jueves, 4 de octubre de 2012

Días de escuela, desarrollo y dependencia [190 - 30 = 160, no cierra...]

Por Martín Risso Patrón



«Sin dudas, los 180 días se están cumpliendo prácticamente en todo el país. Los feriados son muy puntuales... El calendario escolar se está cumpliendo cada vez más.  Nos desafiamos a cumplir 190 días de clases...»

Alberto Estanislao Sileoni,  ministro de Educación de la República [Entrevista otorgada al matutino El Tribuno de Salta el domingo 30 de setiembre de 2012].

Las cuentas no cierran 

Afirmé en este mismo espacio, en la edición de Nueva Propuesta del 2 de marzo de 2012, lo siguiente: “La Educación es una las maneras de perpetuar la Cultura, pero también de renovarla, a la vez que hacer de la persona más Persona. De modo que, cambiar arbitrariamente por razones desconocidas, aunque sospechadas de pertenecer al riñón del capitalismo apátrida, los hitos que delimitan la memoria histórica nacional, a contrapelo de lo que se enseña curricularmente en las escuelas, como lo son las fechas culturales icónicas de personajes, hechos y acontecimientos patrios, religiosos y cívicos, es atacar en la crujía a la Educación en sus efectos socializadores y personalizadores. Además de resultar una clara muestra de ausencia de Política educacional, al menos como figura ésta tratada en los manuales de los pedagogos”. Eso, dicho en el contexto del diseño del calendario escolar de este año.

Entre las principales aspiraciones del ministerio nacional de Educación, estuvo la de aumentar los días de clases escolares, poniendo como deseable 190 días lectivos. Hoy, mirando lo sucedido hasta este mes de octubre recién iniciado, de ese total se llevan, pedagógicamente trabajados, un promedio nacional del 80% del límite de esas aspiraciones, teniendo en cuenta la diversidad de feriados provinciales, que llevan a unas provincias a porcentajes levemente diferentes. Esto, solamente considerando el calendario. Las suspensiones por protestas y paros gremiales, aumentarán o disminuirán conforme las jurisdicciones, y no las considero aquí por ser un legítimo derecho del trabajador.

Claro, ante una especie de patética mueca politiquera, no debemos olvidar que, desde el año 2010 al 2016, estamos de Bicentenario corrido. Eso estaría bien, en orden a las conmemoraciones, que por otro lado debieran ser permanentes a la fecha y hora exactas de los acontecimientos conmemorados. Pero no. Resulta que hay que potenciar el consumo de la gente, y no hay mejor argumento quepuentear la realidad de las cosas, poniéndole puente a la memoria colectiva, con lo que, se inventaron los feriados turísticos y así tenemos decenas de semanas con largos findes. Se conmemora la Historia nacional no en la fecha de tal o cual conmemoración, sino en el día de la semana en que cae cada año el objeto de recuerdo.

De modo que sólo la voluntad oficial de suspender clases, pone en bancarrota la administración de los días lectivos. Como afirmaba en marzo esta columna: “El puente de fin de año, el puente de Pascua, el puente de doña Clota, el puente de la Lora, el puente del puente, etcétera, se han convertido en un clásico”, etcétera... No más de 170 días [hasta inicios de octubre] llevan puesto el guardapolvo los chicos para ir a clase.

Evidentemente los números no cierran. Lo que tampoco cierra es la validez del argumento de que con mayor cantidad de días lectivos, se mejora la educación escolar. ¿Y entonces...?¡Mentira sobre mentira, Doña Clota! Mire lo que le digo: Si se cumplieran los 190 días, pero como estamos hoy, sin docentes profesionalizados, entendiendo esto como sujetos que merecen el respeto por su tiempo, sus necesidades económicas y científicas y su calidad de vida laboral, entonces esa cantidad no es nada más que un número que más vale debiera disminuir, pero en un marco de comprensión de aquel respeto invocado. El caso es que aquí no existe ni la cantidad aspirada, ni la calidad exigibleLos docentes de la República están pésimamente pagados en su trabajo profesional, y sus centros de formación desquiciados por la manipulación de contenidos con fines partidarios de los mandamases de turno.

