Al respecto, la teoría feminista ha modificado en los últimos años el modo en que son percibidas las relaciones entre hombres y mujeres al identificar a la violencia sexual como un fenómeno que mantiene la subordinación femenina. El origen de esta problemática parece encontrarse en una rígida diferenciación entre los roles tradicionalmente atribuidos a ambos géneros y a la posición de inferioridad que la mujer ha ocupado históricamente respecto del hombre.
En su artículo primero, la Declaración de Naciones Unidas
sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, de 1993, define la
violencia contra las mujeres como «todo acto de violencia basado en la
pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, incluidas las amenazas
de tales actos, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si
se producen en la vida pública como en la privada».
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