Por Christian Sanz |
El hombre supo ser
directivo de la firma Ferrobaires y, según fuentes cercanas a él, tenía que
brindar un testimonio “súper esclarecedor” en el marco del expediente referido.
Nada nuevo en realidad, ya que había dado esa misma manifestación en el año
2010, en la instrucción de la misma causa judicial. Tampoco era clave lo que pudiera decir, ya que solamente apuntaba a un
directivo de Ferrobaires y no a la muerte de Ferreyra en sí.
En la noche del miércoles 3 de octubre había ido a visitar a
su nieto y a partir de ese momento no se supo más nada sobre su paradero. Horas
más tarde, hace instantes en realidad, fue encontrado en Avellaneda luego de
que se presentara en una remisería jurando haber sido secuestrado y golpeado.
La imagen refirió inmediatamente a otra situación similar, la de la sospechosa desaparición y
reaparición de Luis Gerez ocurrida a fines del año 2006. En esos días, los
escenarios eran similares y el kirchnerismo, al igual que en estas horas, necesitaba
desviar la atención de la sociedad. “El testigo en cuestión (Geréz), había
vuelto al mundo de los vivos sin camisa, corriendo y aparentemente con signos
de haber sufrido torturas en un descampado de Garín”, según la crónica de TDP
de esos días.
Y ahí es donde aparecen las dudas más elocuentes: ¿Por qué
alguien decidiría secuestrar a Severo, siendo que no se trataba del testigo más
relevante del expediente Ferreyra?
¿Cuál sería la utilidad siendo que ya había declarado todo
lo que sabía, lo cual consta en la causa judicial de marras?
Nadie se explica, por caso, cómo es que Severo no pidió
protección personal siendo que lo venían amenazando durante los últimos tres
días, de acuerdo a lo asegurado por su hijo. El propio ministro de Justicia, Julio Alak, admitió que nunca solicitó
el ferroviario la inclusión al programa de protección de testigos. En tal
sentido, ¿por qué el abogado del PO, Gabriel Solano, aseguró que no le constaba
que Severo sufriera amenazas personales?
El mismo dirigente, uno de los principales actores en el
expediente Ferreyra, aseguró desconocer —al igual que otros referentes del PO—
mayores detalles sobre el supuesto secuestrado. Ciertamente, su declaración es atípica, ya que Severo es el único
testigo que no estuvo en la marcha donde murió Ferreyra.
Su testimonio, hay que decirlo, es curioso por demás, ya que
se dio a la par de la acusación oficial contra un ex funcionario del duhaldismo
llamado Alberto Trezza, un oscuro empresario vinculado en su momento a
Ferrobaires.
La cronología de lo ocurrido es revelador y debe prestarse
atención a ella: un día después del asesinato de Mariano Ferreyra, el 21 de
octubre de 2010, cuando aún no existían elementos para acusar a nadie en
particular, el polémico Luis D'Elía aseguró que el grupo que mató al
manifestante del PO había sido liderado “por
un ex funcionario de Duhalde al que un ex directivo de trenes también vinculó
con las patotas armadas". Hablaba de Trezza.
Acto seguido, apareció Severo en el oficialista canal CN23
para decir exactamente lo mismo. "Alberto Trezza encabezaba con Eduardo
Duhalde la Unión
Ferroviaria ", aseguró en esas horas, relacionando al ex
presidente en el mismo hecho, algo que aún hoy no consta en el expediente.
Entonces agregó un dato crucial: Trezza no solo estaba relacionado con la muerte de Ferreyra y
encabezaba "las patotas armadas de la Unión Ferroviaria ",
sino que también había baleado su casa. Lo insólito es que esto último
ocurrió al mismo tiempo que asesinaban al activista del PO. ¿Cómo es posible
que los que atentaron contra Severo lo hicieran antes de que él los denunciara?
