viernes, 21 de diciembre de 2012

El verso del fin del mundo

Por Esteban Peicovich
Dado que este sábado 22 cumplo 83 años pensé que por abuso personal de almanaque debía escribir algo sobre el fin del mundo. Pero antes, dos sugerencias. No hagan caso de los mayas. Menos de la CIA, que que desmintió a los mayas (sic) pero no evitó ocurriera el "fin del mundo" propio de la matanza de párvulos de Connectitut. Y menos a Obama que habló contra las armas cuando cada mañana su índice imperial dispone el objetivo al cual un drone de aviación disparará el cohete que depanzurrará al talibán buscado haya o no niños en su cercanía.

Y ahora, a lo mío. Por lo que mi experiencia canta, cada noche, en cada cual, aflora, inocuo, un "fin de mundo". Una versión íntima, plácida o no (según hayamos actuado el día) que horas más tarde reciclará en la más importante noticia para humanos. La que dice "el sol asómase a las 6.52". Y asoma. Desde ese mínimo renglón metereológico (no de los títulos de tapa) es que retomamos la posta, damos cuerda al cuerpo y evitamos se nos detenga el mundo.

Lo más "fin del mundo" que existe (sea en especie, o al menudeo, digo del uno en uno) somos nosotros. Ser los bichos elegidos y enviados a protagonizar la Tierra y compartir con flores y animales tamaño Paraíso es el regalo mayor que pudiera pretenderse en Universo tan baldío. Pero seguimos ninguneando su maravilla. Cada tanto, en vez de remodelar Génesis y aggiornar Arcas preventivas echamos a rodar el cuento del fantasma finmundista. Una actitud que, por síntomas que se huelen, está cabreando a los dioses de todas las religiones e incluso a los ateos. Vaya lo que darían Marte o Venus por una chance como le fue dada a la Tierra. (Por lo visto, Dios le da el planeta azul al que quiere perder...)

Sea como fuere, salmónidos que somos (hasta Cristina se autodefinió salmona en ejercicio) se nos dio la chance de inventar espejismos: de aquel vulgar borrador moral titulado Génesis obtuvimos una película fallida a la que llamamos Historia. Mal nos tuvo (y aun nos tiene) la influencia del Capítulo 6, versículo 14, de sus primeros travellings. Noé se dió en tablear cedros en su astillero de urgencia y tras millones de días aquel Arca nos fue trayendo de tormenta en tormenta hasta arribar al Infierno. La sevicia de Auschwitz e Hiroshima. La hambruna familiar de Angola o Formosa. La esclavitud adolescente. La pedofilia impune. (Esta lista es sin fin)

Este es "el fin del mundo" que nos viene sucediendo mientras hablamos del fin del mundo que los mayas podrían, tal vez, quizás, dejado escrito, insinuaron, que, etc. habría de suceder. Vaya novedad. Si hasta que la especie no cambie, la historia seguirá a rajatabla el mismo protocolo instituido en Las Vegas y en la ONU. Todo o nada. Sin día ni noche ni derecho a apelación. Esto es, el espantoso fin del mundo in progress que tenemos frente a nuestras caras cada día mientras nos debatimos "entre sonidos y furias" a los que nadie consigue descularles el sentido.

Perdido el primer Paraíso ningún sueño fue más grande que el Paraíso Bis que imaginamos de repuesto. Su fantasía produjo milagros de consuelo. Moisés abrió el Mar Rojo. Cristo multiplicó peces y panes. Mahoma subió al cielo a caballo. Buda se desapegó tras atracón de sobremesa. Esa ilusión de regreso sigue intacta. Para el arte (religión individual) se trató de alzar un Edén personal al borde de la realidad de cada yo. Para la política, arribar (tras reyes shakespearianos, guillotinas, hoces y martillos) a una renta per cápita cercana a la sueca. Desde que bajamos del Arca no arrimamos ni un metro a lo que pudiera ser el comienzo de una película "para todos los públicos". Importa más parlotear sobre el Fin del Mundo que abocarse a diseñar un novísimo Guión apto para todo primate, digital o no. Y por ahora, este primer paso no lo da ninguno.

 --Es que los últimos pasos arrancaron antes y se lo llevarían puesto.

 --No es óbice. Cada generación debe intentar una estrategia nueva.

 --¿Y usted cree que todavía...?

 -- Sí, claro. Yo estoy en eso. Y aceptamos sugerencias. Ya.

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