Por Christian Sanz |
Ni tan malo ni tan bueno. La victoria de Hugo Chávez no debe ser motivo de gran alegría para quienes simpatizan con él, ni tampoco de enorme pesar para quienes no lo quieren.
Es difícil imaginar
que el recién reelecto mandatario venezolano haga una profundización a un
modelo que ya no puede llevarse más al extremo. Ergo, será más de lo mismo.
Quienes no lo votaron no tienen mucho más que temer.
Quienes lo votaron, tampoco podrán pretender más beneficios
que los que conocieron hasta ahora: lo que han adquirido, es lo que mantendrán.
No es poca cosa, de todos modos.
Para
¿Por qué no tomar ese
renovado impulso social que acaba de regalar la épica caraqueña para insistir
en la re-reelección de la mandataria argentina?, se pregunta más de uno.
No es una mala idea, pero cuenta con dos grandes
inconvenientes: primero, Venezuela no es la Argentina ; segundo,
Cristina se siente agotada y no quiere seguir adelante más allá de 2015, año
que ya ve sumamente lejano.
Lo único que tiene para festejar hoy el arco político
nacional es la posibilidad de seguir consiguiendo discrecionales créditos a
altas tasas internacionales y persistir en receptar valijas diplomáticas con
millonarios aportes en dólares. Pero a nivel político, nada de nada.
Hablando del festejo partidario vernáculo, llamó la atención
este domingo que la oficialista TV Pública anunciara los resultados victoriosos
del chavismo antes de que lo decretaran las autoridades venezolanas. ¿Cómo sabían que esto iba a ocurrir?
Las sospechas se posan en estas horas en Indra, la firma encargada de llevar
adelante la organización de los comicios en ese país. Se trata de una empresa
mega denunciada en el pasado por sospecharse de su parcialidad a la hora de
hacer su trabajo.
Solo debe tenerse en cuenta el siguiente dato para
desconfiar: Chávez contrató a Indra en
2009 para organizar el referéndum a su gestión. En esos días ganó por el 54,86%
de los votos. Un número muy cercano al 54,42% de este domingo.
Cristina Kirchner también contrató a esa firma en 2011 para
cubrir los comicios argentinos y ganó con el 54,11%. ¿Es coincidencia o debe
sospecharse de algo más? ¿Por qué siempre aparece ese mágico número?
Por si fuera poco, Tribuna
de Periodistas anticipó con asombrosa precisión, el pasado 24 de
septiembre, que Chávez vencería en estos comicios: “En Venezuela, igual que aquí, operará Indra para manipular los datos
que arrojen como resultado el triunfo de Chávez, y ya que están lo harán por un
margen superior al 50% de los votos”.
La nota, firmada por el abogado Enrique Piragini, dio cuenta
de cómo “los mercenarios K utilizaran allí los mismos medios que se vienen
desarrollando en nuestro país, considerando el rotundo éxito de la maniobra
ejecutada al atribuirle el 54% de los sufragios al oficialismo que permitió la
reelección de CFK”. ¿Hace falta algo más para demostrar las irregularidades
vividas esta noche?
Si a lo antedicho se suman las mediciones llevadas a cabo
por consultoras independientes —que se dieron a conocer antes de saberse los
resultados finales—, las cuales
coincidieron en ubicar a Capriles en más del 50% de las preferencias
electorales, no queda mucho más que decir.
Muchos dirán que se trata simplemente de una “casualidad
permanente”, término inventado por el menemismo y adoptado con fervor por los
funcionarios K; otros insistirán con el temido fraude. Y la verdad finalmente
reposará como siempre en quienes llevaron adelante la movida. Ellos son los
eternos beneficiarios de las grietas de la democracia. ¿Será por eso que
siempre se ríen?
© Tribuna de
Periodistas
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