Por Ignacio Fidanza |
Años de retórica inflamada, decenas de marchas, festivales y
otras vernisagge progresistas en defensa del Borda, quedaron sepultadas bajo el
voto obediente a la venta del edificio del Plata, que financiará la
construcción de la nueva sede del gobierno porteño en la zona de ese hospital.
Fue apenas una –acaso la más flagrante- de las tantas
contradicciones con las que el kirchnerismo liderado por el joven camporista,
se flageló en la larga noche del jueves. Si en política hay que tragarse un paso
cada mañana, ayer el kirchnerismo se dio un atracón de esos que dejan huella.
Para que se entienda: el kirchnerismo votó habilitaciones
para shoppings, venta de bienes públicos, autorización para tomar deuda externa
y cesión de tierras del Estado para desarrollar negocios inmobiliarios. Es
decir, acompañó todo aquello a lo que dice oponerse.
A cambio de ese container de iniciativas, los kirchneristas
le pidieron a Macri que sufriera el terrible “sacrificio” de acompañar la
enajenación de terrenos públicos para desarrollar negocios inmobiliarios. O
sea, lo forzaron a hacer lo que le gusta.
¿Pero qué fue lo que motivó el giro? Según explicaron a este
medio protagonistas de la negociación -que en su fase más visible encabezaron
el macrista Cristian Ritondo y los kirchneristas Cabandié, Axel Kicillof y
Diego Bossio-, Cristina Kirchner cifra grandes esperanzas en el impacto
positivo sobre la economía que tendrá el plan de viviendas Procrear, una de las
últimas criaturas que salió del laboratorio del voluntarista viceministro de
Economía.
Como es muy difícil hacer keynesianismo en un gobierno que
se está quedando sin plata, Kicillof ideó un programa genial: se venden los
terrenos del ferrocarril y con esa plata se hacen viviendas por arriba y el
soterramiento del Sarmiento por abajo. Claro que para construir viviendas es
necesario rezonificar los terrenos y esto obliga a pasar por la Legislatura porteña,
que domina el macrismo.
Y ese dato acaso sea toda una revelación del momento actual
que vive el gobierno. De la orfandad de iniciativas de impacto real en la
economía –más allá de los reiterados anuncios de mega obras que nunca se
concretan-, que agobia el día a día del kirchnerismo.
Precisamente, las mismas fuentes revelaron que Cristina
estaría harta que le sigan recordando que el famoso soterramiento ya fue
anunciado unas cinco veces en sus dos mandatos y pese a las fotos que se saca
el ministro Florencio Randazzo con las tuneladoras, sigue durmiendo el sueño de
los justos.
Coincidencias
Que la obra del soterramiento esté a cargo de Iecsa-Ghella
de Angelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri, es una coincidencia. Misma
coincidencia que ubica a Eduardo Elsztain, dueño de Irsa, en el centro de la
mayoría de las iniciativas urbanas que ayer votaron juntos macristas y
kirchneristas.
Sin embargo, que se unan gobernantes y grandes magnates de
la construcción para desarrollar proyectos que movilizan miles de millones, no
debería alarmar a nadie. Es política habitual en una sociedad capitalista.
Genera empleo y riqueza –mas a unos que a otros, es verdad-.
Lo que entra en contradicción con esta realidad es la
perorata inflamada de La
Cámpora , el relato anti corporación del kirchnerismo, su
apelación constante a una revolución que por ahora, parece desplegarse sólo en
su imaginación. “Andá a militar con Elsztain”, mortificaban ayer en la
madrugada a Cabandié desde las tribunas, cuando cabizbajo apeló a una difusa
“política real” para explicar el giro.
Ganadores y
perdedores
Lo cierto es que lo que ocurrió anoche no fue otra cosa que
lo que venía reclamando hace años Macri –y en menor medida Cristina-. El
diálogo civilizado entre ambas administraciones para acordar iniciativas
estratégicas para la Ciudad.
Nada de lo votado es oprobioso per se y posiblemente si se
concretan algunas de esas iniciativas, ayuden a cambiar para bien muchas zonas
de la Capital
¿Entonces porqué el secretismo? ¿Por qué no se anunció el acuerdo con un gran
acto en el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada en el que Cristina y Macri ofrecieran
un ejemplo de civismo?
