viernes, 10 de mayo de 2013

La “sangre” de “Urtubey Senador 2013”

Rodolfo padre, Julio Mera Figueroa, Menem, Romero y los Kirchner en el complejo árbol genealógico político.

Afiche de Rodolfo Urtubey.
Por Guillermo Gonza

“La misma sangre, la misma lucha”, reza el pergeño electoral con el que el urtubeycismo irrumpe en la arena electoral del 2103 para enfrentar a un peso pesado de la política vernácula como innegablemente sigue siéndolo, a pesar del desgaste lógico de tantos años de gobernante y legislador, Juan Carlos Romero.

“La misma sangre… la misma lucha…”
De no haber sido por el eslogan, los afiches con que el oficialismo empapeló la provincia a fines de abril habrían pasado ante la opinión pública como un elemento proselitista  más con los que la saturan cada bienio. 

Pero no fue así, pues desde el vamos el cartel mostrando a un Rodolfo Urtubey con un más que evidente lifting de photoshop y una sonrisa nunca vista provocó una reacción en la gente que los “cráneos” de la publicidad “U” ni imaginaron. Pero que al estar de sus amigos cercanos impactó fuertemente en el desánimo del gobernador, recientemente estallado en su hernia de hiato y demás alteraciones físicas y síquicas.

¿Linaje azul?

“La misma sangre… la misma lucha…”
La frase de por sí es dura, y más que simpatía genera repulsa, pues la gente común la asocia a casta, clase social o elite, por más que el “iluminado” publicista que la ideó se haya imaginado otra cosa.

Dirige pues al concepto de linaje, que según reza la Real Academia Española en su incontrastable diccionario es sinónimo de estirpe, “ascendencia o descendencia de una familia”, “clase o condición de una cosa”,  o “vecinos nobles reconocidos como tales o incorporados a la nobleza”.

Y si al vocablo “sangre” directamente nos remitimos, nos damos con que proviene del latín sanguis inis (que seguramente el mismo gobernador debe tener en claro mejor que nadie al haber sido educado en el único bachillerato que forma a sus alumnos impartiéndoles este exclusivo idioma) y que entre sus acepciones cuenta que aparte de “linaje o parentesco” también significa “condición o carácter de una persona”.

Amén de las consideraciones que pueden inferirse de la condición o carácter que pretende endosársele al hermano del gobernador, que bien pudiera ser objeto de otro análisis, lo que verdaderamente impacta es la noción de estirpe o linaje que directamente asimila el salteño común al pararse frente al cartel de propaganda.

Más aún en esta tierra donde precisamente esta característica social se destacó mucho más que en otros lugares del país. La noción de clase,  de casta superior y – por qué no- de sangre real.  O lo que es lo mismo: Sangre azul.

Según el mencionado mataburros, “una expresión de origen español que se ha extendido a otros idiomas (blue blood, sang bleu) e indica noble cuna o ascendencia. Se dice que el origen es la palidez propia del color de la piel de los privilegiados, que no realizaban trabajos físicos ni sufrían las inclemencias del tiempo, mientras que los campesinos y artesanos tenían una piel curtida. Las venas vistas a través de una piel transparente tienen un aspecto azulado. El mismo origen parece tener el arquetipo del príncipe azul, muy presente en el imaginario popular, incluso en los cuentos infantiles”.

Sin embargo en las paredes, cartelería y luminarias copadas por la poderosa entente electoral - gubernamental que rige los destinos de Salta ( PJ + PRS peronizado + FPV kirchnerista puro aliado) el afiche de marras sigue siendo puesto y repuesto, seguramente producto de jugosos contratos publicitarios que así como se asumieron deben ser cumplidos. Por lo que los salteños hace ya dos semanas que vienen mascándolo y digiriéndolo, no sin esfuerzo por su nula estética. De creatividad publicitaria, ni hablar.

¿La sangre del tío Julio?


“La misma sangre… la misma lucha…”
Seguramente, los sagaces estrategas de la campaña “U”  saldrán al cruce y dirán que análisis como el expuesto en esta nota están fuera de lugar y que el motivo de tamaña consigna no se debe a ninguna cuestión de casta superior, ni de clase, ni de sangre azul, ni de la nobleza, sino a la sangre política común que fluye por las venas de los hermanos. ¿Será así?

Veamos: Que corre sangre política por la venas de la familia Urtubey no hay dudas; pero que de la misma sangre se trate, más vale que sí.

Vamos pues al árbol genealógico – político más cercano tanto al hermano gobernador como al hermano senador (es un hecho al ser cabeza de lista) y repasemos de qué rama provienen, así los salteños se percatan –siempre siguiendo esta teoría de la sangre planteada en el afiche- del linaje político que los nutre e impulsa.

