jueves, 4 de octubre de 2012

Operación “¡Salvar a Rodolfo Senador!”

Por Juan Gonza
La fuertemente cuestionada licitación de la nueva ruta 54, que con fondos del “Fondo de Reparación Histórica del Norte” comandó –hasta aquí al menos- el hermano del gobernador de la provincia, Rodolfo Urtubey, eventual candidato a Senador Nacional para las elecciones del año próximo en pulseada nada menos que con Juan Carlos Romero, tiene ya en su banquina la primera cruz; pues todo indica que el elegido “no va más” en  el timón del multimillonario filón de este recurso proveniente de la venta anticipada de las regalías hidrocarburíferas  que, alguna vez, ideara y también concretara el ex gobernador de tres mandatos.

Ello quedó en evidencia con el enroque obligado del ex secretario de obras públicas Juan Carlos Galarza hacia este proyecto que evidentemente los opositores a la gestión del gobernador Juan Manuel Urtubey han elegido como flanco propicio e ideal para sus críticas, que –vale puntualizarlo- para ser sólidas por cierto requieren algo más que la mera denuncia mediática. Máxime si los que sospechan y denuncian lo hacen desde alguna banca parlamentaria.

La denuncia pública de un grupo de legisladores respecto al manejo del así controvertido Fondo de Reparación Histórica, concretada en una extensa solicitada, puede hacer pensar que los firmantes la consideran suficiente como para motivar la actuación de algún fiscal atento a su misión y función. Por lo visto hasta el presente, aquello de la notitia criminis en esa solicitada fue solo una teoría, y nada más que eso.

Pero lo que devino de ese duro cuestionamiento-denuncia sí que sirvió para convertir el “Fondo” en un verdadero horno en cuya compuerta sólo fogoneaba Rodolfo Urtubey, hasta aquí sólo el candidato a senador nacional de su hermano.

Una contra solicitada, verdadero dechado de precarios argumentos técnicos y conceptos políticos, más un espasmódico verdadero alud de declaraciones en cuanto micrófono pudiere aparecer algunos por su cuenta y no pocos por histéricas convocatorias de los oficiales –valga la expresión- de las comunicaciones del gobierno, fue la reacción que elevó a niveles de crematorio del Horno del Fondo.

Fue el propio gobernador el que volvió a perder un equilibrio que la ciudadanía sin duda alguna le reclama a todo mandatario elegido por su voto, y se lanzó con ansia juvenil y furia montonera a responderle al fantasma de Romero.

Lo mismo hicieron –a dúo- el vapuleado hermano- candidato, Rodolfo II  y el Ministro de Gobierno y altísimo referente renovador en el poder, Julio César Loutaif, quien, dicho sea de paso, se considera con todo derecho a la misma candidatura nacional. Pero esa es otra cuestión.

De ninguna manera concluyó allí la enfervorizada respuesta militante urtubeísta, que era sabido la completaría todo el espinel de funcionarios y aliados con cargos. Eso sí, con idéntico libreto y partitura que la desaforada respuesta de su actual líder y conductor.
No fue casual entonces, ni mucho menos una genialidad periodística, aquel título que, sustentado en los irrefutables antecedentes de viejas lealtades hacia Juan Carlos Romero durante 12 años, expresó: “Romero: de Estadista… ¡A  delincuente! Simple interpretación de la historia. Reciente y presente.

Convertida así la política salteña –tras las sentidas oraciones del Milagro- en un verdadero fárrago y si se prefiere sin riesgo de errar por lejos, en un verdadero fangal, las pasiones continúan día a día, sin perspectiva notoria de calmarse.

Claro que semejante escenario no es el que el ciudadano anhela, pues el que incumple con mayor impacto en todo ese cuerpo social, no es Juan ni Pedro opositor, sino el Juan que gobierna en este turno. Circunstancial.

La gestión es la que se descuida o, para peor,  lamentablemente hasta se abandona.
El ciudadano salteño no quiere la pirotecnia de las bravuconadas. Ni de los unos, ni de los otros. Quiere, por ejemplo, que el Estado le muestre y le brinde, pues es su Derecho, políticas efectivas de Salud, Educación, Seguridad, Viviendas, etcétera.

Un oranense quiere por ejemplo - elegido así al azar para este comentario- que se termine de una buena vez ese ícono de la ineficiencia que es la construcción de la autopista Orán – Pichanal.

Que es lo mismo que decir que el oranense anhela que se termine la farsa y las mentiras con que cotidianamente desde el gobierno  (Nacional y Provincial) les dan como respuesta sus personeros.

La gestión. Allí está la cuestión.

Por todo ello lo que preocupa, volviendo el enfoque al apurado Operativo “Salvar a Rodolfo Senador”,  es que las estrategias desde la ira amenazan con seguir.

Urtubey, lejos de despintarse la cara –valga la figura- como debiera, convocó a sus caciques del PJ para decretar “Un mes Peronista”, un Gran Día de la Lealtad y, de paso como para conquistar alguna sonrisa presidencial (materia escasa a la luz de los últimos acontecimientos y encuestas que no la favorecieron ni favorecen en nada) también un homenaje de Néstor Kirchner.

Un Néstor Kirchner que –es más que sabido- poco y nada quiso al joven gobernador salteño. Desde siempre. Desde sus inicios de diputado. Desde su triunfo del 2007. Hasta el fin de sus días.

Si la letra y la música de este “Octubre Peronista” serán las mismas de este preludio de campaña sin nivel, histérica, entonces sí que serán los salteños en su conjunto, y no sólo “Rodolfo Senador”, los que estarán en el horno.

Y si el Día de la Lealtad es una fecha que se interpreta en su inconmensurable valor histórico, presente y futuro; lo ideal sería que quienes gobiernan muestren con orgullo, ése día, y todos los días, sus trayectorias de Lealtad.

Lealtad hacia su Pueblo… vale aclararlo, para evitar sofocones de no pocos.

A buen entendedor…

© Semanario Nueva Propuesta

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