Cuando le preguntaron si conocía a sus agresores, se excusó:
"Estos muchachos se equivocaron porque pensaron que íbamos a dar sus
nombres. Nosotros vamos a ir a dar los nombres si nos cita la Presidenta o al
gobernador Daniel Scioli”, aclaró. Hasta el día de hoy, no ha mencionado a uno
solo de ellos.
Suspicacias y algo
más
No deja de llamar la atención que el supuesto secuestro de
Severo ocurra justo en medio del incontrolable conflicto que encabezan la Gendarmería y la Prefectura por la
mejora de sus salarios. ¿No es
sintomático a ese respecto que siempre desaparezcan y reaparezcan testigos
cuando el kirchnerismo está en medio de algún conflicto irresoluble? ¿Es esta
la excepción o la regla?
Durante todo este jueves, Tribuna de Periodistas se abstuvo
de publicar alguna información respecto a Severo sin antes chequear algunos
datos que aparecían como contradictorios en la trama. Por caso, se consultaron
la mayor cantidad de fuentes posible antes de hacerlo. Todas coincidieron en
descreer la historia del secuestro, con elementos de manual.
Uno de los informantes, mediático perito que sabe colaborar
con la Policía
de la Provincia
de Buenos Aires, dijo sin medias tintas: “Yo
seguí de cerca el testimonio de Severo y no fue nada esclarecedor del asesinato
de Ferreyra, a mí me huele más a una interna entre ferroviarios o a un pase de
factura a pedido de terceros que a otra cosa.”
Efectivamente, las insistentes acusaciones del supuesto
secuestrado contra Trezza y Duhalde —dos impresentables, dicho sea de paso— se
dieron en un marco de fuerte enfrentamiento entre los Kirchner y el ex
presidente “de facto”. Hay que decir a ese respecto que, una semana después de
esos señalamientos, moría Néstor y se evaporaba al mismo tiempo la imagen de
Duhalde.
La acusación también se dio en el marco de una sospechosa
operación a través de la cual el fantasmal Trezza quiso birlarle un negocio
millonario a La Cámpora :
el manejo de las rampas de carga y
descarga de aeronaves a través de Intercargo. Paradójicamente, se trata un
jugoso emprendimiento que supo manejar el extinto Alfredo Yabrán.
Las dudas se multiplican al paso de las horas, y llegan
hasta el corazón del oficialismo. Es que otra de las fuentes, un altísimo
funcionario de la
Secretaría de Comunicación Pública, advirtió a este medio las
dudas oficiales: “¿Te lo digo así, crudamente? Dudamos del secuestro. Creemos
que esto lo armó (Severo) para zafar de tener que declarar nuevamente, con
datos que no aportaron gran cosa”.
¿Será como dice la
fuente o lo habrá dicho para desvincular al Gobierno de cualquier sospecha?
Teniendo en cuenta que se trata de un funcionario que se hizo célebre por inventar
oportunas “cortinas de humo” en otros casos resonantes, la duda cobra
relevancia.
Como sea, las incógnitas se suman minuto a minuto: ¿Cómo se
entiende que Severo haya aparecido cerca de su propio domicilio, en Gerli?
¿Quién se toma el trabajo de secuestrar a una persona para mantenerla cautiva
en el radio de su propia localidad? ¿Cómo es posible que no haya un solo
testigo del secuestro?
Más dudas: ¿Es casual
que hubiera una cronista de la
TV Pública en la cercanía del sitio donde apareció Severo?
La imagen es similar a la que se vivió cuando reapareció el mencionado Geréz,
con la oportuna aparición de un móvil de Canal 7 y todo.
La historia es demasiado parecida, tanto que preocupa. No
por la posibilidad de que alguien pueda ser secuestrado a plena luz del día
—cuestión que no deja de ser aterradora—, sino por la facilidad con la que unos
pocos vivos se ríen en la cara de toda una sociedad que ostentó preocupación
por ellos.
© Tribuna de
Periodistas
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