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viernes, 8 de febrero de 2013

No es por el camino lógico por donde hay que avanzar

Por Gabriela Pousa
Días de confusión extrema se viven en Argentina. Mientras se observa repetir fracasos económicos históricos, mientras la inflación abre las puertas a otra crisis pre-anunciada, estamos atravesando una tormenta aún más complicada.

Lo que ha de venir quizás no sea tan grave como lo que está pasando. Y es que estamos contemplando escenarios desde una óptica sustancialmente diferente a la implementada desde la Casa Rosada.

Este debatir si es justo o lícito abuchear a un funcionario o si una confitería puede darse el lujo de aplicar un “derecho de admisión” extraño, nos aleja inexorablemente de la agenda que la Presidente tiene entre manos.

Mientras tratamos de verificar la salud psíquica y mental de un vocero del gobierno, que al frente de un programa emitido por televisión oficial pretende echar a quienes no piensen como ellos, ellos están urdiendo el plan para lograr la reforma constitucional más allá de los resultados que pueda arrojar la elección legislativa de este año.

“No pueden“, dirán voces coherentes amparándose en la lógica y la legalidad. Pero el kirchnerismo ha ido más allá de lo legal un sinfín de veces, ¿por qué creer que no lo hará una vez más?

Se están jugando su libertad. Ganar o no ganar deja de ser una disyuntiva válida. Es ganar o adiós libertad. Esa es la opción de muchos funcionarios razón por la cual harán lo indecible por atrincherarse en sus cargos, y no es diferente la alternativa de la Presidente.

En la oposición, así como en vastos sectores de la sociedad, se contempla únicamente lo políticamente correcto, olvidando que es lo incorrecto el parámetro que usa el oficialismo. Expresan que “no pueden”, por ejemplo, disponer discrecionalmente de la pauta publicitaria, que debe investigarse si Guillermo Moreno está incurriendo en abuso de sus deberes y obligaciones e infringiendo la Constitución que ampara el ejercicio de la libertad de expresión y desenvolvimiento de la libre empresa al prohibir publicar precios en medios masivos, etc.

Pues pueden obviar la investigación porque basta con leer la Carta Magna para advertir que hace caso omiso a una letra preclara. Y lo ha hecho innumerables veces anteriormente. No hay novedad. Los mismos empresarios le permiten al Secretario de Comercio el maltrato y el despotismo, y hace años se ha habilitado al gobierno para que el derecho a la libre circulación, por ejemplo, se convierta en letra muerta dentro de la Constitución.

Con esto queda en evidencia que la actual administración obra según sus propias reglas. Es bajo esta realidad que se debe obrar. Proyectar y organizarse en escenarios normales como si Argentina fuese una democracia real es el error conceptual más grande. Urge que quienes están para poner límites al gobierno piensen en sus mismos términos para evitar la sorpresa desagradable luego.

Lamentarse frente a los hechos consumados habiendo podido prevenirlos es una conducta fútil, y es la que se ha experimentado hasta ahora dejando que el kirchnerismo avance sobre espacios que por naturaleza le estaban vedados. Su avasallamiento del Poder Judicial es un caso.

Los opositores pueden hacer todas las declaraciones que deseen pero con eso no es suficiente. Es menester cubrir todos los frentes, los razonables y los irracionales. Con el “no se puede” no se llega a ningún lado. En el momento en que se lo está esbozando, el Ejecutivo ya hizo estragos. Hay que ponerse por delante si realmente quiere frenárselo.

Los dirigentes de la vereda de enfrente están convencidos hoy, que con aunarse en la premisa de no permitir una reforma que habilite la re reelección, esta puede evitarse. Sin embargo, esa unidad es sabida por las huestes kirchneristas de modo que ya están armándose para avanzar con alguna maniobra de esas a las que nos tienen casi acostumbrados.

El gobierno ya entendió que la reforma hay que lograrla por otro cauce. Para ello se ha dado micrófono a Eugenio Zaffaroni, predicador del régimen parlamentario. No dan puntada sin hilo, ese debate en apariencia abortado, sigue latente en Balcarce 50. Si restablecen esa polémica pueden diezmar toda unidad opositora actual. Y es que esta deja demasiados huecos en el scrown.

Dirigentes como Ricardo Alfonsin o Hermes Binner beatificaron el parlamentarismo sin eufemismos, ¿se desdecirán ahora si el kirchnerismo los convoca a debatirlo? A simple vista todo puede parecer descabellado, pero no contemplar escenarios por apariencias, acaso resulte nefasto.

