Por Ana Gerschenson |
Salvando las distancias, el kirchnerismo tiene en Amado
Boudou a su propia María Julia Alsogaray, investigada por irregularidades en la
función pública. Justamente, los casos de corrupción ignorados desde lo más
alto del poder son otro punto de contacto. En el kirchnerismo, como en el
menemismo, no hay castigo ni apartamiento para los funcionarios sospechados.
Si Menem tuvo su "venta ilegal de armas a Croacia y
Ecuador", entre otros tantos casos emblemáticos, Cristina Kirchner también
cuenta en su haber dos investigaciones judiciales que impactan en la
transparencia de su gestión: en 2011 los fondos públicos desviados desde Sueños
Compartidos, una asociación creada para la construcción de casas por las Madres
de Plaza de Mayo. Y recientemente, las denuncias por lavado de dinero que
involucran a un empresario del entorno de la familia Kirchner.
Es el santacruceño Lázaro Báez, que pasó de cajero de banco
a ultramillonario gracias a licitaciones obtenidas durante la gestión K, podría
compararse con Alfredo Yabrán, el mega empresario postal, que tuvo un
crecimiento sideral por los negocios con el Estado durante el menemismo.
Menem también se obsesionó por manejar a los jueces y sus
tribunales. Una ley sancionada el 5 de abril de 1990 en el Congreso, disfrazada
de institucionalidad, elevó de cinco a nueve los miembros del Alto Tribunal, y
así obtuvo durante su década de gloria una Corte Suprema adicta, facilitadora
de su plan de privatizaciones.
Claro que nunca llegó a proponer y sancionar una reforma
judicial como la que se aprobó esta semana en el Congreso por orden de la
Presidente, quien ignoró sistemáticamente los cuestionamientos de la oposición,
los magistrados, las asociaciones civiles y hasta un comunicado de las Naciones
Unidas. Todos advirtieron que la ley es un peligroso avance sobre la
independencia de la Justicia. Pero justamente, esa es la idea de Cristina y
Carlos Zannini, el Corach-Bauzá de esta época. Si antes se cuidaban las formas
o se ensayaba un debate como durante la Ley de Medios, hoy las urgencias
políticas desnudaron el fondo de la cuestión abiertamente.
La magistrada estrella de los '90 fue María Servini de
Cubría, como lo es hoy para el kirchnerismo el juez federal Norberto Oyarbide.
El magistrado entrerriano maneja varias causas sensibles
para el Gobierno nacional, especialmente después de que en 2009 sobreseyera al
matrimonio Kirchner en la investigación por enriquecimiento ilícito. Las
declaraciones juradas del matrimonio mostraron un aumento patrimonial del 572
por ciento desde el 2003 al 2009. Oyarbide cerró la causa.
Si algo faltaba, la revelación de la ex secretaria de Néstor
Kirchner, Miriam Quiroga, sobre bolsos con dinero que habría trasportado el ex
secretario privado presidencial, Daniel Muñoz, una denuncia que deberá
dilucidar la Justicia, también se conectan con otro secretario privado. Ramón
Hernández, quien ocupó ese cargo durante el menemismo, y sobre quien también
cayeron denuncias por enriquecimiento.
Hay una faceta en la que sorprendentemente también se rozan
los comportamientos políticos deMenem y Cristina. En los '90 no existía Twitter,
pero el riojano logró inmortalizar en sus discursos frases como "estamos
en el primer mundo", "estamos mal, pero vamos bien", o como
cuando aseguró seriamente en 1996 que "dentro de poco llegaremos de
Argentina a Japón en una hora volando en cohete por la estratosfera".
Fueron palabras que permanecieron en el tiempo.
Algunos tuits de la Presidente también serán recordados.
Como cuando contó hace una semana que es fanática de la serie "Games of
Thrones". "Me encanta.Cuando los de DirecTV vinieron a verme para
anunciar nuevas inversiones les pedí, si por favor podían traerme la tercera
temporada", fue una de sus revelaciones, siempre matizadas con una palabra
en inglés, a pesar de que no lo habla con fluídez. Desde Caracas, durante los
funerales de Hugo Chávez tuiteó: "Leisbeth, me quiso llevar a un salón
especial, pero yo preferí ir a un baño. Why? Luego de recibir al boxeador
Maravilla Martínez escribió: "Navegando en superficie y con la bandera
argentina ondeando. Very, very good".
Recibir a estrellas internacionales también es otro espacio
de coincidencia con los '90. La Presidente no recibe a dirigentes opositores,
pero ha tenido lugar en su agenda para sentarse con Roger Waters, Ricky Martin,
Roger Federer o Madonna.
De la pesificación a la dolarización ficticia de la
convertibilidad fueron la marca registrada del menemismo. El kirchnerismo quiso
invertir ese círculo histórico. Y lo logró mientras vivió Néstor Kirchner, un
convencido de que el dólar no debía ocupar el centro de las preocupaciones de
los argentinos por sus consecuencias instantáneas de desconfianza política.
Hoy, el blanqueo volvió a activar el círculo y regresó a los argentinos de la
pesificación compulsiva a la revaloración del dólar como preservación del
ahorro.
Hace casi exactos diez años, Néstor Kirchner prometía en su
discurso de asunción "traje a raya para los evasores", y aseguraba
que "no habrá cambio confiable si permitimos la subsistencia de ámbitos de
impunidad. Una garantía de que la lucha contra la corrupción y la impunidad
será implacable, fortalecerá las instituciones sobre la base de eliminar toda
posible sospecha sobre ellas". Cristina hoy lo contradice.
También Menem había dicho, cuando asumió en
1989,"declaro a la corrupción delito de traición a la patria". Y
termina siendo, a la luz de la realidad, otra coincidencia con formato de
promesa incumplida.
© WE
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