Por Martín Risso Patrón |
[Juan Manuel Abal Medina, Ministro Coordinador del Gobierno de la
República Argentina]
«...un enorme error mi exabrupto del sábado...»
[Juan Manuel Abal Medina, etcétera]
Del lenguaje como constructor de las relaciones humanas
“Juan Manuel Abal Medina es licenciado en Ciencia Política por la
Universidad de Buenos Aires, habiéndose recibido en el año 1994 con diploma
de honor, medalla de oro y un promedio de 9.4, el más alto de la historia de la
carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires. En cuanto a
sus estudios de postgrado, obtuvo su maestría en Ciencia Política por el
Instituto de Altos Estudios Universitarios y es Doctor en Ciencia Política por
la FLACSO de México”, reza el perfil biográfico del ministro, publicado en
Wikipedia.
Como académico de nota, también la enciclopedia señala que el joven
abogado Abal Medina “...es un prolífico autor y compilador de una vasta obra
relacionada a las ciencias políticas. Además, ha publicado decenas de artículos
en revistas académicas especializadas de la Argentina y el exterior...”. Ese
es el funcionario de la Rosada que trató de “una mierda” a la augusta
Cámara Civil y Comercial que extendió la medida cautelar que protegía
al grupo Clarín de la aplicación de la ley de medios.
Entonces, voy a plantear aquí un verdadero cuestionamiento a la ética
pública de los funcionarios de la República, como portadores del modelo
de civismo que nuestra forma democrática de gobierno exhibe, hoy, ante
propios y extraños. Sitúo este planteo en ese lugar, porque ya nos estamos
acostumbrando a las desoladas, desagradables y destempladas expresiones
verbales de quienes son, por su formación académica y su grave función
republicana, modelos de hecho para el pedestre Pueblo que los votó, y también
para el que no los votó. Recordemos también entonces al licenciado Guillermo
Moreno que ordenó que los contribuyentes protestones se metan las cacerolas “en
el o...to”, y a cuanto perejil fascista, como el profesor
D’Elía, Luis, y la beatificada señora Anciana de la Boca Atroz, y los Kunkel, y
también aquel senador que desde sus bigotes exhala cuescos del infierno cada
vez que abre su boca, apellidado Fernández y para más datos, Aníbal, contador y
abogado, etcétera... Y Ella misma, que, leal es
señalarlo, al menos públicamente no derrapa hacia el territorio de lo soez,
pero le pica cerca, cuando no se le cae el carancho y otras
desagradabilidades, de la presidencial boca, para descalificar a quienes
excedemos el molde del modelo. Es grave lo que sucede.
Porque la relación entre seres humanos es una permanente construcción,
no sólo en sí misma, sino una construcción precursora de la cohesión social. El denuesto constante, la árida
réplica soez para lo que no se tiene argumento con qué rebatir, el insulto, la
palabrota, no son más que espantosas excrecencias de vaya a saber qué infierno
abrasa el interior de quienes los profieren, cuyo único resultado es la
disgregación social. Y eso es un verdadero obstáculo para construir mejores
relaciones entre humanos, sustento para la vida en democracia. Además, con el
valor agregado de que viene de quienes por su posicionamiento público
son modelos a seguir. Peor todavía, cuando en cuanto currículo escolar
existe, los maestros hallan la obligación de hablar bien y exigir que los niños
y adolescentes también lo hagan...
No me inviste ningún fuero para sustraerme de la práctica del puteo
diario, como a nadie, excepto
honrosísimas excepciones. Como la escena de las relaciones interpersonales se
juega en distintos escenarios, ahí podemos hallar el parámetro para saber
cuándo rasgarnos las vestiduras frente a lo escatológico. Señalé que cuestiono
la ética pública de nuestros gobernantes a escala nacional, en el ejercicio de
sus funciones. Entiendo que nadie podrá negar que sea el escenario en el que la
construcción social de la convivencia es parte del dogma republicano a seguir,
o catecismo de la Democracia, como quiera llamársele.
O son torpes, o qué son
Estas consideraciones me están conduciendo a lo que parece ser una
conclusión obvia: “Son unos inútiles, unos torpes...”, pensando que son
como chicos que se desbordan cuando algo les sale mal, y lo mismo cuando algo
les sale bien.
