jueves, 22 de noviembre de 2012

El embrollo que no tiene límites

Por Martín Risso Patrón

«A mí nadie me corre con amenazas...».
 [Cristina E. Fernández, presidente en funciones de la República Argentina].

El Go

En el milenario juego de tablero del Go, es posible encontrar enseñanzas acerca de la vida cotidiana. Contienda en que se ponen en juego las habilidades de táctica, estrategia y observación solamente colocando piedras negras o blancas, según el jugador, muestra que el objetivo consiste en ocupar el mayor espacio posible del tablero [19 x 19 cuadros]. 

Con la extrema complejidad de la sencillez que caracteriza a la lógica oriental, este juego constituye un desafío para la paciencia. Pero la clave de todo se encuentra en que no hay que perder la iniciativa. En otras palabras, que el oponente juegue obligado o a la defensiva.

En las cuestiones de relaciones humanas es posible hallar expresiones concretas de que, aunque sea de manera inconsciente, se está jugando al Go. En el sistema de relaciones que es la política encontramos aquellas tres instancias de táctica, estrategia y observación. De hecho, la iniciativa está presente en todo accionar político.

Una equivocación muy occidental, particularmente autóctona, nuestra, consiste en considerar que el gobierno de turno tenga la iniciativa y por lo tanto, toda conducta privada, pública, etcétera, esté determinada por la iniciativa del poder de turno. De hecho, asistimos a la aberración, según las enseñanzas del Derecho Político, que la señora Fernández y sus funcionarios y representantes parlamentarios, punteros, simpatizantes, periodistas adherentes [y de los otros], etcétera, digan Estado, cuando se refieren al poder Ejecutivo conferido por la voluntad popular, que es, precisamente la sustancia del Estado en su expresión republicana. Esta deformación viene de los déspotas ilustrados, sí, esos llamados “dictadores benevolentes” ejercedores del paternalismo sin ser padres, herederos del medieval Status, id est, magistratus[“Estado, esto es, Magistrado”]. En otras palabras: Los administradores del Estado, somos el Estado. Por lo tanto el Pueblo en el sistema republicano, con esa aberración mediante, pierde la iniciativa, que, en términos de Go, es el acabose.

Ella siempre tendrá la iniciativa, en esa lógica pervertida del abuso de poder. Todo lo demás no existe, ni existirá, y si existió, fue mentira. Pero... como la única verdad es la realidad según Aristóteles confirmado por Perón, el Pueblo, que ha ejercido su iniciativa en el comicio, puede manifestar que tiene la iniciativa cada vez que el poder político de turno le manosea las pudendas partes desde su posición de gobierno.

Eso es lo que le cuesta leer al gobierno argentino actual. “A mí nadie me corre con amenazas...” Ella dixit. Así, una movilización popular legitimada por la mera voluntad popular, sin corporaciones sindicales ni políticas ni nada, como la del 8 de noviembre, es una amenaza para Ella. Una huelga legalmente realizada, legitimada a veces por las articulaciones corporativas de todo tipo que incluyen a los gremios y sindicatos,  entonces, es también una amenaza para Fernández. Desconoce la mandataria, que el poder de iniciativa no se agota en los límites de su Corte. Ahí comienza la escalera del Go, con final previsible.

La Escalera

En el Go, entre múltiples movidas elegantemente nombradas por el manual ritual del juego, existeShicho [Escalera]. Esto es una técnica de captura en la que un jugador da atari consecutivos en zigzag [obligación de jugar a la defensiva que se plantea al oponente, similar al jaque del Ajedrez] a un grupo de piedras hasta que se topan con el borde del tablero o una piedra enemiga y son capturadas, es de cortesía acordar que el jugador que pone en jaque al otro, le diga, simplemente “atari”. El que toma la iniciativa obligando al otro colocar su piedra en determinada posición, lo lleva a perder todo el territorio escalonado que se genera en algún lugar del tablero, y culmina en el borde, o sea la nada. El problema reside en encontrar la motivación, la oportunidad y el lugar para ejercer esta forma de la iniciativa.

La presidente de la República ha perdido la iniciativa en relación directa con el agotamiento del dinero que mal administran ella y sus sátrapas despóticos. Entonces, el Pueblo retoma la iniciativa. Por eso habla Fernández trasnochadamente de amenazasY pone su fichita en un escalón más hacia la nada, hacia el margen, hacia el inevitable final. Shicho se cumple. Aunque Fernández convierta esto en un embrollo que no tiene límites.

Me voy a bancar las que me tenga que bancar...

Vea, Doña Clota, toda una definición. Claramente un grito de desesperación frente al formidable poder de las masas. Una afirmación despótica. Una admonición, si se quiere, trágica, demás está decirlo. A ver, si se entiende: Si un gobernante legal y legítimamente en ejercicio del poder político de la República, recurre a exasperadas frases hechas, incluso las tomadas del lenguaje popular, es porque tiene miedo. Y sabemos que la combinación de miedo con poder, conduce a las tiranías. Sabe, Ella, que ha perdido la iniciativa. Lo que no queda claro [institucionalmente hablando que es lo que corresponde] es con qué logística se bancará la presidente argentina, esta situación. Sabemos: La caja más suena a un dramático hueco que ha demostrado no llenarse por más papel pintado se imprima en las máquinas sospechosas de la Casa de Moneda; a la Anses ya se le está diagnosticando anemia perniciosa, según la brutal caradurez del funcionario que la dirige cuando nos cuenta que no tiene dinero para pagar los milenarios juicios en que los jubilados resultaron ganadores, según la Corte Suprema de Justicia. La clientela voraz ya les golpea el trasero a estos déspotas ilustrados, paternalistas sin ser padres. El pueblo laburante también.

AtariElla, ponga su piedra...

[Edición en papel: Semanario Nueva Propuesta, Salta,]

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