Por Alfredo Leuco |
Uno de los empleados más entrenados en causas complejas
subrayó algunas cosas llamativas del correo electrónico que Nisman recibió en
la dirección de Yahoo! que medio mundo conoce:
1) En el párrafo donde le ordenan que renuncie a la
investigación, le sugieren que busque trabajo en el exterior ya que “tus amigos
los gringos te van a ayudar”. El lenguaje antiimperialista ortodoxo de nuestro
país identifica a los norteamericanos como “yankys”. El concepto de “gringos”
se utiliza sobre todo en países de la región del Caribe, como Venezuela y Cuba.
2) El repugnante texto, plagado del repertorio antisemita,
lo firman con vivas a Irán y a Hezbollah. El nombre del grupo terrorista está
escrito con la fonética del idioma original y al castellanizarlo colocan una
“a” en lugar de la letra “o” para designar lo que literalmente significa el
partido de Alá o de Dios. Dice “Hizbalá” y no “Hezbollah”, como en la grafía
del inglés.
3) Cuando la amenaza se dirige a las hijas del fiscal,
señalan la casa, el club, y mencionan algo muy reservado, con lo que demuestran
que tienen un nivel de información importante: hacen una referencia a la
mudanza de domicilio que están por concretar en estos días. Vale aclarar que
las hijas viven con su madre, la ex esposa del fiscal, la jueza Sandra Arroyo
Salgado, en un country muy tradicional pero que, por razones de estudio,
efectivamente, decidieron cambiar de domicilio. Tanto el fiscal como la jueza
tienen custodia especial de la Policía Federal.
4) Casi como una anécdota de tipeo, PERFIL pudo observar en
un despacho de un dirigente comunitario que el mail finaliza proclamando la
“muerte al sionismo ursupador (sic)” en lugar de usurpador.
La lógica 6, 7, 8 consiste en acusar y apuntar con el dedo,
y con foto si es posible, a los periodistas o medios que dan a conocer alguna
información no querida por funcionarios, amigos y favorecedores del Gobierno.
Si esos muchachos luego sufren algún inconveniente, escraches, abucheos o
citaciones de la Justicia, de inmediato responsabilizan a esa prensa de haber
provocado la acción. Así, la culpa de la cobarde agresión que sufrió Kicillof
fue de Noticias y la silbatina que se comió Boudou fue culpa de Clarín y La
Nación.
Si se siguiera ese mecanismo perverso que fomenta la
autocensura, se podría decir, entonces, que fue Horacio Verbitsky el que incitó
a que se produjeran las amenazas al fiscal Nisman.
Por suerte para todos, eso no es cierto y no existe, desde
el lado del periodismo profesional, nadie que tenga la cabeza tan fanatizada
como para atribuir cada hecho a una conspiración del enemigo ideológico.
El domingo pasado, en su habitual columna de Página/12, que
suele ser un anticipo del pensamiento del Gobierno, mixturado con textos que
parecen salidos de partes de inteligencia, el periodista publicó: “Ni Israel,
ni Estados Unidos, ni el fiscal Nisman fomentan el acuerdo, por más que en
público el fiscal diga que acompañará la nueva etapa. Luego de varios viajes a
Israel y a Estados Unidos y de varios años de trabajo conjunto con funcionarios
de la Secretaría de Inteligencia interesados en la cooperación con aquellos
países en cuestiones de inteligencia y seguridad, se ha vuelto muy sensible a
la trama internacional”.
En otro fragmento de su escrito, Verbitsky dice que “el
atentado fue parte de una guerra que Argentina no libra pero de la que fue
víctima” y perpetra una versión sui géneris de la teoría de los dos demonios
cuando coloca al mismo nivel ético a Israel e Irán, porque plantea que “quedar
en medio de dos gobiernos fundamentalistas con fuerte impronta religiosa es una
calamidad para cualquier Estado democrático”.
Un argumento tan forzado que se transforma en chicana. Irán
es un Estado explícitamente teocrático dirigido por un líder religioso supremo
que conduce un gobierno político pero sometido a los clérigos. Hace falta mucha
intencionalidad para igualar ese sistema con el israelí.