La información pública del inicio de esta semana, desborda de dos cosas
en concreto, a partir del análisis de los sucesos políticos de nuestro país: 1]
El cambiante resultado de sus acciones públicas nacionales e internacionales,
como los fallos que les son adversos y los fallos que les son gratos,
principalmente; y, 2] La “torpeza” de no afinar sus movimientos ajustándolos a
esa realidad cambiante... Como la abogada Nilda Garré que, como único argumento
para no recibir a gendarmes y prefectos que solicitaron entrevistarla, les mandó
a decir: “Yo hablo con el dueño del circo, no con los monos...”, y el
pulido: “No preguntes boludeces, nene...” espetado como respuesta en
escenario público a un periodista del cotidiano La Nación. ¿Torpeza...? Ahora
lo vemos, Doña Clota...
No son torpes. Son malos. Así de simple... Cuando algo les va para lo
mona, putean... Si algo les sale bien, lo mismo. Es por método, que lo hacen.
Quieren romper la cohesión social; esa que resiste por su propia naturaleza,
porque está unida y sostiene las instituciones republicanas. La gran revolución de
éstos se inicia y concluye en la ruptura del tejido social. Y esa revolución toma
como objeto foquista al poder republicano que debe garantizar la convivencia y
el cumplimiento de las leyes. De ahí tanto ataque al poder Judicial desde el
Legislativo, como cuando algún senador oficialista habla de la “mafia de los
jueces”, y desde el Ejecutivo con todo lo que me cuesta aquí reproducir.
Tanto doctorado, licenciatura o maestría para esto. Gobernar por
el mero uso de la palabrota pública y bailar el Himno nacional argentino con la
ligereza de una bailanta. Sería de ingenuidad rayana en la estupidez creer
que son torpes o inútiles. Son malos, Doña. Vea porqué lo afirmo.
Esta siembra a escopetazos
La red social planetaria y facebuquera me otorga la posibilidad de
intercambiar ideas, confrontando posiciones y opiniones con distinguidos
contertulios, y también de los otros. Resulta que, al menos por hoy, estas
callecitas de deambular a toda hora permiten leer las cosas de quienes, lo
sepan o no, piensan como uno, tanto como de los que no, y de los que ni. Hay
para todo, gracias a Dios.
Ahora, en particular con esta movida de las palabrotas, si hay algo que
distingue a la mayoría de los contertulios, es el libre uso de la sintaxis, la
ortografía, la argumentación y el léxico. Es aquí donde quiero enfatizar que,
cuando confronto ideas acerca de la situación política institucional del país
en facebook, hallo dos tipos de expresiones: las procaces y las que pueden ser
calificadas de leales para con el contertulio, a pesar de las
diferencias, y para la Lengua. Vale esto tanto para quienes defienden el modelo,
como para los otros, los que lo critican. Me detengo en el sector procaz,
que es mayoría... Hay que ver qué pobreza de argumentos existe detrás de los
insultos, repito, de unos y de otros. A menos argumento, más agresión,
palabrota y descalificación. Los que critican, insultan a la presidente de
la República con epítetos irreproducibles, se aferran a supuestos inverificables
acerca de su salud, de su estabilidad emocional y hasta de su moral, etcétera.
Y los otros, los que defienden el modelo, no salen de un menú descalificativo
también insultante, carente en absoluto de una base para discutir: lo que
afirman, es indiscutible, no hay más verdad que la de ellos y
ellas.
¿Quiere que le diga?: Pura cosecha de tanto discurso público, oficial,
de base insultativa, procaz y maloliente, a pesar de tanta titulación y
diplomaje académico. Típica cosecha de sembrar a escopetazos, no importa dónde
caiga el perdigón cargado de tanta mala leche, cuando el sembrador está en el
sitio del Poder.
Así que no venga con esa socorrida muletilla del “error” mi querido
neomonto jefe de Gabinete de la Rosada. Mal que le pese, usted ha
insultado a la Majestad de la Justicia llamándolamierda, y eso, aquí
y en las antípodas, es procacidad que habla de que su paso por cuánto claustro
académico no le sirvió a usted de una ídem... Y que usted además, utiliza por
mandato de un modelo destructivo de la cohesión social.
[Edición impresa: Semanario
"Nueva Propuesta", Salta, viernes 21-D-12]
© MRP
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