Por Alfredo Leuco |
Con Scioli ya habían caído en el mismo error. Mientras más ministros
le pegaban, el gobernador de Córdoba más crecía. Le subieron el precio en lugar
de dejar que girara en falso.
Pero hay más chisporroteos con otros jefes territoriales del
justicialismo. El jujeño Eduardo Fellner ya no sabe qué hacer para frenar a
Milagro Sala y sus muchachos, que le arman futuras listas de candidatos por
afuera de su estructura. Daniel Peralta en Santa Cruz sufrió algo parecido,
pero demostró que el poder de daño de Cristina ya no tiene la misma potencia.
Lo acusaron de lo peor: de espiar a la presidenta de la Nación. Y no pudieron
voltearlo. Allí anda Peralta, desafiante, autodefinido peronista y nunca
kirchnerista, abrazado a estibadores de Puerto Deseado, lejos del acto de
Cristina en El Calafate. De paso dijo que el intendente del lugar en el mundo
de Cristina era “un mendigo de dádivas”.
El caso de la agrupación DOS (Daniel o Sergio, ¿se acuerda?)
es paradigmático. Ya no temen mostrarse una y otra vez juntos y sonrientes en
actos no kirchneristas. El Gobierno nacional tuvo que calmar sus ímpetus
destituyentes. Parece haber comprendido que sin tener de su lado a Scioli y a
Massa en Buenos Aires están condenados a una derrota nacional en 2013. Y eso
los embarca en un vuelo turbulento hasta 2015. Los otros cuatro distritos en
importancia ya los dan por perdidos. En algunos, el cristinismo puro podría
llegar a salir tercero:
1) Córdoba: El
oficialismo provincial, con Juan Schiaretti a la cabeza, peleará, según todas
las encuestas, por el primer lugar con el juecismo y el radicalismo. Chicanero,
el ex gobernador dijo que los operarios mecánicos silbaron a la ministra Giorgi
porque pagan impuesto a las ganancias y la renta financiera está exenta.
2) Santa Fe:
Binner-Barletta encabezarían la lista que mide apenas por encima de la que
liderará Miguel Torres del Sel.
3) Capital:
Gabriela Michetti gana en todas las opciones y en segundo lugar aparece Pino
Solanas, que tal vez consiga el respaldo de todo el Frente Amplio y hasta del
radicalismo.
4) Mendoza:
Asombran en su propio partido los números de intención de voto que tiene Julio
Cobos.
Tal vez esto explique el perfil bajo cero de Gabriel Mariotto,
los elogios del camporista Santiago Carreras y que José Ottavis se haya puesto
a trabajar para sacarle leyes al gobernador.
¿Se terminó el látigo o ya casi no duele para los
sciolistas? El seminario que hizo ayer La Juan Domingo a pocas cuadras de la
Casa Rosada es todo un símbolo. En otro momento hubiera sido leído como un
desafío imperdonable. En esta ocasión fueron convocados para exponer todas sus
críticas tres símbolos del peronismo que hace mucho rompió con los K: Jorge
Sarghini, Jorge Remes Lenicov y hasta Roberto Lavagna, que no pudo concurrir
por problemas personales pero que estaba dispuesto. Daniel Scioli aseguró
frente a esos dirigentes que “la lealtad es un camino de ida y vuelta” y todos
entendieron.
Otro dato inédito fue la fiereza con que Alberto Pérez cruzó
a Martín Sabbatella. Por radio, y en medio de la discusión por el paro docente
encabezado por Roberto Baradel, lo acusó de jugar para el partido “Nuevo
Desencuentro” y aseguró que “ningún manual de ciencias políticas dice que quien
sacó el 55% de los votos debe debatir con quien logró apenas el 5%”. Estaba
hablando de Sabbatella, que hoy es el principal ariete que tiene Cristina en la
única batalla que la ocupa, que es la del 7D contra Clarín. Subrayo: ese
castigo provino del jefe de Gabinete y la persona de mayor confianza de Scioli.
El peronismo que todavía sigue acompañando al Gobierno
(Julián Domínguez, Florencio Randazzo, Juan Manuel Urtubey, entre otros) ya
reconstruyó los puentes que habían roto con sus compañeros que están en la
vereda contraria. Cada vez son más frecuentes las reuniones y los intercambios
de información con Lavagna, Alberto Fernández, Julio Bárbaro, Jorge Busti,
Enrique Thomas, Francisco de Narváez, Graciela Camaño, Alberto Iribarne, Jesús
Cariglino y Hugo Moyano, que pasado mañana clavará en el lomo del Gobierno la
primera banderilla de un paro nacional al kirchnerismo.
El peronismo tiene una sola lealtad: el poder. Por eso está
en asamblea permanente y en estado deliberativo. A todos los une la inquietud
por la falta de un candidato ganador para reemplazar a Cristina y les molesta
que la Presidenta los quiera conducir a través de los muchachos que militan en
“La Máximo”, como dicen con mordacidad.
El aparato propagandístico de ayer en el Luna Park, los
fondos de una caja cada vez más flaca, el freno de la economía y la falta de
iniciativa han abierto más preguntas que certezas de victoria.
El gobierno de Cristina salió en bloque a castigar a José Manuel
de la Sota, que simplemente pidió diálogo, que le paguen la deuda, y que
propuso que los trabajadores no paguen Ganancias. Obvio: fue ovacionado por los
obreros mecánicos y la ministra Débora Giorgi recibió algunos silbidos. Luego
llegaron las presiones. A la empresa Renault para que repudie al gobernador o
se atenga a las consecuencias de las demoras burocráticas para habilitar el
nuevo modelo. Y a Ricardo Pignanelli, que sacó una solicitada inflamable contra
De la Sota acusándolo de cobarde e irresponsable. Antes había dicho que los
peronistas no deben pelearse en público. Dos preguntas: ¿desde cuándo Giorgi es
peronista? ¿Sabe que el jefe del Smata Córdoba es el actual ministro de trabajo
de De la Sota?
El delincuente y barrabrava Richard apareció en una foto con
Néstor Kirchner, lo que no quiere decir más que eso. Pero integró la agrupación
kirchnerista Hinchadas Unidas Argentinas. Sin embargo, los medios adictos
recibieron la orden de vincularlo a Hugo Moyano y el aire de la tele se llenó
de operaciones. Falta candidato y conducción, pero sobra manipulación
extorsiva.
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