Por Gabriel Profiti (*) |
El Gobierno ya había tomado nota de que el primer
aniversario del choque del tren de la Línea Sarmiento sería un tramo amargo del
calendario, tal como quedó expresado en los homenajes a las víctimas realizados
en la estación ferroviaria y la Plaza de Mayo.
A su manera, la administración nacional asumió en este año
la indelegable responsabilidad política por el accidente: Florencio Randazzo
tomó la conducción de un nuevo Ministerio de Transporte y Juan Pablo Schiavi
dejó de ser el secretario del área.
Sin haberle encontrado la vuelta a la mejora del servicio en
los años previos, el Gobierno busca ahora revitalizar esos ramales
metropolitanos mientras la Justicia investiga cuánto incidieron la corrupción y
la negligencia en la tragedia.
Pocas horas antes del acto en la estación Once, el Senado
aprobó un polémico memorándum de entendimiento con Irán para el interrogatorio
de los acusados por el atentado a la AMIA, un debate que también hizo supurar
broncas acumuladas en 19 años.
El acuerdo se encamina a ser sancionado en la Cámara de
Diputados, pero más allá de la victoria legislativa, no está claro cuál es el
rédito para el Gobierno.
Salvo que la jugada realmente permita avances o encierre
dividendos a mediano plazo, la Casa Rosada tensó su relación con la dirigencia
de la comunidad judía en un tema de extrema sensibilidad y en materia de
política exterior toma más distancia de jugadores internacionales de peso como
Estados Unidos e Israel.
Tensión salarial
El inicio del ciclo lectivo puso nuevamente en la marquesina
la puja salarial y, como correlato, la pulseada política entre la Nación y la
provincia de Buenos Aires.
Docentes nacionales lanzaron un paro en rechazo de la oferta
de 22% de aumento salarial para todo el año fijada por la Nación, mientras que
las clases tampoco comenzarán en otras provincias como en Buenos Aires.
Tal como se preveía el conflicto allí volvió a exponer a la
relación Cristina-Scioli. En los últimos días el jefe de Gabinete provincial,
Alberto Pérez, llamó varias veces al ministro de Economía nacional, Hernán
Lorenzino, para destrabar otra asistencia financiera.
En la última conversación, Lorenzino le prometió una
reunión. El gesto alentó el optimismo con el que los funcionarios bonaerenses
recibieron a estatales y docentes para pedirles plazo hasta el 15 de marzo a
fin de acercarles una oferta de incremento salarial que no superará el 22%.
No es el único tema de preocupación para Lorenzino. El
miércoles el titular del Palacio de Hacienda estará pendiente de la audiencia
decisiva que se desarrollará en la Corte de Apelaciones de Nueva York por el
juicio que iniciaron "holdouts" de la deuda.
Para Cristina Kirchner y para el propio Lorenzino, un hombre
de de Buenos Aires, el desbande allí no es sencillo: una provincia desbordada
por la conflictividad quizá termine afectando a la popularidad de Scioli, pero
también podría ser un bumerán en el principal distrito electoral del país.
La pulseada se da en medio del ajedrez electoral bonaerense,
en el que por un lado el kirchnerismo prepara una nueva demostración de fuerza
con intendentes para el 9 de marzo en La Matanza y por el otro Scioli y Sergio
Massa mantienen sus estrategias por separado, pese a que volvieron a aparecer
juntos.
En ese contexto, el kirchnerismo suma nombres a un
incipiente clamor por la reforma constitucional que habilite un tercer mandato
de la Presidenta, pero al mismo tiempo incuba recelos entre intendentes del
conurbano y La Cámpora.
Doctorado en estas lides, Scioli ratificó su alineamiento
con Cristina durante un acto en La Plata y por lo bajo sus funcionarios admiten
la posibilidad de que resignen en parte sus pretensiones en las listas
bonaerenses con tal de que la ayuda nacional permita cubrir las necesidades
económicas.
Entramado opositor
La oposición está muy atenta a los movimientos del peronismo
kirchnerista para ver si finalmente la oferta electoral del oficialismo se
mantiene unificada o se desdobla.
Dentro de ese escenario, Mauricio Macri y Francisco de
Narváez vuelven a hablar de reconstruir la alianza electoral de 2009 para que
el tándem los vuelva competitivos.
Macri promueve acuerdos con otras fuerzas o extrapartidarios
en todos los distritos como Juan Carlos Romero en Salta, Alfredo De Angeli en
Entre Ríos y el exárbitro de fútbol Héctor Baldassi en Córdoba, además de
Miguel del Sel en Santa Fe.
El revuelo para el jefe de Gobierno está en casa, por el
tanteo con Roberto Lavagna para la Ciudad. El exministro quiere imponer
condiciones: encabezar la lista de candidatos a senadores; el armado de un frente pro-peronista que
incluya hasta moyanistas; y se niega a decir "Macri presidente".
En ese marco, Gabriela Michetti se mueve para evitar la
imposición de Lavagna sobre su nombre en la boleta, pero hay un bloque
ministerial que impulsa el acuerdo: el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez
Larreta, corrido de la pulseada; el secretario general, Marcos Peña y el
ministro de Gobierno, Emilio Monzó.
Para todos ellos, Lavagna encaja perfecto en el plan
nacional de campaña por el "No a una reforma constitucional".
(*) Director periodístico de NA
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