Por Ana Gerschenson |
La Presidenta trató de matones a los dirigentes sindicales
que pararon la Argentina el martes, Aníbal Fernández le espetó un "Augusto
Timoteo Moyano", al jefe de la CGT Azopardo, en referencia al ex líder de
la CGT que proponía un peronismo sin Perón. El senador logró unir
circunstancialmente a las dos centrales nuevamente.
Porque no sólo le contestó el camionero, sino que la propia
UOM, cuyo jefe Antonio Caló preside la CGT oficialista, tildó a Fernández de
"saltimbanqui trasnochado" por el insulto "al compañero
Moyano", mediante una solicitada.
El dato es que estos ex socios políticos, ya que Moyano fue
parte del modelo kirchnerista por lo menos hasta la muerte de Néstor Kirchner,
no discuten sobre temas concretos, no expresan sus diferencias públicas sobre
cuánto o cómo debiera aumentarse el mínimo no imponible del impuesto a las
ganancias, que afecta a cada vez más trabajadores.
El sindicalismo peronista y el Gobierno que reivindica a
Perón y Evita se tiran la historia del movimiento por la cabeza y atrasan nada
menos que 43 años cuando se menciona a un dirigente como Vandor, asesinado en
1969.
El politólogo Fabián Bosoer, autor del libro Saludos a
Vandor, consideró en declaraciones públicas que el senador Fernández "le
reconoce a Moyano un poder que hasta ahora el kirchnerismo estaba tratando de
relativizar y menoscabar, que es el que tuvo Vandor en los 60". Para
Bosoer, si lo que se está sugiriendo es que Moyano está disputando el liderazgo
de "un peronismo sin Cristina y sin Néstor Kirchner, se hace una
comparación con momentos en los que el peronismo estaba proscripto, y advirtió
que de ese modo se puede llegar a interpretar que la Presidenta "podría
ser Isabelita".
Hoy el peronismo está en ebullición, y ya se instaló la
incertidumbre por la sucesión. En esa clave se inscriben las palabras del
ministro Julio De Vido, que se convirtió en el primer funcionario del Gabinete
en impulsar la reelección de la Presidenta en 2015. Justo horas después del
primer paro nacional que sufrió el kirchnerismo en su historia.
La realidad es que con las encuestas de imagen y gestión en caída
para Cristina Kirchner, y la tensión social que han generado la marcha del 8N y
el 20N, las palabras de DeVido suenan a pirotecnia verbal sin otro objetivo que
generar un horizonte político para la tropa propia. De hecho, el jefe de
bancada oficialista, Agustín Rossi, repitió en las últimas horas que no tiene
ninguna instrucción ni proyecto alguno para impulsar una reforma
constitucional.
El kirchnerismo entró en una etapa de pasteurización entre
los ultra-K y los que miran con ojos de candidato al gobernador Daniel Scioli,
quien en las últimas semanas ha dado señales de querer ser el sucesor en 2015,
matizadas siempre con gestos y palabras de lealtad hacia la Presidenta. Su
marca registrada ha sido, justamente, la prudencia extrema.
"A todos nos conviene que a Scioli le vaya bien",
aseguró el gobernador sanjuanino José Luis Gioja. El mensaje fue hacia adentro
del peronismo que no quiere perder el poder y que mira con recelo el avance de
La Cámpora en los espacios institucionales, sumados a la profundización del
modelo que encaró la Presidenta en el último año y que cada vez más
gobernadores no comprenden, el escándalo Ciccone, que incluye la defensa
forzada de Amado Boudou, la tragedia ferroviaria de Once que no ha generado un
replanteo de fondo y mucho menos admisión de errores, la inseguridad y la
impopular política del cepo al dolar. Todo contribuye a un clima interno de
desconcierto en el PJ, marcado por los enfrentamientos de la Presidenta contra
parte del peronismo.
Precisamente, el justicialismo tendrá su propio 7 de
diciembre, hasta ahora el día pautado para la reunión del Consejo del PJ, que
reunirá a intendentes y legisladores sciolistas y kirchneristas. La idea es
definir el postergado llamado a internas partidarias y aceptar con demora la renuncia
de Moyano a la vicepresidencia del partido. Pero también será una buena ocasión
para detectar cuántos "compañeros" seguirán siendo ultra-K, y cuántos
cambiarán esa letra por una S, de Scioli.
© we (EC)
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