Por Alfredo Leuco |
Por qué Cristina ejecuta el ataque civil más grave a la
democracia desde 1983?
Porque intenta eliminar todo tipo de control al creciente
autoritarismo de su gestión. El Judicial es el único poder que le falta
disciplinar para terminar de quebrar al periodismo. Es lo medular de su
pensamiento hegemónico que mixturó en Santa Cruz el caudillismo reaccionario de
los patrones de estancia, el desprecio de lo que su generación definía como
democracia liberal, formal o burguesa y su propio carácter personal de zarina.
¿Por qué se define como ataque “civil”?
Porque los
levantamientos golpistas de carapintadas como Aldo Rico o Seineldín,
obviamente, fueron incomparablemente más graves.
¿Cuál es la verdadera
dimensión de la ofensiva “cristinizadora” de la Justicia?
Inmensa, inquietante.
Es una nueva profanación de una bandera justa. Diversos dirigentes opositores
han utilizado terminología de destrucción masiva como “fascista”,
“totalitaria”, “monárquica”, “dictatorial” y “absolutista”. En la práctica, no
hay antecedentes en el planeta de que los encargados de designar o destituir
jueces sean elegidos en la misma boleta del partido que gana las elecciones. Es
como ponerles una pistola en la cabeza a los jueces. Sólo se les perdonará la
vida profesional si resuelven según el interés del gobierno de turno. No sólo
el de Cristina. De cualquier gobierno que venga en el futuro. Sería bueno que
los diputados oficialistas piensen si les gustaría que Mauricio Macri, por
ejemplo, en caso de ser elegido presidente, también pueda resolver sin mucho
esfuerzo si un juez merece ser despojado de su cargo sólo porque falló en
contra de sus necesidades o porque se negó a perseguir a opositores. Porque ése
es el otro objetivo de Cristina. Proteger a jueces como Norberto Oyarbide y a
su vez darle impunidad a la mafia corrupta de funcionarios y, de paso,
entusiasmar a otros magistrados para que en nombre de la revolución
kirchnerista y algunos miles de dólares encarcelen o les hagan la vida
imposible a los que no se venden.
¿Es inexorable que
esta mal llamada “democratización” tenga éxito?
A “Seguro” lo
llevaron preso. El Gobierno tiene muchas posibilidades. Pero va a tener que
sortear algunas barreras. Primero, en Diputados. Hay una decena de legisladores
oficialistas que tienen dudas. No quieren dejar sus dedos pegados en semejante
salvajada. Hay que recordar que en otro tema tan delicado como fue el “pacto
con Irán”, a Agustín Rossi le costó tanto asegurar el quórum que tuvieron que
hacer el papelón de que dos ministros renunciaran a sus cargos para reasumir
fugazmente sus bancas. Pero suponiendo que se convirtiera en ley, de inmediato
van a llover los planteos de inconstitucionalidad y después, con la misma
velocidad, el reclamo de per saltum, tanto del oficialismo como de la
oposición, para llevar el tema a la Corte Suprema.
¿Qué pueden resolver
los miembros del máximo tribunal?
La única certeza es
que el Gobierno enojó a varios de sus integrantes por diversos motivos. Y que
estos proyectos vacían gran parte del poder de la Corte e incluso le quitan la
caja, es decir la administración de sus recursos. No hay operación K que no
incluya como primer paso el de asfixiar económicamente al contrincante.
Herencia de Néstor, que siempre supo que por la plata baila el mono. Es la
manera más directa que tienen de intentar someter a la servidumbre a
cualquiera.
¿Qué va a hacer la
oposición?
Intentar convencer a
los diputados oficialistas que más dudan. Industrializar los reclamos de
inconstitucionalidad y rezar para que la Corte se ponga las pilas que deberían
ser recargadas por una poderosa movilización el 18A.
¿Se espera que sea
masiva y territorialmente extendida?
En las redes sociales
la actividad es similar a la de los grandes acontecimientos del 8N y el 13S. Si
esas concentraciones son el piso de lo que pueden juntar, puede ser algo
importante. Eso sólo se puede confirmar en la calle, codo a codo, cuando
demuestren que “son mucho más que dos”. La novedad será la participación de
partidos opositores, que le dará algo más de organización. Casi todos los
afiches que convocan hablan de “La Justicia no se toca”, o “No hay paz si no
hay justicia”, que muestra una mano ensangrentada rompiendo un alambre de púas.
Habrá que ver si los indignados argentinos se cuentan por decenas o cientos de
miles. No es lo mismo cualquier cifra.
¿Qué puede ocurrir si
el Gobierno tiene éxito con sus leyes?
Es probable que la
boleta única del oficialismo sea encabezada por Cristina o por Carlos Zannini.
Buscan una figura que arrastre y potencie a varios candidatos muy flojos en los
principales distritos.
¿Y la oposición no
puede hacer lo mismo y adelantar una suerte de segunda vuelta?
Lo mismo, no. A
último momento, el Gobierno se dio cuenta de esa posibilidad y agregó dos
párrafos para evitarlo. Pero puede encontrar una vuelta legal. El 12 de junio,
para las PASO, debería anotar una alianza que lleve la misma lista de
candidatos a consejeros y de todos los candidatos nacionales, sobre la base de
reconocer los liderazgos o las encuestas. Sería una tarea titánica para
aquellos a los que les cuesta ponerse de acuerdo en un abrazo a Tribunales o en
un documento conjunto. Pero todos podrían reconocer a Cobos en Mendoza o a De
Narváez en Buenos Aires, por ejemplo, y armar listas pluralistas debajo de
ellos. Es complicado pero no imposible. Un senador radical y un ex ministro
peronista ya lo están estudiando. Fundar una suerte de Polo Democrático en
defensa de la libertad que, obviamente será acusado de ser la nueva Unión
Democrática. Ellos responden: a problemas extraordinarios, respuestas
extraordinarias.
Cierro estas preguntas y respuestas con una opinión de José
“el Pepe” Mujica. Horacio Verbitsky lo definió como “el ídolo pobre de los
argentinos ricos”. Con esa misma lógica irrespetuosa podríamos decir que
“Cristina es la ídola rica de los progres enriquecidos”. El presidente de
Uruguay dijo sobre el kirchnerismo: “El gran defecto de estas formas
semipopulistas es que, indirectamente, son medio cesaristas. Y terminan
generando una categoría poco republicana en la sociedad. Se produce una nueva
nobleza. Eso es lo más peligroso que tienen”. Es lo que aquí muchos llamamos
partido único, autoritarismo hegemónico, cristinato o democradura. Usted elige.
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