Son hijos de Rodolfo Urtubey y “Licha” Mera Figueroa. El primero, notable letrado, miembro de la conducción del PJ en los ‘70 y estrechamente vinculado ideológicamente al más acérrimo sector de la derecha del partido de Perón. “Licha”, por su parte, hermana del encumbrado político salteño Julio Mera Figueroa, intelectual montonero en la década de plomo y legislador nacional desde 1973 a 1976 enrolado en el famoso grupo de los ocho diputados de “La Tendencia”, que integraban entre otros también el tucumano José Vittar y la actual ministra de Seguridad Nilda Garré.

Según él mismo gobernador lo reconoce, fue en realidad su tío Julio Mera Figueroa quien lo inspiró en su carrera política. Sigamos por lo tanto esta línea de consanguinidad.

Mera padeció la persecución tras el golpe del 76, fue preso político (compartió encierro y sufrimiento con el director de este semanario en la U9 de La Plata), se exilió en México y regresó al país en 1982.

Luego, en la historia más reciente post dictadura genocida, junto a Daniel Isa fue el motor de la precandidatura presidencial en 1988 de Carlos Menem, quien finalmente se impuso a Antonio Cafiero en aquellas memorables internas peronistas. Mano derecha del polémico riojano, fue su ministro del Interior durante los dos primeros años de gestión. En cuanto a política, Mera pasó de revolucionario montonero en los 70 a firme puntal de las políticas económicas neoliberales y de reconciliación nacional (indultos a represores y ex guerrilleros) en los 90.

En resumen, esta sangre política que según los afiches del peronismo salteño urtubeísta posmoderno, y que movería a “la misma lucha” a los hermanos, es más que heterogénea.

Un ADN político complicado

“La misma sangre… la misma lucha…”
Siguiendo los lazos intravenosos por los que los salteños nos debemos regir –según reza la consigna del afiche- al emitir nuestro voto, vamos a un terreno más acotado, al estrictamente correspondiente entre los dos hermanos. 

[Los otros, también funcionarios o asesores o proveedor privilegiado del Estado (Facundo y Soledad) o dirigentes notables (Alejandro en el Top Race o José en la UIA) quedan fuera de este “ADN” al no postularse electoralmente, al menos por ahora]

Entonces la pregunta de cajón es: ¿qué tipo de sangre resultaría de la transfusión Juan Manuel – Rodolfo?

Vale el repaso, por lo tanto, del accionar político con el que nutrió su sangre peronista el actual joven mandatario de los salteños:

Allá por 1995 irrumpió con el sublema Soluciones como candidato a diputado provincial, sin captar los votos necesarios para serlo. Una vez instalado el hoy vituperado Juan Carlos Romero en el poder, fue convocado para integrar su gabinete como director de Prensa (tiempo después y con otro funcionario se la elevó al rango de Secretaría de Estado), secretario de Gobierno y coordinador del plan Familia Propietaria entre los años 1995 y 1997.

Más adelante, y en un andar cómodo de los delfines y protegidos  fue impuesto por su entonces líder-conductor y estadista Romero para la diputación nacional por dos períodos, 1999 – 2003 y 2003 – 2007.

Tras cartón, la historia es la conocida: su magistral jugada por fuera del PJ en alianza con el PRS para derrotar al tándem Romero – Wayar y alzarse con el poder total en la provincia en aquella elección donde triunfó por unos 5 mil votos, ayudado por sus leales más un elenco de previsibles conversos a futuro.

¿Será esta la sangre a la que refieren los publicistas de la campaña “U” con el mentado afiche? Pareciera que no…

O por el contrario, ¿será la faceta post romerista la que se impone en el dosaje político con el repentino abandono de sus banderas liberales menemistas de los 90 y su transformación en fiel exponente “revolucionario” del nuevo “modelo K” que como obra y gracia del capricho duhaldista se instauró en el país desde 2003 hasta el presente?

Se infiere que es ahí –en la “revolución nacional y popular” de Néstor y Cristina Kirchner- donde apuntarían los analistas “U”.

