria.
Massa parte adelante
Massa logró sumar algunos sectores que estaban alejándose
paulatinamente del oficialismo: están el intendente de Almirante Brown, Darío
Giustozzi; el de Escobar, Sandro Guzmán; un referente de la CGT oficialista,
Héctor Daer; y el industrial quizá más cercano al Gobierno, José Ignacio de
Mendiguren (UIA).
Pero también incorporó sectores opositores como el PRO -con
tres candidatos a diputados nacionales con posibilidades de acceder a una
banca-, el exgobernador Felipe Solá, el ex Coalición Cívica Adrián Pérez, y
radicales separatistas como los intendentes Gustavo Posse y Mario Meoni, entre
otros.
"El intendente de Tigre claramente quiere ir por el
carril del medio entre oficialismo y oposición, pero eso no lo podrá definir
solo. También lo determinarán la Presidenta, sus rivales y los medios",
evaluó Mariel Fornoni de Management & Fit.
Será interesante analizar ver cómo evoluciona la candidatura
de Massa en función de su decisión pero también vinculada con la estrategia de
Cristina.
Es posible que si es elegido como el adversario, se
posicione y crezca como el referente del voto antikirchnerista. Lanzada la
candidatura, la Presidenta habló de "rejunte", pero en el búnker del
oficialismo evalúan que la mejor estrategia sería ignorarlo.
Lo que está claro es que el alcalde del norte del Conurbano
no será más un receptor de votos "multitarget" de oficialistas y
opositores como aparecía en las encuestas pre-candidatura.
Insaurralde arranca la campaña con un 70% de desconocimiento
del electorado entre quienes no saben quién es (55%) y los que escucharon su
nombre pero no pueden identificarlo (15%), según Management & Fit. Ese
desconocimiento es del 57% según Poliarquía, que además le asigna apenas 25% de
imagen positiva.
Desde esa perspectiva, arranca muy atrás, pero con mucho
margen de crecimiento y también como figura renovadora de un espacio que
cumplió diez años en el poder.
Si logran bajar bien su mensaje como la única opción no
peronista Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín podrían celebrar un buen
desempeño en agosto y octubre. Pero el riesgo para ellos es que Massa -o
eventualmente De Narváez- sea el más votado en agosto dentro del arco
antikirchnerista, quede posicionado para polarizar con Insaurralde, y se lleve
todo en octubre.
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