Los chicos de la ciudad de Buenos Aires mantienen tomados desde hace tiempo 34 colegios, de frente a unos cambios curriculares que se pretende imponer desde una perspectiva particular del gobierno local, en idéntica acción, pero de signo opuesto, a lo que sucede con el gobierno central. Ya había pontificado solemnemente Don Sileoni: “Tomar colegios por parte los alumnos, es un hecho auspicioso para la Democracia...”, palabras más, palabras menos. Y hoy se desdice [con la echada de culpa de rigor a los periodistas tergiversadores y desestabilizantes], porque en una memorable frase retórica de su reciente entrevista, afirma: “Creo que la toma de escuelas por parte de los alumnos no son un triunfo de nada y son el fracaso del diálogo...”. ¿Se entiende? ¡Fracaso del diálogo! Justamente el diálogo, la única experiencia convivencial humana omitida exprofeso en las políticas oficiales, en cualquier aspecto de la gestión republicana.

En realidad, estos burócratas montoneros no le hacen asco a nada. Mienten, mienten y vuelven a mentir, con la agraviante caradurez de que se mienten a sí mismos... Reitero: ¡Mentira sobre mentira, Doña Clota!

Educación disfuncional 

No se tiene la certeza de si existe una verdadera política de Estado en lo que a Educación se refiere, o de existir, si está dirigida, en una etapa primigenia, a destruir lo existente, para posteriormente, una vez creado el vacío, modelar vaya a saber qué discurso o libreTo del “modelo”. En cualquier caso, lo que tenemos hoy, es disfuncional a los requerimientos pedagógicos vigentes para una sociedad mundial sujeta a dinamismos que la zamarrean desde la crisis capitalista inaugurada tras la derrota del estalinismo soviético, a posteriori de la cual Occidente creyó que por fin tenía la vaca atada y le salió pato por gallareta. Una sociedad mundial en toda su expresión, de la que nuestro país forma parte, de manera ineludible.

Recuerdo con ácida nostalgia los dichos de un popular filósofo político nacional, candidato fracasado, dirigente maltratado y ausente de la palestra cuando le conviene, Don Eduardo Duhalde: “¡Los argentinos estamos condenados al éxito...!”, tendiendo la cama para que, de él en adelante, nos echemos satisfechos a dormir sin imaginar que el éxito de las sociedades radica en el respeto por la Cultura, la manutención constante de una bien calibrada Educación nacional, que garantice la libre circulación del conocimiento, la creatividad y el libre pensamiento, y la ética en los procedimientos. Por eso, también, y con respeto, recupero la idea de desarrollo desigual y combinado de Trotsky, que entiende que el Capitalismo será más Capitalismo [por lo tanto más importante] siempre y cuando ello dependa de una explotación más firme y sostenida de los trabajadores. ¿Qué tiene que ver eso con la Educación? Pues que, mientras el Capitalismo internacional más se apropie de los medios de producción, tendrá mayor desarrollo que aquellos que no los posean; y, si éstos dejasen de existir, el Capitalismo implosionaría ineludiblemente; por lo tanto, la clave está en mantener esa relación dependiente, para no romper la combinación. Entonces, está claro: Por hoy, en la era de la tecnología, se sabe muy bien que decir, por ejemplo “doy mejor educación porque distribuyo más netbooks...”, y no se distribuyen en términos de conocimiento las claves científicas, racionales, creativas, económicas y técnicas para el desarrollo de tales implementos, nunca podremos imaginar que una Educación según esa proclama, sea liberadora. Las maquinitas distribuidas por millones, mantienen a la gente ocupada con un adminículo tecnológico que le permite navegar, medir, copiar, cortar y pegar, ir al facebú o tuitear alegremente... Exactamente lo que el que la construyó quiere. Vamos... se mantiene viva a la sociedad en su dependencia. Que no se crea tampoco, que poner más fábricas es desarrollar la sociedad; claro está que proporciona más empleo, que no es lo mismo que crear más trabajo. Porque no es igual ensamblar maquinitas, que imaginarlas, crearlas, diseñarlas y hacerlas funcionar. Al Capitalismo le importa un comino la cantidad de días de clases en un país condenado al éxito. Por supuesto, menos le interesa su desarrollo científico de base.

Los infantes, niños y adolescentes de la República, hoy más cuentan los feriados como variable de la responsabilidad social que les compete y que habría que estimular, que los días de clase. “¡Qué cansadora, la semana completa en la Escuela...!”. Eso, mientras sus profesores y maestros a veces pugnan por comprender una ecuación de tercer grado cuando no tienen la netbook a la que recurrir para que se la resuelva...

Eso sí: Somos los genios de los finde largos. Educación disfuncional por donde se la mire...

© MRP

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