Por Martín Risso Patrón |
« (...) te va a ayudar un poco para ir pescando qué es lo que pensamos de Latinoamérica los obispos»
(Francisco
a Cristina entregándole de regalo un libro, en el Vaticano)
La Patria
Grande, los obispos y la geopolítica
Francisco Bergoglio, ciudadano
universal y estadista de notable código, regaló a la presidente de la
República argentina un libro con el pensamiento de los obispos del Consejo
Episcopal Latinoamericano (CELAM aprobado por Pío XII el 2 de noviembre de
1955).
Una verdadera muestra contundente del pensamiento político, no catequético, que los obispos fueron elaborando en documentos sucesivos; pensamiento cuyo nacimiento data de finales de los años 70, cuando se reunió la III Conferencia general del episcopado latinoamericano en Puebla de los Ángeles, Méjico, con la participación de Karol Józef Wojtyla, ya Papa.
Una verdadera muestra contundente del pensamiento político, no catequético, que los obispos fueron elaborando en documentos sucesivos; pensamiento cuyo nacimiento data de finales de los años 70, cuando se reunió la III Conferencia general del episcopado latinoamericano en Puebla de los Ángeles, Méjico, con la participación de Karol Józef Wojtyla, ya Papa.
En
Medellín, Colombia, en 1972
[y de ahí en adelante] los obispos dan la palabra a los curas de a pie, o
estos la toman, no se sabe muy bien, pero comienza un interesante
viaje hacia adentro de la iglesia, que lleva a clarificar dos cosas: 1] Que
esta organización de fe es bifronte, porque tiene un adentro y un afuera,
ambos escenarios totalmente distintos en su organización, no así en su
naturaleza humana, pues de ella se nutre; la iglesia romana hacia adentro es un
ente corporativo, estructurado al estilo de un mando imperial, impenetrable,
autocrático, obedecedor y obediente; y otra, son los curas que andan por la
calle bautizando, celebrando matrimonios y misas exequiales, conjurando
espíritus, cuando no conjurando el hambre de la gente; y 2] Que el
escenario de afuera no sólo es una agenda de relaciones
internacionales, sino un ente corpóreo, concreto, de seres humanos [creyentes y
no creyentes]sometidos a la dura realidad que está un poco más acá del Cielo.
CELAM en
Medellín, miraba hacia adentro, como una necesidad de marcar la cancha, extensa
cancha que se abre entre la reflexión teológica y la reflexión profana, que,
hay que decirlo, los curas de a pie, comenzaban a elaborar desde el barro de
las villas marginales del mundo entero; “...mala cosa sería cubrir las
dificultades o solazarnos en la incertidumbre o en la llamada neurosis de
Iglesia”, afirma Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo en su libro
«De Medellín a Puebla» [1980]. De allí sale la sorpresa de la teología
de la liberación, que tanto diera para hablar y perseguir desde cuanta
dictadura reaccionaria hubo en estos pagos, e incluso desde el riñón
fundamentalista de la Jerarquía vaticana. Sin hacer futurología, López Trujillo
también decía en los 80 que sociólogos intentaban perfilar una semblanza del
sacerdote en los 2000, desde luego otorgándole a su rol una tarea social
concreta, cosa que Trujillo no niega tajantemente, aunque tampoco la estatuye
de manera expresa.
No cabe
ninguna duda que la década setentista tiene una riqueza insondable de datos
para interpretar el hoy con Bergoglio en Roma, y su regalo íntimo y sincero,
casi, a Cristina.
Es en
este contexto que Francisco le dijo textualmente a Ella “la Patria Grande”,
al referirse a estas latitudes en sentido geopolítico. Se entiende ¿no?, no
en sentido episcopal... en sentido político. Frase que, en boca de un
pontífice no debiera tener más sentido que la obviedad, pero que no elude, en
Francisco estocar el centro ideológico dominante en Latinoamérica, concretado
en gobiernos progresistas, lo digamos por ahora. La Patria Grande
de Bolívar y San Martín, aderezó Fernández, ciertamente, por supuesto.
Hombre de
dogma y de acción
Para ser
ungido padre y pontífice, el sujeto eligendo debe garantizar
dos cosas al colegio cardenalicio electoral: Fe, y obediencia a
los dogmas centrales católicos romanos.