Además, lo descabellado es y ha sido una constante en la política kirchnerista. Girar de una polémica a otra puede abrir el paso a una reforma que, si bien se sabe donde comienza, jamás se puede establecer de antemano dónde termina.

Son perversos, y desde esa condición hacen emerger habilidades cegadas a quienes no están consustanciados con esas prácticas.

Nada debería darse por sentado frente a un gobierno que predica sin sutilezas “vamos por todo“, y encima lo demuestra. Todo es también lo ilegal y aquello que muchos considerarían “loco”. Además, no es la cordura lo que prima en la dialéctica política.

Si antaño se usaron artilugios insólitos como candidaturas testimoniales, cambio de calendarios, listas mellizas, otras espejo, pases de domicilio, etc., este año se han de evidenciar aún más excentricidades. De hecho, la insistencia con “Cristina eterna” es muestra cabal de que nada los frena.

Hasta ahora el kirchnerismo ha hecho y deshecho a su antojo sin considerar la legalidad de sus actos, y ha violado la Constitución hasta reducirla a un compendio de hojas en blanco. Y muchos han callado.

Quienes creen que Cristina se conformará con una derrota electoral están equivocados. En el supuesto que no puedan dar vuelta el actual escenario que prevé es utopía lograr una mayoría legislativa tras los comicios, buscarán otros caminos hacia su objetivo. Pero no esperarán perder de brazos cruzados. Hoy tienen el poder, hoy están dispuestos a usarlo. Los límites no existen en tanto el 8N no ha sido una constante sino un simple hecho aislado.

Por otra parte, las elecciones se convalidan en un sistema democrático donde los actos se aceptan en lugar de negarlos. Si hacemos un poco de memoria se recordará que no es costumbre de la jefe de Estado asumir situaciones que no son de su agrado.

Cristina Kirchner leyó los resultados de la última elección como un cheque en blanco. Esa lectura nos ha alejado de la democracia a punto tal que en estos días estamos hablando de “fascismo” como si fuese una suerte de desviación natural que debe asumirse sin reclamos.

En ese marco, la mandataria está en su salsa: agazapada en la Casa Rosada y limitada al rol de comunicar. Ni diálogo ni negociación. Su última aparición para anunciar que el acuerdo con Irán se enviará al Congreso Nacional es una muestra de ello. Lo vende como un “respetar la institucionalidad” cuando ya ha decidido por unanimidad, y sabe que tiene los votos suficientes para convalidarlo.

Hacia 1959, Raymond Aron en su libro “Penser la liberté, penser la démocratie” definía los principios esenciales para que existiera la democracia. Estos eran básicamente dos: la legalidad y la libertad. Se supone que la ley, igual para todos, impide el uso arbitrario del poder. Hay pruebas suficientes para demostrar que acá ya no es así. Lo democrático pues ya no lo es tanto…

Para Platón, la corrupción de la democracia se producía cuando “se sitúa por encima de las leyes”. Hoy el gobierno lo está haciendo a diario. El Poder Judicial quedó limitado a una especie de dependencia administrativa del Ejecutivo. Si no se cumple el deseo de ellos, se recusa al juez. las causas más significativas caen siempre en un juzgado que, a esta altura, es continuidad del despacho presidencial, un apéndice más.

Moreno encierra gente entre cuatro paredes, Orlando Barone manda “a la mierda a quienes piensan diferente“, literalmente, sin sutilezas. ¿Estamos a las puertas de un destierro ideológico o simplemente es gratuito decir y hacer barbaridades, y compiten por ver quién esboza el mayor disparate?

De inclinarnos por esta última opción, estamos aceptando que no es el camino lógico y normal el que transita el gobierno actual. Hay un fanatismo exacerbado por la desmesura y la violación de lo correcto. En ese contexto, permanecer buscando alternativas de freno sin contemplar cómo se manejan ellos no dará resultado. No lo ha dado en diez años.

O hay una apertura mental para estudiar todos los flancos, incluso los no constitucionales para que logren su cometido, o cuando menos lo imaginamos, estará llamándose a constituyentes so pretexto de cambio de régimen o lo que fuere, y en un abrir y cerrar de ojos, no les importa cómo lograrán los votos para que el 2015 sea el velatorio de lo poco razonable y sano que va quedando…





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