Por Christian Sanz |
MARITA VERÓN Y UN EXPEDIENTE REVELADOR
Este miércoles se conocieron los fundamentos del fallo que
dejó en libertad a los 13 acusados por la supuesta desaparición de María de los
Ángeles “Marita” Verón. Lo primero que puede observarse al leerlo son las
contradicciones que existen entre las diferentes personas que aseguran haber
visto a la hija de Susana Trimarco en diferentes prostíbulos, especialmente de
La Rioja.
No solo se contradicen las descripciones de esas mujeres
—mientras una jura que la vio en La Rioja otra asegura haberla observado en el
mismo momento en Tucumán, como se detallará más adelante—, sino que todos los
allanamientos que se hicieron a esos lugares dieron totalmente negativos. Nunca pudo determinarse —y esto lo aclara
el mismo fallo— que Marita hubiera estado en ninguno de esos lugares.
Luego, sorprenden las declaraciones hechas por Trimarco en
el expediente de marras, conteniendo severas contradicciones respecto a sus
declaraciones públicas. A diferencia de la locuacidad y seguridad que muestra
en TV al hablar de la desaparición de su hija, en el expediente judicial la
mujer abunda con una única respuesta ante la pregunta de los investigadores
judiciales: “No recuerdo”. Más de la mitad de sus contestaciones, hay que
decirlo, carecen de precisiones.
Incluso cuando los investigadores le preguntan si puede
identificar a alguna persona que hubiera visto a Marita en La Rioja, Trimarco
dice: “Muchas personas, concretamente”. Sin embargo, cuando le piden que
puntualice, la mujer advierte: “No recuerdo”. No hace falta mencionar que por televisión la mujer ha señalado todo lo
contrario.
En fin, el expediente —los
fundamentos se pueden consultar acá— abunda en contradicciones entre el
discurso público y privado de la madre de Verón y aparecen revelaciones incómodas
de todo tipo. A saber:
A fojas 78, Trimarco se negó a dar detalles a la Justicia de
las chicas supuestamente asistidas —y eventualmente liberadas— por ella.
A fojas 75, admitió que en su momento José Alperovich le dio
trabajo a su marido "en el área de Salud". En sentido similar, a
fojas 72 reconoció que ella y su esposo trabajaban en diversas áreas políticas
de Tucumán, algo que omitió mencionar públicamente durante años.
A fojas 74, reveló que cobra subsidios permanentes de
Presidencia de la Nación y del Gobierno de EE.UU. (de este último admite haber
cobrado entre 40 y 60 mil dólares regularmente).
A fojas 68, reconoció
haber recibido al menos una llamada telefónica por parte de su hija Marita
desde Río Gallegos luego de desaparecida. Esta provino del teléfono de la novia
de su hermano Horacio Verón.
En el mismo sentido, a fojas 99 María del Valle Tapia,
empleada doméstica de Trimarco admitió haberla escuchado hablar con su hija
luego de haberse evaporado.
A fojas 102, Alicia del Valle Trimarco, prima de Susana
contó que Marita llamó por teléfono a su madre después de haber desaparecido.
A fojas 102, la misma mujer advirtió que Susana y su marido
eran amenazados de muerte después de la desaparición de su hija, lo cual no
tiene sentido en un caso de trata de personas. A pesar de esto, a fojas 104
Alicia admitió que los padres de Marita jamás hicieron la denuncia
correspondiente.
A fojas 67, Trimarco
asegura desconocer al proxeneta José Medina pero en una declaración anterior
admitió que lo vio 2 veces.
Lo arriba puntualizado es solo una muestra mínima de las
contradicciones y curiosidades que expone el expediente ad hoc, donde aparecen
como relevantes testimonios de personas que luego se demostraron como “parte
interesada”. Algunos de ellos pertenecen
a trabajadores de la fundación “María de los Ángeles”, como Daniela Vanesa
Palavecino, a la sazón amiga de Marita. ¿Qué tan confiable puede ser la
declaración de alguien que cobra dinero por parte de la propia Trimarco?