La explicación es sencilla: Se trata de un acuerdo
vergonzante para el kirchnerismo que entiende que ceder ante Macri es una
derrota política. Mejor que todo quede entonces a nivel de “la Legislatura ”. Forzando
la ficción de una autonomía extravagante de Ritondo y Cabandié, que por su
cuenta sellaron una negociación que a sus líderes les fue imposible conseguir,
o mejor, que ni siquiera les interesa.
La negociación
Las conversaciones comenzaron semanas atrás piloteadas por
Ritondo quien avanzó bastante con sus amigos Cabandié y Dante Gullo, hasta que
al llegar la hora de las definiciones la Casa Rosada sumó a Kicillof y Bossio. Mientras
que desde el macrismo subieron a las conversaciones al ministro de Desarrollo
Urbano, Daniel Chain. También hubo intervenciones puntuales de otros
funcionarios.
Lo interesante de esta experiencia es que también sirvió
para medir la eficacia de los hombres que Cristina eligió como sus primeras
espadas políticas. Y el balance no parece del todo satisfactorio para la Casa Rosada. Si en
años pasados la distancia política entre los funcionarios del gobierno nacional
y los de Macri era aplastante, hoy esto ya no es tan evidente y por momentos la
gente del PRO casi parece más experimentada.
En una de las primeras reuniones, luego de soportar una larga
perorata de Kicillof, Ritondo y Chain escucharon a un sobrador Cabandié que les
dijo: “Si ustedes nos votan lo de los terrenos ferroviarios, nosotros les
votamos lo de Santa María del Plata”, fue una referencia chicanera al proyecto
de Elsztain en la Costanera
Sur. Una manera de decirles “les votamos el negocio que es lo
único que a ustedes les interesa”.
Imperturbale, Chain les contestó: “Ese proyecto no es una
prioridad para nosotros”. Y los papeles se les quemaron a los jovenes
funcionarios de Cristina. Fue en ese preciso momento que el PRO logró meter por
la ventana todo un convoy de proyectos congelados, algunos incluso redactados
de apuro la noche previa a la sesión, como el endeudamiento de 250 millones de
dólares para el arroyo Vega.
Y además se aseguraron la aprobación del proyecto de
Elsztain que desplazaron en el tiempo, pero tuvieron el cuidado de anudar a la
aprobación del Polo Audiovisual de la
Isla de Marchi, otra de las obsesiones de Cristina. Es decir,
los kirchneristas fueron por lana y terminaron esquilados.
La negociación incluso tuvo momentos ingratos para jovenes
acostumbrados a mandar sin mayores explicaciones. Paciente, Chain les explicó a
sus interlocutores todos los flancos que tiene el proyecto de Cristina, siendo
uno no menor la posibilidad de que lo trabe un amparo judicial: “Como los que
todo el tiempo nos mete a nosotros Lubertino”, advirtió.
“De controlar a Lubertino me encargó yo”, sacó pecho
Cabandié. Ayer por la noche la ex titular del Inadi votó en contra de todas las
iniciativas, pese a los denodados esfuerzos de Cabandié y Kicillof por hacerla
cambiar de opinión.
Zozobras
El acuerdo estuvo a punto de caerse el lunes pasado cuando
la jueza kirchnerista Patricia Lopez Vergara dictó un amparo que trabó el
proyecto de traslado del gobierno porteño al sur de la Ciudad. Decisión
que fue ampliamente difundida en los medios kirchneristas, a los que acaso les
llegó tarde la notificación del cambio de rumbo.
“Así no hay acuerdo posible”, le advirtió Chaín a sus
interlocutores, que se apresuraron a tranquilizarlo y todo volvió a su cauce.
En el medio, los jovenes camporistas recibieron una lección
implacable de real politik que abre no pocos interrogantes ¿Se trata de una
postal del futuro que acaso vaticina futuros acuerdos con otros demonios que
gusta agitar el kirchnerismo? ¿Una guía de los virajes que se pueden esperar en
tiempos de declive? ¿Scioli, Clarín, el peronismo?
Son interrogantes que empiezan a recorrer la estructura de
un poder, donde las miradas empiezan a abrirse hacia los costados y casi nadie
quiere tener el honor de ser el héroe que libre la última batalla.
© LPO
0 comments :
Publicar un comentario