sábado, 29 de diciembre de 2012

Por un 2013 de Nosotros y no de los Otros…

Por Gabriela Pousa
Una realidad inexpugnable: la gente no está contenta. El clima social se tensa peligrosamente. Hay sangre. ¿Hace falta agregar más? Nada bueno pude estar sucediendo cuando hay que contar muertos.

Es cierto que para el gobierno no son siquiera una estadística. De relegarlos a porcentajes abyectos se ha pasado directamente a no reconocerlos. “Aquello que no beneficia, niéguese”, parece ser la orden impartida por Cristina Fernández. “Ojos que no ven, corazón que no siente”, nunca como ahora es tan útil para la Presidente esta consigna.

Lejos, a distancias que superan incluso las mediciones métricas, mientras sucedía lo que todos sabemos, ella estaba en “su lugar en el mundo”. No hay mejor aseveración para admitir que Balcarce 50 no le sienta. Y la ciudadanía está dándose cuenta, posiblemente antes que ella.

¿Cómo hacer para mantener entretenida a la gente? Es la única respuesta que se ha buscado denodadamente en este año. La solución de problemas ni siquiera estuvo en la agenda. De haberlo estado, se hubieran financiado políticas públicas en lugar de asistencias. A su vez, la puja con el grupo Clarín tampoco tendría razón de ser.

¿De qué manera mostrar por TV, la miseria si no es? Pero la pobreza existe y no requiere intrincadas pruebas. La evidencia es contundente. Un canal muestra lo que es.

Ni los microclimas sobrevivientes en ciertos sectores pueden hacer caso omiso a ella. En Barrio Norte y Recoleta sin ir más lejos, un 38% de casas y edificios han tenido que cobrar expensas extra o recaudar más para costear algún método o medida tendiente a evitar que se instalen personas en “situación de calle” a dormir en zaguanes.

A nadie escapa lo que sucede. Quienes nada tienen desde tiempos inmemorables, han visto incluso menguar su resistencia. Antes había dignidad en la pobreza, hoy en vastos márgenes, aflora una mendacidad ultrajante.

La inflación no ataca proporcionalmente a todos, quienes están amarrados a una pobreza perpetua, asidos a la engañosa soga de la asistencia ven hoy disminuido su consumo, y reciben bolsas de alimentos donde priman productos de calidad cada vez menos recomendables. No hay balance entre proteínas, carbohidratos y grasas destructivas. No hay nutrición, hay apenas ingestión.

Al margen, o no tan al margen, la reciente actitud de la Presidente deja a las claras hasta qué punto la gente, su “todos y todas”, no le importa un ápice. El desprecio se siente y lamentablemente, se contagia.

La tradición del saludo navideño no es un capricho ni es algo nuevo. Al llegar la Navidad los diferentes presidentes, primeros ministros, reyes, Papas e incluso dictadores del mundo ofrecen a la población su mensaje institucional. Si bien no hay un origen unánime, los ingleses atribuyen a Jorge V ser pionero pues, a través de la “BBC Imperial Service” en 1932 se dirigió a ciudadanos aislados por temporales de nieve.

Por su parte, los norteamericanos otorgan el mérito a Franklin Delano Roosevelt que en su primer año en la Casa Blanca, dio un discurso radiofónico con motivo de la Nochebuena. Ya en 1939, en plena Segunda Guerra Mundial y esta vez si a cargo del Presidente Roosevelt, llegó el primer mensaje navideño a través de la televisión.

Lo que quedará sin discusión en la historia será el nombre de Cristina Kirchner, primera mandataria que decidió vivir las fiestas con absoluto desinterés hacia su pueblo. Ni en las buenas ni en las malas. Su mudez es inexplicable pero su indiferencia habla y pone en evidencia su desprecio y su desdén.

Eso sucede mientras estamos presenciando el auge de la sociedad sin modelos ni referentes. El paradigma a imitar es el del vándalo, la consigna es el no límite. Así se comprende el ir por todo sin contemplar el derecho y la propiedad del otro. En palabras más poéticas pero igualmente duras podría decirse que se perpetúa el Cambalache de Discepolo. “Lo mismo un burro que un gran profesor”

Por otra parte, la maniquea discusión en torno a los saqueos no aporta nada para estudiar los mecanismos tendientes a ponerle freno. Enfrascarse en la creencia ciega de que son actos organizados por opositores al gobierno o destituyentes agazapados en las huestes del sindicalismo es de un simplismo burdo, peligroso y grosero.

Atribuirlos únicamente al hambre y al hartazgo es también una ingenuidad no admisible a esta altura del año. Ni una cosa ni la otra. Sin duda, el surgimiento de hordas destruyendo supermercados y comercios acarrea un trasfondo de intereses oscuros. Pero el agregado de carenciados aprovechando el desborde no puede ser negado.

En ese marco, los saqueos no son consecuencia directa de la pobreza, sino de la profundización del asistencialismo estatal, una herramienta opresiva que en época electoral hace mella. Y esa etapa electoral está más cerca de lo que quizás muchos creen. No es nuevo el artilugio presidencial de alterar almanaques cuando las cosas van mal.

Creer que no se modificará la fecha del comicio legislativo es una actitud ingenua, máxime cuando a la vista está que los números no dan.

Ese as tiene la Presidente en la manga, lo que resta es prever en que momento lo sacará, y si acaso la oposición está preparada para una ofensiva de esa categoría. ¿O sigue asombrándose por la capacidad de oratoria de la mandataria?

Lo cierto es que el 2012 se va con una característica inexpugnable: la ausencia del Estado desde el comienzo mismo, en febrero, cuando un “accidente” en Once dejó 52 muertos…

Desde entonces todo fue más de lo mismo. Desear un 2013 distinto con los mismos actores en el Ejecutivo es absurdo y fútil. Son conocidos sus métodos y sus porfías, nada diferente saldrá de sus filas.


Quizás por eso, el 2013 dependa de todos y cada uno. Y más que un deseo, lo que deba acunarse en estos días sea fuerza y coraje.

¡Hasta el año próximo donde los protagonistas seamos finalmente nosotros y no los otros…!



0 comments :

Publicar un comentario