Dice textual el fallo a la hora de hablar de las
contradicciones: “(Es emblemático) el caso de Fátima Mansilla y Lorena Tisera,
que al mismo tiempo estaban en mayo del 2002, con la misma persona que era
María de los Ángeles; la primera en
Tucumán, la segunda en La Rioja en El Desafío. Otro caso es el de testigos
que estando al mismo tiempo juntos, como
Verónica Vanesa Bustos y Juana Patricia Costilla o Andrea Romero y
Miriam Elizabeth Zelaya, percibiendo las mismas circunstancias: llegaron juntas, dormían juntas, trabajaban
juntas en el mismo prostíbulo, y sin embargo sus declaraciones eran diferentes:
una afirmaba haber visto la joven de la fotografía que se le exhibía, la otra
no daba ninguna seguridad, o bien a una la persona que indica como María de los
Ángeles dice que le dio el nombre completo María de los Ángeles Verón —caso
Andrea Romero—, y eso no le fue contado a su amiga y compañera Miriam Zelaya,
que a su vez manifiesta no haber visto ni conocido nada de lo que relata
Andrea”.
Estas son solo
algunas de las contradicciones de los testimonios en los que intenta basar su
discurso Susana Trimarco; hay mucho más pero sería interminable la presente
nota si se reprodujeran todas ellas.
¿Existe la posibilidad de que todo esto se trate de un gran
fraude? Ciertamente pareciera que sí. Quien tenga la posibilidad de leer el
voluminoso expediente —ostenta 58 cuerpos y casi 11 mil fojas— podrá llegar
fácilmente a esa misma (triste) conclusión.
Quien aparece como principal responsable de llevar adelante
esta fábula es la propia Trimarco, lo cual fue señalado por la Justicia con
eficaz precisión, al hablar de que se avanzó “a cualquier costo de parte de sus
padres (de Marita)”.
En el mismo sentido,
los magistrados aseguran que, “desde un comienzo la averiguación se presentó
improvisada aun cuando esforzada. En breve: las cosas no se hicieron bien”.
Más claro, echarle agua.
Luego los jueces ponen el foco sobre la errática actuación
del comisario Jorge Tobar, hombre de total confianza de Trimarco y quien se
encargó de desviar el sentido de la investigación de acuerdo a los oportunos
pedidos, tanto de la fiscal como del secretario judicial de esos días.
Tobar fue el principal responsable del “forzamiento” de
testimonios de mujeres que aseguraron haber visto a Marita Verón. A fojas 1.838
—décimo cuerpo— quedó constancia judicial de ello: “La desgrabación de la
conversación pone en clara evidencia un grosero interrogatorio inducido (por
parte de Tobar) que conduce a la
respuesta buscada. Basta referirse al modo que se obtiene el reconocimiento
fotográfico, tomando solo alguna de las
partes del diálogo entre dichos policías con las testigos Bustos y Costilla”.
Los investigadores hablan de interrogatorios “irregulares y groseros”, algunos
de los cuales quedaron plasmados en varias partes de la misma causa judicial:
dos de los más groseros se encuentran en el cuerpo 3 del expediente, foja 515;
el otro a fojas 134, cuerpo 1.
Luego de leer todo lo antedicho queda claro por qué hubo
tanta insistencia para que la sentencia que absolvió a los 13 acusados no se
diera a conocer públicamente. La misma tira abajo muchos de los dogmas de fe de
la propia Trimarco, mujer que aún no ha explicado algunas otras suspicacias:
-¿Por qué elogia
públicamente a Alperovich y su mujer, Beatriz Rojkés, dos de los principales
responsables de la trata de personas en Tucumán?
-¿Por qué su repentino alineamiento para con el
kirchnerismo?
-¿Por qué en un
principio dijo que había que investigar por la desaparición de su hija a su
yerno, David Catalán, y luego aseguró lo contrario? ¿Por qué Catalán nunca
viajó a La Rioja cuando se decía que habían visto a Marita allí?
-¿Por qué Trimarco insiste en ensuciar a través de mentiras
—y sin evidencia— a las personas que cuestionan su discurso?
-¿Por qué omite hablar de la llamada que recibió por parte
de su hija desde Río Gallegos poco después de haber desaparecido, comunicación
que se demostró proveniente del teléfono de la novia de Horacio Verón, hermano
de Marita?
Los interrogantes se acumulan y nadie parece querer
responderlos. Hasta que ello no ocurra, será difícil creer en la historia que
insiste en contar públicamente Trimarco. Trama que se contradice con su propio
testimonio judicial.
© Tribuna de
Periodistas
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