Cristina y Francisco: Los proyectos que el Gobierno desactivaría. |
En la apertura de sesiones la presidenta anunció la
ampliación de las cámaras de casación a todos los fueros y que los miembros de
la magistratura se elegirán por el voto. Pero nunca envió los proyectos y en el
Gobierno no descartan desactivar todo. En el Congreso lo adjudican a la presión
de la iglesia y anuncian cambios en la reforma del código civil.
El acercamiento de Cristina Kirchner a la iglesia a partir
de la asunción del ex cardenal porteño Jorge Bergoglio como Papa frenó la
reforma judicial que anunció durante la apertura de sesiones ordinarias y hasta
cambiaría algunos aspectos del nuevo Código Civil.
La presidenta cerró el discurso de más de tres horas del
pasado 1 de marzo en el recinto de Diputados con el detalle de una serie de
proyectos de ley para reestructurar el sistema judicial, en su afán por
"democratizarlo", según el relato oficial.
El principal consistía en crear Cámaras de Casación en lo
Civil y Comercial, en lo Contencioso Administrativo y en lo Laboral, una forma
de poner otra barrera antes de recaer en la Corte Suprema de Justicia.
También planteó que los miembros del consejo de la
magistratura, el organismo encargado de nombrar y sancionar a los magistrados.
Pero a casi un mes de aquella prédica ante las barras de La
Cámpora los proyectos no aparecieron y, según afirman en la Rosada, la
presidenta ve más sombras que luces en ir a fondo con el tema.
Los líderes del kirchnerismo en el Congreso no saben qué
hacer. “No podemos dar un paso sin los proyectos y nadie nos dijo nada”,
confiaron a LPO fuentes del kirchnerismo en el congreso.
Por lo bajo, todos coinciden en que la ascensión de
Bergoglio al máximo cargo eclesiástico cambió los planes de la presidenta.
Sobre todo, cuando supieron que por orden de Cristina se retocará la reforma
del Código Civil, debatida el año pasado por todo el país.
Cuando vuelva a debatirse se descartarían los criterios para
regular el alquiler de vientres, a partir de una gestión del presidente de la
conferencia episcopal José María Arancedo. Habló del tema con la presidente,
pero, claro, después del nacimiento de Francisco primero como líder del
vaticano.
Los cambios que no
llegan
Sin perder la cautela, como cardenal de Buenos Aires
Bergoglio nunca temió a criticar las reformas del Gobierno en sus homilías, a
las que jamás asistieron miembros de la Casa Rosada desde la llegada de los
Kirchner.
Su distancia con el Gobierno quedó visible en 2005 cuando el
propio Néstgor Kirchner se negó a participar del Tedeum del 25 de mayo y
prefirió trasladarse a Santiago del Estero.
Por esa época comenzaron la circular versiones sobre su
supuesta complicidad con la última dictadura militar a través de documentos
interpretados por el periodista Jorge Verbistky.
La fecha no fue casual: en abril de 2005 Bergoglio estuvo
cerca de convertirse en Papa tras la muerte de Juan Pablo II, pero el concilio
del vaticano optó por el alemán Joseph A. Ratzinger.
A Kirchner parecía no gustarle la idea de un papa argentino.
Ahora, con el hecho consumado, Cristina no tuvo más remedio que mostrarse amena
con Francisco y dejó perplejos a los suyos cuando viajó a Roma y se fotografió
con él.
Y en la justicia creen que fue el inicio de una moderación
de la presidenta en su etapa de sintonía con la iglesia. El freno a la reforma
judicial sería el primer cambio.
Sobre todo porque, creen en la Rosada, los cambios
anunciados en tono rimbombante por Cristina no tendrían mayores beneficios para
este Gobierno
“No sé cuál es el negocio. Los camaristas de Casación no se
nombrarán en menos de tres años, o sea, los va a tener un próximo Gobierno para
ir contra nosotros. Encima nos seguirán acusando de manejar a gusto los tribunales”,
señalan.
Los proyectos llegaron a Cristina de la mano de Verbitsky,
la procuradora Alejandra Gils Carbó y el juez de casación Alejandro Slokar,
entre otros. Y la presidenta no tomó en cuenta que los beneficios no serían
tales y los antecedentes, encima, no son los mejores.
Por caso, la justicia nacional aún está transfiriendo
algunos órganos a la ciudad y en esa transición la cámara de casación penal
nacional nunca fue completada, lo que le valió al Gobierno un reclamo de la
Corte, que ahora volverá sentirse si abren cámaras similares en otros fueros.
En el Gobierno también hizo ruido la estadística que indica
que el kirchnerismo nombró a la mayoría de los jueces más importantes, como los
de la Cámara en lo contencioso administrativa, nada menos que la que lleva
juicios contra el Estado.
Además controla a muchos jueces federales y maneja a gusto
la casación penal. “¿Tiene sentido avanzar con un esquema tan profundos que no
se completará en varios años?”. Es la duda que no resolvió Cristina, mientras
en el Congreso sus legisladores no saben con qué agenda volverán de semana
santa.
Informe: LPO
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