Por Martín Risso Patrón |
[“¿Dónde estuvo?”, folleto sin fecha ni pie de imprenta - Autor: Bill
de Caledonia, seudónimo de Juan Domingo Perón].
De cómo se venía la cosa política y militar
La cuestión es que Perón estaba preso. Los marinos, que nunca ocultaron
su tirria a ese Coronel tres veces funcionario político en simultáneo, de los
de relevancia, como que uno de sus cargos fue el de vicepresidente de la República , lo
habían puesto en capacha, estimulados por una sociedad de la gente
como uno ubicada en las coordenadas del barrio Norte, resistente al
discurso [y la praxis] progresista que peligrosamente elaboraba
el Coronel, sobre todo desde su despacho de la secretaría de Trabajo y
Previsión.
Sectores del Ejército de tierra también confabularon, incluyendo a los
yanquis, como afirma Félix Luna; el autocalificado portaestandarte de
la oposición al gobierno militar [cfr. Félix Luna, “Conflictos y
armonías en la historia argentina”], míster Spruille
Braden, embajador estadounidense en Buenos Aires, opinaba, por supuesto, y off
the record de sus funciones diplomáticas, que conversaba “en
relación a otros aspectos a título personal, no como embajador...”. [¡No
diga eso, Doña Clota!...]. Bah, lo digo yo, mejor: Rosqueaba, don
Braden, con los alzados. El asunto es que obligan a Perón a renunciar a los
tres cargos que detentaba.
Por si esto fuera poco, los partidos socialista y comunista,
hacían lo suyo para que, aliados con su detestada burguesía oligárquica,
sacaran a Perón de la escena: Mientras La Vanguardia ,
órgano gráfico del socialismo, descalificaba como resentido al
pueblo por sus expresiones masivas [que ya iban llamándose peronistas],
la burocracia del PC aportaba lo suyo con aquello de que ese mismo Pueblo “no
representaba a ninguna clase de la sociedad argentina” [Ángel Perelman,
“Cómo hicimos el 17 de Octubre”, 1961]. Sin dejar de tener en cuenta al
cordobés Amadeo Sabatini, que anduvo sopando en reuniones con el General
Eduardo Ávalos, golpista contra Farrell, una posible negociación de reparto del
Poder, si éste quedaba vacante.
Incomprensible y patética ceguera política de las fuerzas del candelero
de la revolución, si se puede decir que ésta tomaba forma. La eterna traición
al país y a la clase trabajadora. El Coronel aguantaba varios frentes,
que él tenía bien en claro, patearían la Revolución a la línea de saque, por el solo hecho
de que aquellos eran víctimas de su propia impotencia.
Ese era el cuadro.... un clásico del buey que no sube ni deja
subir, conducta hoy replicada hasta el hartazgo en esta Argentina. Si no,
pregúntenle hoy a los Hermes Binner, Oscar Aguad, Gerardo Morales, sólo
por nombrar a las izquierdas históricas del país hoy vigentes, y demás
opositores que no opositan a no ser que estén en juego sus propios intereses,
incluyendo a peronistas pero no del todo como el Ingeniero agrónomo Felipe
Solá... y así se nos agota la paciencia, pero no la lista...
¿Sus aliados? Algunos sindicatos, de los cuales el más fuerte, el de la Carne , y la inmensa
y frágil Eva, con su apoyo íntimo, afectivo y no menos importante. Una gran
masa de la movilización fue organizada por Cipriano Reyes, dirigente de la Federación Obrera
de la Industria
de la Carne ,
que venía del Laborismo, y sumados a él, los demás integrantes de esa
interesante alianza entre los jóvenes Tenientes coroneles Juan Domingo Perón y
Domingo Mercante con distintas agrupaciones obreras de señalada importancia en
el año 1943: Ángel Borlenghi, Juan A. Bramuglia, José Domenech, David Diskin,
Alcides Montiel, Lucio Bonilla, Luis Gay, Modesto Orozo, René Stordeur, Aurelio
Hernández, Ángel Perelman... Pura Columna Vertebral, Doña Clota.
Farrell en su laberinto
El Contralmirante Vernengo Lima, ministro de la Marina de guerra, que había
dado la orden de detención, debió deponer su soberbia, ante el presidente
Edelmiro Julián Farrell, que le aplicó la tira aunque que no la tenía muy
clara, tampoco, pero era el responsable último de lo que había de hacerse. Y
aquí la pequeña historia de la
Historia , que nos cuenta que entre el 8 y el 9 de aquel
octubre del 45, Campo de Mayo se había convertido en una corporación
inquisidora que le bajaba el pulgar al Coronel, incluida su muerte a
manos de un piquete de Capitanes que debía pasarlo por las armas, en un acto
protocolar, al que providencialmente Perón no asistió, en la Escuela Superior
de Guerra. Farrell no encontraba salida a su propio laberinto; los marinos [y
algunos otros, civiles incluidos y por supuesto don Spruille], en el Círculo
Militar además sopesaban o calibraban cómo defenestrarlo al presidente. Otra
pequeña historia: El entonces Mayor Desiderio Fernández Suárez también
pedía la cabeza muerta de Perón, aunque no fue escuchado.
Así fue que el presidente Farrell trae a Perón desde Martín García al
hospital Militar Central, preso, pero no tanto. Qué laberinto, el
de Farrell. Enterada la gente del regreso del Coronel a tierra firme, se
junta en cada punto del conurbano de la ciudad de buenos Aires y camina; le
quitan los puentes, y camina... hace un calor terrible, y camina... y
camina, hasta alcanzar La
Fuente.. .
Evita
De la carta de Perón a Mercante, el 8 de Octubre cuando era embarcado
en la cañonera “Independencia”: “Le encargo mucho a Evita, porque la
pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el
retiro, me caso y me voy al diablo...”. Preanuncia su retiro, lo que deja
entrever su dedicación completa a la política, y al desarrollo del
Justicialismo.
El 14 de octubre Perón le escribió a María Eva Duarte una carta desde
Martín García en la que le dice entre otras cosas: “...Hoy he escrito a
Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salga nos casamos y nos
iremos a cualquier parte a vivir tranquilos... ¿Qué me decís de Farrell y de
Ávalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida... Te encargo le digas a
Mercante que hable con Farrell para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al
Chubut los dos... Trataré de ir a Buenos Aires por cualquier medio, de modo que
puedes esperar tranquila y cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos
casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo,
pero liquidaremos esta situación de desamparo que tú tienes ahora...Con lo que
yo he hecho estoy justificado ante la historia y sé que el tiempo me dará la
razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes,
veremos entonces quién tiene razón...”. Clarísimo, el Coronel no
masca vidrio, vea. Farrell y Ávalos... “...dos sinvergüenzas con el
amigo...”.
Subsiste el interrogante del verdadero papel de Eva en la organización
de la jornada. Sólo se puede sintetizar lo siguiente: Cipriano Reyes negará
absolutamente la participación de ella; mientras otros sindicalistas, también
de la época, testimonian haber mantenido reuniones con Evita en los días
anteriores, mientras Perón estaba en Martín García. En cuanto a lo sucedido, Evita
jamás se adjudicó mérito alguno en los hechos del 17 de Octubre. En sus
habituales discursos posteriores de conmemoración de la fecha, siempre
agradeció al movimiento obrero "haberme devuelto a Perón" y
admitió enfáticamente que aquella movilización fue "un mérito del
pueblo argentino."
Eso y muchas cosas más... Y qué quiere que le diga, Doña...actualmente
la fecha ya no es un feriado nacional...
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