Ello, por supuesto, en un vano intento de borrar de la memoria  las frases que plasmara en su histórico libro, el ya incunable “Sembrando Progreso” de 1999, donde alababa a las gestiones de Menem y Romero por igual. Obra cumbre donde –por ejemplo- vehementemente afirmaba, en cuanto al gobierno nacional primero:

•             “en el año 1989 había asumido el doctor Carlos Saúl Menem, dispuesto a insertar a la Argentina en la órbita de los países que a partir de la revolución científica, robótica, la ingeniería genética, de la revolución de los materiales que gravitan en este mundo. La estabilidad política primero. La estabilidad económica, las privatizaciones, la transformación del Estado, el afianzamiento de la democracia, la libertad de expresión, la consolidación del Mercosur, son otros tantos ejemplos…”

Y en relación a la provincia luego:

•             “Este libro intenta mostrar cómo, cada una de las medidas tomadas por el gobierno del doctor Juan Carlos Romero tiene implícita la búsqueda de un sentido que nos trascendiera a todos (…) Por esto, en mi criterio, la más importante de la acciones de gobierno de J.C. Romero fue y es la elaboración y concreción, paso a paso, de un proyecto político que nos incluya a cada uno de los ciudadanos de esta tierra”

Habrá que creer, por lo tanto, que por aquella cuestión de “la sangre” planteada en el afiche “Urtubey Senador” el leit motiv de la campaña de la virtual fórmula Urtubey – Urtubey más bien apunta a la “nueva” etapa.

La del Juan Manuel rebelde (es un eufemismo) de sus propios escritos y dichos.

La del Juan Manuel rugbista y motoquero del exclusivo club BMW; pero abanderado de los humildes al mismo tiempo.

La del Juan Manuel que pondera la libertad de prensa cuando se lo alaba; pero que persigue implacablemente medios cuando se lo critica y llega al extremo de confesar que ciertas expresiones periodísticas le fueron prohibidas por sus médicos en resguardo de su salud mental. Intolerancia que le llaman.

La del Juan Manuel cogobernando con el PRS, partido según sus propias palabras escritas “nutrido por los cuadros que acompañaron el proceso militar sin inserción en la historia política de la democracia nacional, que se encerró en sí mismo, sin prestar  atención a las inmensas posibilidades que le ofrecía la nueva situación política nacional e internacional”, responsable del descalabro que provocó en 1995 el retorno del peronismo al poder.

Nepotismo sanguíneo

Lo que sí nadie puede dudar es que el gobernador ha despreciado ya su primigenio postulado recién asumido el poder a fines de 2007, cuando proclamaba a los cuatro vientos que nunca nombraría familiares durante su gestión.

Poco tiempo transcurrió para el nombramiento de su hermano Facundo al frente de la “Agencia de Promoción de la Provincia de Salta”, algo así como el portal para negocios obviamente beneficiosos para el Estado. El mismo Urtubey que es considerado como uno de los  “colonos” más prósperos del Chaco Salteño, con la empresa JOFA, responsable según denuncian ambientalistas de los desmontes más devastadores de la región, que se dedica a la explotación agroforestal. Facundo, se sabe, trabaja en estrecha colaboración con José, “capo”  -o CEO como se prefiera llamarlo- de Celulosa Argentina y por un pelito (movida política frustrada por la más alta influencia nacional) casi presidente de la poderosa UIA.

Transcurridos un par de meses de 2008, el gobernador nombró a su esposa Ximena Saravia Toledo como interventora de Payogasta, luego del fallecimiento del intendente de la bella localidad vallista, el romerista histórico Héctor Legorburo.  Es cierto, podrán decir que no es su misma “sangre”, pero es su esposa. Punto.

Todo ello hasta llegar a Rodolfo, la frutilla del postre. El parco ex juez en Buenos Aires que de que rompe y raja se transformó en el co–abanderado de los humildes salteños, y dueño de una tonada porteña plena de erres que por más ganas ponga le es imposible disimular.

“Rodolfo Senador” designado para manejar nada más ni nada menos que 180 millones de dólares del Fondo de Reparación Histórica del Norte provincial. Tarea de la que se ocupó hasta hace una semana, cuando renunció, en un acto de grandeza, para asumir el sacrificio de la ya asegurada senaduría nacional. Decidida al más puro estilo Néstor Kirchner con su heredera, por su hermano gobernador.

Pero la del nepotismo pura y exclusivamente es la menos factible de las teorías, porque a pesar de la consanguinidad que implica, en Salta sólo se trata de esfuerzos altruistas de familiares que no pueden estar sin asumir funciones públicas por el bien de la provincia.

Mientras tanto, los salteños que caminan las cada vez más inseguras calles, a quienes verdaderamente se les hiela la sangre ante tanto asalto y violencia diaria,  tienen que seguir atragantándose con la bacanal de afiches del gobierno que los impele a votar según “la sangre” de un candidato del gobierno. 

“La misma sangre”…

Casi nada.

© Semanario Nueva Propuesta

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