Por Gabriela Pousa |
Lo que ha de venir quizás no sea tan grave como lo que está
pasando. Y es que estamos contemplando
escenarios desde una óptica sustancialmente diferente a la implementada desde
la Casa Rosada.
Este debatir si es justo o lícito abuchear a un funcionario
o si una confitería puede darse el lujo de aplicar un “derecho de admisión”
extraño, nos aleja inexorablemente de la agenda que la Presidente tiene entre
manos.
Mientras tratamos de verificar la salud psíquica y mental de un vocero del gobierno, que al frente de un programa emitido por televisión oficial pretende echar a quienes no piensen como ellos, ellos están urdiendo el plan para lograr la reforma constitucional más allá de los resultados que pueda arrojar la elección legislativa de este año.
“No pueden“, dirán voces coherentes amparándose en la lógica y
la legalidad. Pero el kirchnerismo ha ido más allá de lo legal un sinfín de
veces, ¿por qué creer que no lo hará una vez más?
Se están jugando su
libertad. Ganar o no ganar deja de ser una disyuntiva válida. Es ganar o adiós
libertad. Esa es la opción de muchos funcionarios razón por la cual harán lo
indecible por atrincherarse en sus cargos, y no es diferente la alternativa de
la Presidente.
En la oposición, así como en vastos sectores de la sociedad,
se contempla únicamente lo políticamente
correcto, olvidando que es lo incorrecto el parámetro que usa el oficialismo.
Expresan que “no pueden”, por ejemplo, disponer discrecionalmente de la pauta
publicitaria, que debe investigarse si Guillermo Moreno está incurriendo en
abuso de sus deberes y obligaciones e infringiendo la Constitución que ampara
el ejercicio de la libertad de expresión y desenvolvimiento de la libre empresa
al prohibir publicar precios en medios masivos, etc.
Pues pueden obviar la investigación porque basta con leer la Carta Magna para advertir
que hace caso omiso a una letra preclara. Y lo ha hecho innumerables veces
anteriormente. No hay novedad. Los mismos empresarios le permiten al
Secretario de Comercio el maltrato y el despotismo, y hace años se ha habilitado
al gobierno para que el derecho a la libre circulación, por ejemplo, se
convierta en letra muerta dentro de la Constitución.
Con esto queda en
evidencia que la actual administración obra según sus propias reglas. Es bajo
esta realidad que se debe obrar. Proyectar y organizarse en escenarios normales
como si Argentina fuese una democracia real es el error conceptual más grande.
Urge que quienes están para poner límites al gobierno piensen en sus mismos
términos para evitar la sorpresa desagradable luego.
Lamentarse frente a
los hechos consumados habiendo podido prevenirlos es una conducta fútil, y es
la que se ha experimentado hasta ahora dejando que el kirchnerismo avance sobre
espacios que por naturaleza le estaban vedados. Su avasallamiento del Poder
Judicial es un caso.
Los opositores pueden
hacer todas las declaraciones que deseen pero con eso no es suficiente. Es
menester cubrir todos los frentes, los razonables y los irracionales. Con el
“no se puede” no se llega a ningún lado. En el momento en que se lo está
esbozando, el Ejecutivo ya hizo estragos. Hay que ponerse por delante si
realmente quiere frenárselo.
Los dirigentes de la vereda de enfrente están convencidos
hoy, que con aunarse en la premisa de no permitir una reforma que habilite la
re reelección, esta puede evitarse. Sin embargo, esa unidad es sabida por las huestes kirchneristas de modo que ya
están armándose para avanzar con alguna maniobra de esas a las que nos tienen
casi acostumbrados.
El gobierno ya
entendió que la reforma hay que lograrla por otro cauce. Para ello se ha dado
micrófono a Eugenio Zaffaroni, predicador del régimen parlamentario. No dan
puntada sin hilo, ese debate en apariencia abortado, sigue latente en Balcarce
50. Si restablecen esa polémica pueden diezmar toda unidad opositora actual.
Y es que esta deja demasiados huecos en el scrown.
Dirigentes como Ricardo Alfonsin o Hermes Binner
beatificaron el parlamentarismo sin eufemismos, ¿se desdecirán ahora si el kirchnerismo los convoca a debatirlo? A
simple vista todo puede parecer descabellado, pero no contemplar escenarios por
apariencias, acaso resulte nefasto.