En las elecciones generales de hace 15 días, los partidos
religiosos judíos Shas y Judaísmo Unido de la Torá obtuvieron un total de 18
bancas y El Hogar Judío, un partido ultranacionalista y pro religioso, logró
11. Es decir que del total de escaños de la Knesset (Parlamento), esas ideas
representan 25 de las 120 que existen, apenas una más del 20%.
El planteo es más grave que la militancia de un periodista
porque se trata de la confirmación del viraje chavista del gobierno de
Cristina. Y porque recuerda la hermandad estratégica que hubo con Montoneros en
los 70. Fue en el sur del Líbano, hoy ocupado por Hezbollah, donde tuvo lugar
la famosa foto de Yasser Arafat con Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja,
hoy ministro de Río Negro.
Varios pelotones, alguno encabezado por Rodolfo Galimberti,
hicieron en ese lugar su entrenamiento foquista y la capacitación en la
colocación de explosivos.
¿Hay una clara decisión de Cristina de integrar la Línea
Fundadora del bloque bolivariano y, si el cáncer finalmente derrota a Hugo
Chávez, ofrecerse ella misma para continuar el liderazgo? Rafael Correa y Evo
Morales presiden dos países demasiado chicos para colocarse en el lugar de la
locomotora. Fidel y Raúl están muy erosionados por su pensamiento jurásico y
blindado.
Dilma Rousseff huye de esa posibilidad: es una estadista
madura que quiere jugar en las ligas mayores del mundo para beneficiar con más
justicia social a la mayoría de su pueblo.
Cristina, papisa
frustrada, ocuparía con orgullo la comandancia del grupo de países que tienen
una sólida alianza estratégica e ideológica con un jefe de Estado como
Ahmadinejad, que niega el Holocausto y fomenta la desaparición del Estado de
Israel.
Esta es la gran novedad desde el punto de vista político en
la Argentina.
Los malabares y papelones que Héctor Timerman tiene que
hacer para explicar lo inexplicable y para no soportar más los retos de
Cristina son insólitos. Es que el Gobierno nunca pensó que, casi en su
totalidad, las entidades más representativas de la comunidad judía, e incluso
los no judíos, iban a rechazar en forma tan cerrada el Pacto de Etiopía.
Como dijo el senador tucumano José Cano, ni Luis D’Elía como
canciller lo hubiera hecho mejor que Timerman. El piquetero, vocero de facto de
Irán, siempre tiene una palabra de elogio para los acusados del peor atentado
terrorista producido en la historia argentina.
Cuando se abrazó con Moshen Rabbani en Qom, la ciudad
sagrada ubicada a 156 kilómetros de Teherán, y como el cristinismo todavía no
había cambiado su opinión respecto del atentado, padeció el ninguneo de los
medios K.
En aquel momento desató su ira contra Sergio Szpolski, al
que acusó de ser “un sionista, coronel del Mossad” que recibe millones del
Gobierno para hacer la comunicación kirchnerista”. Fue tristemente antológica
aquella guerra santa por Twitter.
D’Elía dijo que iba a
querellar al empresario, que lo acusó de “ser un ladrón” que recibía “cheques
de Irán” para defender el régimen triplemente esdrújulo por “misógino,
homofóbico y xenófobo”.
A propósito de Rabbani, hay que anticipar que el mayor
impacto político lo va a producir el amenazado fiscal Alberto Nisman con un
nuevo dictamen que dará a conocer dentro del próximo trimestre.
Se trata de un informe de más de 600 fojas, que después de dos
años de trabajo encontró nuevas pruebas que fortalecen la acusación a Irán en
general y al ex diplomático Moshen Rabbani en particular.
Incluso, uno de sus discípulos aparece vinculado al atentado
en el aeropuerto John Fitzgerald Kennedy. Esto desmiente rotundamente a la
Presidenta y al canciller, que dicen que la causa está estancada.
Y hace todavía más cruel el volantazo que se pegó.
La que está congelada es la investigación de la Corte
Suprema de Justicia, que sólo junta polvo y vergüenza ajena en los cajones.
Cuesta creer que el juez Eugenio Zaffaroni se permita opinar sobre este tema
sin esbozar aunque sea una mínima autocrítica.
Si Cristina y Timerman salen del pantano en el que se
metieron, la nueva presentación de Nisman va a terminar de desnudar su sinrazón
y va a quebrar, tal vez para siempre, la relación entre el oficialismo y la
mayoría de las entidades de la comunidad judía.
© Perfil
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