Por Marttín Risso Patrón |
¡Tengo el Poderrrr...!
La madre Natura tiene una capacidad de expresión contundente, clara y
precisa. Sus rutinas arcanas, sus ciclos, su matriz de Vida, nunca han dejado
de sorprender a quienes aunque sea por un momento nos detuvimos a pensar en
Ella, que el tiene poder sobre todo lo existente. Más, si ese todo
contiene construcciones hechas por nosotros.
La naturaleza Humana, no es lo mismo que la Naturaleza. El sólo hecho de
haber adquirido, desarrollado, o como se quiera, nacido con la capacidad de
transformarla, combinar sus partes, influir sobre sus ciclos, es una prueba irrefutable
de que, como seres humanos, o pensantes y comunicantes [que es nuestra nota
esencial], estamos llamados a desafiarla. Y la desafiamos. Desde la intimidad
de la genética a la informática, desde los abismos oceánicos a la conquista del
espacio profundo... Semidioses, los seres humanos.
Pero he aquí que, como dice Doña Clota, que para argumentar no tiene
tía, «Quod natura non dat, Salmantica non præstat» [Lo que la naturaleza
no da, Salamanca no (lo) presta]; ¿y sabe usted cuáles son los atributos que ni
siquiera prestados podremos obtener, al carecer de ellos naturalmente de
movida, entre otras cosas? Le digo: inteligencia, memoria, capacidad de aprendizaje,
curiosidad, capacidad de asombro, contenido emocional para vestir nuestras
conductas... Eso, nada más ni nada menos.
Así es que, ante la atronadora voz de la Naturaleza que nos moja, que
nos quema, que nos hunde y revolea como muñecos de trapo, si no obramos con
inteligencia, no sentimos curiosidad ni nos asombramos, y ni siquiera
recordamos que estamos para protegerla, entonces sí que estamos en el horno. Semidioses
de papel pintado. Que no somos otros que la materialización del
aristotélico zoon politikon [pa’ pior, masculla la
Vieja...].
Y si encima de eso nos convertimos en animales politiqueros,
bueno, la cosa está que arde.
Oportunismo degradante
Ni más ni menos fue lo que algunos de nuestros dirigentes políticos
hicieron en medio de la inundación de BA y alrededores.
No es cuestión aquí de redundar en que las ciudades son entes complejos,
cada vez más complejos, cuyo mero crecimiento físico plantea de continuo nuevos
y desafiantes problemas a sus administradores. Las cíclicas lluvias no son las
mismas año a año, por un lado porque cambian de intensidad y volumen
debido al cambio climático propiciado, justamente, por los semidioses,
pero por otro lado, porque las estructuras urbanas no soportan los embates del agua
que cae del cielo, ausencia de previsión, también de los demiurgos.
Es en ese escenario, que los administradores de la vida en común que es la
comunidad, en las ciudades, se ven realmente desolados porque no encuentran
respuestas, y entonces se lanzan a culparse mutuamente de la tragedia de las
lluvias, cuando en realidad la tragedia es la falta de soporte urbano para las
lluvias. Cuando no, por ejemplo el caso del profesor Luis D’Elía, sopando
[por no decir “mojando” que sería medio guarango en estas circunstancias]
que salió tuiteando a desmerecer los trágicos desenlaces de la Plata, atribuyéndolos
a Clarín y compañía como protectores del “Niño”, para luego tener que meterse
el tuiter en la bolsa y pedir perdón. O el caso del médico teniente
coronel segundo jefe de la seguridad nacional, que le echaba la culpa de la
cuestión a que el jefe Macri no le daba importancia al problema, y salvaba
viejitas con un gomón policial en las puertas de la casa de la señora Ofelia
Judith Wilhelm, madre de la presidente de la República [lugar donde el agua no
subió el umbral]; lo mismo que el arquitecto Jefe de la deconstrucción de la
República Julio De Vido, que opinaba lo mismo... O el propio Macri, hablando de
“la tragedia de la lluvia” [cuando todos sabemos que la verdadera
tragedia es su inoperancia urbana, eficiente para convertir en pistas de
carreras las avenidas porteñas, pero no para que los sumideros esquineros
sean eficientes]. Ela nave va...
Mientras, también en los programas de entrevistas políticas se hacía
dulce de leche de los dichos de mis colegas opinólogos que apoltronados en los
platós discurrieron entre lo político, lo filosófico, lo técnico, lo ambiental
y lo esotérico para hablar de la inundación, pulcramente producidos para
la cámara.
Scioli, con su cándida perversidad política, en tanto, contaba muertos y los
sigue contando. Mientras, la burócrata Alicia Kirchner brilla por su absoluta
ausencia, cuando ya debiera estar al frente de sus cacareadas huestes
"sociales", para paliar, como corresponde, tanto dolor urbano. Ni
uno solo de los punteros de sus prepotentes organizaciones fascistas, organizando
nada.
Todos mirando hacia los otros, al otro, entre sí... no a la
gente sin servicios públicos, con muebles hechos pedazos, con casas
desoladas... Con frío y bronca. Nadie, demostrando haber construido
algo concreto para que el agua, tan preciosa, tan necesaria, no se convierta en
enemiga pública número uno de la gente de a pie, por la propia ineptitud de los
administradores; nadie que aún sin haber concurrido a Salmantica,
tenga dos centímetros de caletre para comprender que con la realidad no se
juega; y lo que es peor, que no entienda que la estupidez de la
politiquería jamás, jamás, debiera suplantar a la sensatez de
la Política.
El agua de mojar votos
Mire vea, lo único que queda claro aquí, es que la lluvia se
metió de lleno en la campaña. Y lo único que se le puede sonsacar a la
realidad, es que la gente no come agua. Entonces, la madre Natura
hace correr el agua de mojar votos y se los lleva lejos, muy lejos de lo que
estos personajes puedan siquiera imaginarlo.
Edición impresa: Semanario Nueva
Propuesta del viernes 05-A-13
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