Además, lo descabellado
es y ha sido una constante en la política kirchnerista. Girar de una polémica a
otra puede abrir el paso a una reforma que, si bien se sabe donde comienza,
jamás se puede establecer de antemano dónde termina.
Son perversos, y
desde esa condición hacen emerger habilidades cegadas a quienes no están
consustanciados con esas prácticas.
Nada debería darse por sentado frente a un gobierno que
predica sin sutilezas “vamos por todo“, y encima lo
demuestra. Todo es también lo ilegal y
aquello que muchos considerarían “loco”. Además, no es la cordura lo que prima
en la dialéctica política.
Si antaño se usaron artilugios insólitos como candidaturas
testimoniales, cambio de calendarios, listas mellizas, otras espejo, pases de
domicilio, etc., este año se han de evidenciar aún más excentricidades. De
hecho, la insistencia con “Cristina
eterna” es muestra cabal de que nada los frena.
Hasta ahora el kirchnerismo ha hecho y deshecho a su antojo
sin considerar la legalidad de sus actos, y ha violado la Constitución hasta reducirla a un compendio de hojas en
blanco. Y muchos han callado.
Quienes creen que Cristina se conformará con una derrota
electoral están equivocados. En el
supuesto que no puedan dar vuelta el actual escenario que prevé es utopía
lograr una mayoría legislativa tras los comicios, buscarán otros caminos hacia
su objetivo. Pero no esperarán perder de brazos cruzados. Hoy tienen el poder,
hoy están dispuestos a usarlo. Los límites no existen en tanto el 8N no ha
sido una constante sino un simple hecho aislado.
Por otra parte, las elecciones se convalidan en un sistema
democrático donde los actos se aceptan en lugar de negarlos. Si hacemos un poco
de memoria se recordará que no es costumbre de la jefe de Estado asumir
situaciones que no son de su agrado.
Cristina Kirchner
leyó los resultados de la última elección como un cheque en blanco. Esa lectura
nos ha alejado de la democracia a punto tal que en estos días estamos hablando
de “fascismo” como si fuese una suerte de desviación natural que debe asumirse
sin reclamos.
En ese marco, la mandataria está en su salsa: agazapada en la Casa Rosada y limitada al
rol de comunicar. Ni diálogo ni negociación. Su última aparición para
anunciar que el acuerdo con Irán se enviará al Congreso Nacional es una muestra
de ello. Lo vende como un “respetar la institucionalidad” cuando ya ha decidido
por unanimidad, y sabe que tiene los votos suficientes para convalidarlo.
Hacia 1959, Raymond
Aron en su libro “Penser la liberté,
penser la démocratie” definía los principios
esenciales para que existiera la democracia. Estos eran básicamente dos: la
legalidad y la libertad. Se supone que la ley, igual para todos, impide el
uso arbitrario del poder. Hay pruebas suficientes para demostrar que acá ya no
es así. Lo democrático pues ya no lo es
tanto…
Para Platón, la corrupción de la democracia se producía
cuando “se sitúa por encima de las leyes”. Hoy el gobierno lo está haciendo a
diario. El Poder Judicial quedó limitado
a una especie de dependencia administrativa del Ejecutivo. Si no se cumple
el deseo de ellos, se recusa al juez. las causas más significativas caen
siempre en un juzgado que, a esta altura, es continuidad del despacho
presidencial, un apéndice más.
Moreno encierra gente entre cuatro paredes, Orlando Barone
manda “a la mierda a quienes piensan
diferente“, literalmente, sin sutilezas. ¿Estamos a las puertas de un destierro ideológico o simplemente es
gratuito decir y hacer barbaridades, y compiten por ver quién esboza el mayor
disparate?
De inclinarnos por esta última opción, estamos aceptando que
no es el camino lógico y normal el que transita el gobierno actual. Hay un fanatismo exacerbado por la
desmesura y la violación de lo correcto. En ese contexto, permanecer
buscando alternativas de freno sin contemplar cómo se manejan ellos no dará
resultado. No lo ha dado en diez años.
O hay una apertura
mental para estudiar todos los flancos, incluso los no constitucionales para
que logren su cometido, o cuando menos lo imaginamos, estará llamándose a
constituyentes so pretexto de cambio de régimen o lo que fuere, y en un abrir y
cerrar de ojos, no les importa cómo lograrán los votos para que el 2015 sea el
velatorio de lo poco razonable y sano que va quedando…
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