El papa Francisco presidió la celebración del domingo de Ramos. |
El Papa Francisco, al presidir este domingo el comienzo de
su primera Semana Santa como sumo pontífice dijo a los fieles durante la
procesión de las Palmas del domingo de Ramos que "los cristianos no pueden
ser personas tristes" y los exhortó a que nadie "les robe la
esperanza".
Francisco denunció los males que hay en el mundo y aseguró
que "con Cristo se pueden vencer", según consigna la agencia EFE.
Ante más de 250.000 personas que asistieron, según el
Vaticano, a los ritos del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro y las
calles adyacentes, el sumo pontífice invitó a los cristianos a llevar la
alegría de Cristo a todo el mundo y a no "ilusionarse" con la sed de
dinero que, dijo, "nadie se llevará consigo...como decía mi abuela: niños,
el sudario no tiene bolsillo".
"No sean nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano
jamás puede serlo. Nunca se dejen vencer por el desánimo. Nuestra alegría no nace
de tener muchas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; con él
nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de
la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables y ¡hay
tantos!", afirmó.
En la jornada en la que la Iglesia conmemora la entrada
triunfal de Jesús en Jerusalén, el papa argentino afirmó que Cristo no entró
para recibir los honores reservados a los reyes de la tierra sino para ser
azotado, insultado y ultrajado.
Subrayó que Jesús tomó sobre sí el mal, la suciedad, el
pecado del mundo, "y lo lavó con su sangre, con la misericordia, con el
amor de Dios".
"Miremos a nuestro alrededor: ¡cuántas heridas inflige
el mal a la Humanidad! Guerras, violencias, conflictos económicos que se abaten
sobre los más débiles, la sed de dinero y de poder, la corrupción, las
divisiones, los crímenes contra la vida humana y contra la creación. Y nuestros
pecados personales: las faltas de amor y de respeto a Dios, al prójimo y a toda
la creación", dijo.
El Obispo de Roma aseguró que Jesús en la cruz siente todo
el peso del mal y que con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su
resurrección: "con Cristo todos podemos vencer el mal que hay en nosotros
y en el mundo".
Pidió a los fieles que no crean al demonio cuando dice que
no se puede hacer nada contra la violencia, la corrupción y la injusticia,
"jamás hemos de acostumbrarnos al mal, con Cristo podemos transformarnos
nosotros y al mundo".
Animó a no tener miedo al sacrificio y recordó a los padres
que se sacrifican por los hijos, pero lo hacen -dijo- "por amor".
Durante la ceremonia se celebró también la jornada mundial
de la juventud a nivel diocesano, como antesala de la XXVIII Jornada Mundial de
la Juventud (JMJ), que se celebrará del 23 al 28 de julio próximo en Río de
Janeiro.
Francisco anunció que acudirá a la ciudad brasileña y
dirigiéndose a los jóvenes, les dijo que ellos traen la alegría de la fe y
animan a vivirla con un corazón joven, "incluso a los setenta, ochenta
años".
Subrayó que los jóvenes no se avergüenzan de la cruz de
Cristo, "más aún, la abrazan porque han comprendido que la verdadera
alegría está en el don de sí mismo y que Dios ha triunfado sobre el mal
precisamente con el amor".
"La lleváis para decir a todos que, en la cruz, Jesús
ha derribado el muro de la enemistad, que separa a los hombres y a los pueblos,
y ha traído la reconciliación y la paz", destacó.
El rito del Domingo de Ramos se celebró en una plaza
adornada con olivos centenarios traídos de la sureña región de Puglia y palmas
procedentes de San Remo, en Italia, así como numerosas plantas mediterráneas
para evocar a los cinco continentes.
Francisco llegó al recinto vaticano a bordo de un papamóvil
descubierto, en medio del cántico "Hosanna".
Delante del obelisco que se alza en el centro de la plaza,
bendijo las palmas y las ramas de olivo, símbolos de la paz.
Durante el rito se leyó el Evangelio de Luca que narra la
entrada de Jesús en la Ciudad Santa.
Concluida la misa, el papa recorrió la plaza en el papamóvil
entre los presentes.
Besó a los niños, descendió del vehículo para saludar a
enfermos y se detuvo ante un grupo de latinoamericanos con los que conversó en
español, en medio de los aplausos, vivas y el ondear de banderas, muchas
argentinas.
Informe: EFE
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