Por Alfredo Leuco |
En estado de asamblea permanente, el PJ olfateó que es muy probable que en 2015 haya nuevamente un presidente peronista, como ocurrió en la mitad de los años desde aquel 4 de junio del ’46, cuando ganó la fórmula Perón-Quijano. El justicialismo gobernó en 22 de los 29 años de democracia recuperada. Tal como lo describió Juan Carlos Torre, el peronismo funciona como la totalidad del sistema político, con oficialismo y oposición en el mismo envase. Es una vidriera donde hay candidatos disponibles para las corrientes ideológicas que soplan en cada época y también para los reclamos locales, en este caso de mayor racionalidad y diálogo. El resto, por ahora, muestra líderes sin partido y partidos sin líderes, como dice Sergio Berensztein.
La foto actual demuestra que si se habilita la reelección,
Cristina se sucederá a sí misma. Pese a su pobre gestión, hoy es imbatible.
Pero si el oficialismo no logra forzar la reforma constitucional para diseñar
un traje a la medida de la
Presidenta , la lucha será entre el Partido Justicialista y el
movimiento Unidos y Organizados.
Este conglomerado, que funciona como escudo de Cristina,
carece de candidatos taquilleros porque está diseñado con verticalismo a su
imagen y semejanza. Jóvenes de clase media sin experiencia e invictos en
triunfos electorales propios, en la universidad; movimientos sociales muy
atados al clientelismo, con algunos dirigentes que desbordan imagen negativa como
Luis D’Elía y otros dirigentes que han perdido en las urnas varias veces en sus
distritos pero se comportan como inspectores ideológicos para garantizar la
pureza de gobernadores e intendentes que ponen los votos y la gestión.
Con la otra camiseta podrían jugar Daniel Scioli, Sergio
Massa, José Manuel de la Sota
y, en menor medida, Roberto Lavagna y Hugo Moyano. Entre Scioli y Massa, el que
se atreva a romper primero y en el momento justo se colocará en la pole
position. Tres integrantes del equipo económico que acompañó a Eduardo Duhalde
ya trabajan con el intendente, que se mueve entre sus pares cosechando
lealtades. Se cansaron de esperar a Scioli y creen que nunca pegará el salto.
Tres ex ministros de Duhalde y Néstor Kirchner creen lo contrario. Que Scioli,
fiel a su estilo náutico, seguirá flotando hasta que la historia vuelva a
tocarlo con la varita mágica. Pepe Scioli, que actúa como constructor entre el
no kirchnerismo, confía en que su hermano se convierta en “Mandela, porque nos
va a unir a todos los argentinos” y está convencido de que “el kirchnerismo se
terminó con el cacerolazo del 13S”. El periodista Pablo Ibáñez asegura que
Sergio Massa recitó en varias ocasiones la siguiente frase, que actúa
simultáneamente como promesa y exorcismo: “Yo no voy a ser el Reutemann
bonarense”. Es que el dos veces gobernador santafesino nunca se atrevió a
pelear por la presidencia.
A Scioli y a Massa los une casi toda su historia política y
que Cristina les hizo la cruz: jamás serán sus herederos. Productos de la
incubadora de Carlos Menem, fueron dirigentes de todos los gobiernos
peronistas: con Duhalde, Néstor y Cristina. También comparten el desprecio de la Presidenta que los
ubica a la derecha de su proyecto y los acusa de ser “neoliberales”. A Daniel
le tiene más paciencia porque lo necesita pero a Massa apenas lo tolera cuando
no hay más remedio institucional.
Jamás olvidará sus
confesiones en la Embajada
de los Estados Unidos, donde describió a Néstor Kirchner con una virulencia
inédita: “Psicópata perverso y cobarde, producto de su complejo de
inferioridad”. De eso no se vuelve ni siquiera en el peronismo.
Alberto Fernández
definió la diferencia en el matrimonio presidencial con cuatro palabras:
“Néstor sumaba, Cristina expulsa”. Mas aún, Néstor hablaba con todos y Cristina
habla sola y no escucha a nadie. Cristina es más vengativa y sus rencores duran
más tiempo. Su lista negra crece todos los días con leales que tira a los
leones sin dar explicaciones. El caso más reciente y misterioso es el de Gabriel
Mariotto. Pocos jugaron tanto su pellejo para obedecer a Cristina y, sin
embargo, hoy transita por la
Siberia patagónica. Otros como el gobernador Daniel Peralta,
que enfrentó duramente el embate de la Presidenta , hoy tienen más chances de ser indultados.
Los grandes maltratadores de la política suelen actuar así. Al que se agacha
para hacer una reverencia se le suben a los hombros y al que se planta se lo
revaloriza por su coraje.
Se dice que Néstor eligió cinco veces a Scioli
(vicepresidente, gobernador, vice del PJ, diputado testimonial y otra vez
gobernador como mandato post mórtem) y que Cristina eligió a Martín Sabbatella,
quien supo ser un duro enemigo de los pejotistas bonaerenses. Eso levantó una
gran resistencia. Igual que el viraje conservador de la Ley Antiterrorista
o la complicidad con el sindicalismo menemista (Cavalieri sentado al lado de
Abal Medina es un dato), o que la seguridad la maneje el coronel Sergio Berni y
no el diputado Marcelo Saín, o la ley propatronal de riesgos del trabajo, que
fue defendida con pasión por un diputado de matriz comunista como Carlos
Heller. Dijo que fue una forma de “ derogar el andamiaje impuesto por el
neoliberalismo en materia laboral”. Si fuera cierto eso, sería más difícil de
explicar cuáles fueron los motivos que impulsaron tanto a la UIA como al macrismo a apoyar
la norma con su lobby y su voto en soledad al Frente para la Victoria. ¿Desde cuándo
el partido neomenemista y “Macri basura, vos sos la dictadura”, como gritan los
camporistas, comparten ideológicamente una ley con Cristina? Esos jóvenes
diputados debieron tragar un sapo amarillo difícil de digerir.
Alguna vez Cristina puso a Alemania como modelo de país. Hoy
nuestro norte es Venezuela. De Merkel a Chávez hay un abismo y un salto al
pasado. Algo muy extraño está pasando en el poder. Cristina mantiene su luto y
su recuerdo por Néstor pero, a dos años de su muerte, prácticamente no queda
nada en pie de lo que su marido construyó.
© Perfil
0 comments :
Publicar un comentario