Por Marcelo Suárez
Esta semana había pensado descansar de mi habitual columna
como Defensor del Lector de Tribuna de Periodistas. No por holgazanería, sino
porque nadie se quejó en los últimos siete días por ninguna nota publicada en
el portal.
“Nada mejor que un fin de semana largo de descanso”, pensé,
hasta que vi la discusión que se generó por la denuncia que hizo el grupo
Clarín contra funcionarios del kirchnerismo por supuesta “incitación a la
violencia”, en la cual se cita como testigos a periodistas de medios alineados
al Gobierno.
Todos los análisis posibles ya se han hecho, tanto legales
como periodísticos. No ha faltado tampoco la victimización de algunos
trabajadores de prensa, aún cuando no aparecen imputados en la denuncia sino
que se los cita como testigos.
Es claro el comunicado de Clarín para entenderlo: "En
dicha denuncia se solicitó a la Justicia que abra una investigación tendiente a
acreditar si una serie de acciones públicas y declaraciones de funcionarios que
llamaron a combatir a los medios del Grupo, sus periodistas y directivos, los
acusaron de atentar contra la democracia y hasta de ser responsables de
secuestros o levantamientos de fuerzas de seguridad, tenían detrás una autoría
ideológica con entidad para constituir el delito de incitación a la violencia
colectiva. (art. 212 del Código Penal)”.
En ese escueto escrito, se menciona que "no se busca
imputar a periodista alguno, estos sólo serán testigos”.
La primera conclusión que me surge, es preocupante: los
periodistas que se victimizaron ayer y hoy, principalmente los de diario Tiempo
Argentino, nunca leyeron la denuncia de Clarín.
La segunda conclusión también es inquietante: ¿Por qué
alguien que se siente difamado por un tercero no puede ir a la Justicia a
buscar la reparación correspondiente? Los directivos de Clarín podrían haber
apelado a hacer lo mismo que sus pares de medios oficialistas: inventar
historias para ensuciar al “enemigo”; pero no, han optado por el camino de la
racionalidad a través de los estrados jurídicos.
La tercera conclusión es la más preocupante de todas: cuando
funcionarios públicos persiguieron a periodistas independientes a través de la
querella criminal, nadie levantó su voz por ello. Ahora que lo hace Clarín, sí.
Tribuna de Periodistas nació casi con el kirchnerismo, en el
año 2003 (aclaro que yo recién me incorporé en 2011 a su redacción). Desde un
comienzo sufrió la persecución judicial de casi todos los principales
funcionarios del Ejecutivo nacional, quienes hicieron más de 20 juicios
criminales contra sus periodistas. Lo mismo le ocurrió a medios como Perfil, La
Nación y otros. A nadie jamás le pareció incorrecto entonces que se querellara
a periodistas. Ahora, cuando esto le acontece a hombres de prensa que están
alineados con el Gobierno, todos ponen el grito en el cielo.
Los lectores tal vez
no lo sepan, pero Tiempo Argentino y otros medios han inventado fábulas
calumniosas de todo tenor para erosionar la credibilidad de este portal. Lo
hicieron siempre a través de notas que no llevan firma y rechazando todas y
cada una de las cartas documento que se enviaron a ese diario para pedir
explicaciones.
Lo paradójico es que Tribuna de Periodistas dio derecho a
réplica a trabajadores de ese matutino cuando se sintieron agraviados, sin la
necesidad de intimaciones legales. Es parte del trabajo honesto que lleva
adelante este sitio.
Ello me lleva a concluir que lo sucedido a raíz de la
denuncia de Clarín, es solo otro botón de muestra de cómo es la mirada
kirchnnerista, siempre parcial y acomodaticia. “Si lo hacemos nosotros está
bien, si lo hacen ellos está mal”, ese parece ser el lema de los medios que se
sostienen con la pauta estatal.
No es así como se debe proceder, mucho menos cuando se
dirige un medio de comunicación, una vía de información para la sociedad. Lo
que le ocurre a Tiempo Argentino era inevitable, y le sucederá una y otra vez
en la medida que el kirchnerismo pierda la fuerza que supo mostrar en el pasado
reciente. Quien ataca permanentemente a través de la mentira, termina devorado
por su propio proceder. Se puede zafar un tiempo, corto o largo, pero tarde o
temprano hay que dar explicaciones, en este caso legales.
Pido disculpas por haberme sustraído de mis funciones como
Ombudsman, volveré a mis habituales tareas a partir de la semana que viene. Y
ya lo saben: pueden escribirme a ombudsman@periodicotribuna.com.ar o seguirme a
través de Twitter. Respondo a todos los que me consultan. Buen feriado.
© TDP
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