Más allá
de la emoción a raudales que nos muestra por ahora la televisión, y por qué no,
vivimos como personas, en una gran proporción los pobladores del planeta, se
hace necesario centrar la mirada en una cosa: Ese que vemos que ningunea el
protocolo, que se viste de negro por debajo del blanco pontifical, que va y
viene con sus zapatos gastados poniendo de cabeza a los especialista protocolarios
y a los encargados de su seguridad personal, ese mismo que invoca la pobreza y
muestra pergaminos al respecto, incuestionables testimonios de andaduras, ese
hombre ungido hoy, es obediente dogmático [este detalle no siempre es
considerado por los católicos, pero tiene suma importancia para los que no lo
son, creyentes o no creyentes]. Plantea los mismos principios que sus
predecesores acerca de la sexualidad, de la pareja humana, de la fecundación in
vitro, del aborto y la eutanasia, partiendo del dogma eclesial, cuando no de
los decretos conciliares y papales que marcan encorsetados rumbos, como la
cuestión del celibato, por ejemplo. El Papa no puede dejar de ser dogmático,
pero...
Mientras
Ratzinger reflexionaba sobre la importancia del Limbo en la absolución de los
pecados en profundos escritos de corte teológico, o se deleitaba tocando
partituras de Mozart en un piano, Bergoglio Sívori amaba tomarse un mate con
Pepe Di Paola y los dirigentes de base en las villas, incluso escuchar un tango
bien rante y escribir sobre “Ponerse la patria al hombro”
[2004], “La nación por construir” [2005], o “Mente abierta, corazón
creyente” [2012], significativos y desafiantes títulos según la pluma de un
purpurado; y además afirmar enfáticamente en un seminario sobre Políticas
Públicas realizado en 2009 en BA: «En lugar de eso [accionar
políticamente para frenar la pobreza en el país], pareciera que se ha optado
por agravar más las desigualdades», cuando le tocó opinar el entonces
primado de la Iglesia católica argentina, y para quien también «los derechos
humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión y los asesinatos,
sino también por estructuras económicas injustas que originan grandes
desigualdades". En esa intervención también criticó la situación
social de la Argentina, con señalamientos al gobierno sobre lo que él
consideraba como una falta de acción para frenar la pobreza en su país.
Quién sabe, si con un Papa así, aliado estratégico si los hay de
progresismos políticos no dictatoriales, no se termina por fin con la
espantosa institución del celibato, invento de los curas y no del Organizador
absoluto del universo, comenzando por poner en su lugar lo que es dogma
frente a lo que no lo es [Mente abierta, corazón creyente...].
Y muchas cosas más.
Pescar la
onda
Doña
Clota no dejaba de llorar frente a la tele cuando Cristina se emocionó por el
beso de Francisco. [“Vio, Profe, lo vio... y ella, pobrecita, parecía una
nena con las manitos tomadas...”]; concreta imagen, la que describe la
Vieja. “Para que pesqués qué es lo que pensamos de Latinoamérica los
obispos...” una maravilla del discurso coloquial inserto en el
impávido protocolo.
La
sabemos lunga los cura’... mirá mis zapatos; el mate amargo; la chalina que me
regalaste me hará muy bien, leete esto porque habla de la patria grande [Ella: “lo vi a usted con su
ponchito en Buenos Aires...”; “¡sí, la patria grande de Bolívar y San
Martín!”]. Importantes afirmaciones políticas de la Presidente de la
República, aunque no parezcan.
Catorce
veces le negó la entrada a La Rosada, Ella [o quién sabe qué burócrata puntero
VIP],
gobernante de 44 millones más o menos de paisanos argentinos, a Jorge Mario
Bergoglio Sívori, hoy simplemente Francisco, gobernante de
un sexto y un piquito más de la población humana planetaria. Unos mil
trescientos de la misma especie... El, lo primero que hizo, fue
invitarla a almorzar...
Entonces,
dos cositas, al toque: Primero, no compremos lo de la emoción popular
mediatizada, hoy. Porque Francisco, mañana nomás deberá
comportarse como estadista, pastor metódico y dogmático, y ciudadano
universal... Él, hombre acostumbrado a la yeca, al gotán y al mate verdecito; y
ahí veremos hasta donde llega el dogma, el palio, la mitra y la marmórea
realidad vaticana, y comienza a obrar la exigente sed de cambio profano
que, conjeturando desde mi optimismo metódico, Él no le sacará el
cuerpo...
Y la
otra: Debo afirmar lealmente que a Ella, he podido verla
solamente ella... (¡Y no me vengan con que estuvo actuando, por
favor...! lo digo desde mi optimismo metódico).
(Versión
impresa, en Semanario Nueva Propuesta del viernes 22-M-13)
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