jueves, 16 de mayo de 2013

El pueblo sabe de qué se trata…

Por Gabriela Pousa
Mayo de 2013, el análisis político en la Argentina pertenece ya a la abultada nómina de cosas inútiles. Casi podría decirse que secunda a la ética, a la decencia y a la moral, virtudes de antaño devenidas obsoletas.

Cualquiera puede predecir hoy, aunque sea a grandes rasgos, qué dirá el diario de mañana, y mañana no tendrá motivo para asombrarse a no ser que haya vivido en un tupper. La coyuntura argentina es grotesca. La mítica bóveda de Cristina es apenas un símbolo, una radiografía que nos determina, un emblema. La ignominia camina entre nosotros como una más, convivimos con ella como convivimos con un paraguas cuando hay tormenta.

No hay casualidades. Una cosa lleva a la otra. No sabía de su existencia quién no quería saberlo. Los Kirchner no devinieron corruptos de un día para otro, quizás la mirada absorta frente a un LCD o un plasma distrajeron… Lamentablemente, el bolsillo sigue siendo el órgano más sensible del argentino.

Lo cierto es que hasta es posible que toda imagen y evidencia de la estafa que representa esta máscara de democracia, nos suene a poco. Pasó, sin ir más lejos, la semana pasada cuando Miriam Quiroga decidió romper el silencio. “No dijo mucho” fue una opinión repetida como si necesitáramos escuchar más para conocer la trama y sus reversos.

Si en algo se diferencia este pueblo al de hace 203 años es en el conocimiento. El pueblo sabe con creces de qué se trata, quiénes son los responsables directos, quiénes los cómplices por acto u omisión, donde están las causas y donde las consecuencias de estar presenciando este saqueo.

A lo mejor no está completamente claro la identidad de las víctimas, es decir el quienes sufren realmente todo esto, y es por eso que las amenazas a un fiscal se limitan a un “qué barbaridad“. Y los rumores de una expropiación al diario Clarín no se leen como lo que realmente son: la expropiación de su libertad y de la mía para elegir.

Rogelio Alaniz encontró la misma anécdota que yo al pensar de que manera describir el escenario que nos toca vivir. Y es que hay puntos en común no con épocas de magnas epopeyas sino con las páginas más negras.

Cuenta que cuando el comunismo estaba a punto de derrumbarse, en una de las plazas de Moscú un grupo de disidentes se paseaba exhibiendo carteles en blanco. Inquietos, los vecinos se acercaron a los manifestantes para preguntarles qué significaba esa manifestación. A las pancartas les faltaba la impresión de consignas. Finalmente, uno de los manifestantes dijo: “¿Es que no han advertido que ya no hay nada más que decir, que ya todos sabemos todo lo que hay que saber?”.

Como reza el viejo refrán “a buen entendedor, pocas palabras” y a veces ninguna es una opción válida. De allí que mi análisis ciertamente está de más. ¿Quién de ustedes no sabe lo que está pasando acá?


Después de 10 años de analizar al kirchnerismo las posibilidades son dos:

1) O no me he confundido y estamos llegando adonde era lógico que llegáramos de acuerdo a los métodos, al camino escogido y a la concepción política kirchnerista

2) O me he confundido desde el principio y estamos arribando a la “panacea” de liberarnos ya no de Clarín o Papel Prensa sino de nosotros mismos.

De aquí en más, será el gobierno quien piense, decida y elija en nuestro lugar. Es verdad que siempre hay un porcentaje social convencido del vano confort que otorgan los autoritarismos bajo el eufemístico “Estado de bienestar“. De allí que probablemente no encuentre unanimidad en las respuestas.

Lo cierto es que el peligro para la República ahora no está en “jóvenes idealistas” sino en Balcarce 50. Sin botas estamos entrando en una dictadura civil. Suena menos duro quizás pero a los fines de la libertad lo mismo da. Democracia no es únicamente ir a votar cada tanto…


Lo único que nos dejará haber vivido bajo el gobierno del kirchnerismo será la certeza de haber presenciado la decadencia política y moral más profunda de nuestra historia, de modo de poder contar mañana, a hijos, nietos o sobrinos cómo era ser honrado en un país dominado por una banda de delincuentes atrincherados en sus cargos.

No puedo dejar de recordar en estos días, un episodio que le sucedió hace algunos años a Bernardo Neustadt mientras paseaba por El Rastro. Estaba parado mirando una vidriera cuando una mujer se le acerca. Al verla, Bernardo automáticamente la saludó, creyendo que podía ser algún espectador de “Tiempo Nuevo”, su programa por televisión. Error.

La mujer parada frente a él, era ni más ni menos que Isabelita quién inmediatamente lo increpó diciéndole: -”¿Cómo tiene usted, el tupé de saludarme? Usted que ha cooperado a mi caída, a mi exilio, ¿tiene el tupé de saludarme?” A esa altura ya había advertido quién era ella. Sin poder reponerse de la sorpresa, y antes que esbozara palabra alguna, Isabel Martínez de Perón, continuó: -”No tema, le estoy haciendo una broma, pero por favor, dígame usted, ahora que yo ya no soy gobierno, ahora que ha pasado tanto tiempo, ahora que yo no he vuelto, ¿la Argentina está mejor?”

Hoy por hoy, no hay nada nuevo bajo el sol. De manera que la no respuesta a esa ex presidente de la Nación y la hoja en blanco, amén de ser un modo de no subestimarlos contándoles lo que saben a la perfección, es también la más cabal descripción de lo que está pasando, y de cómo serán las crónicas y análisis si se los deja seguir avanzando. 




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