Por Gabriela Pousa |
“El jefe de Estado está en campaña. Eso se venía escuchando hace una
cuántas semanas ya. Sin embargo no es sólo una campaña proselitista en pro de
ganar unas cuantas provincias. Se trata de una campaña más amplia y peligrosa:
quizá a todo o nada.” Escribía en el 2003.
10 años porque, desde
antes de asumir la
Presidencia , Néstor Kirchner desguazaba sin causa, la
institución fundacional de la
Patria : las Fuerzas Armadas. Y a ese descabezamiento de
cúpulas lo vendió como política de derechos humanos, y fortalecimiento
democrático.
Todo falso. En el
año 2003, las Fuerzas Armadas estaban absolutamente subordinadas a la Constitución Nacional
y al sistema. Dieron prueba fehaciente de ello en el 2001, cuando habiendo
podido salir a la calle, optaron por el respeto a la norma y a la autoridad
democrática. En el año 2003 no había en
el país ni un solo sondeo de opinión donde, la cuestión militar fuera una preocupación
para la sociedad.
Copio textual: “Al asumir la Presidencia , los
estudios de opinión pública mostraban las siguientes prioridades para la
ciudadanía, de acuerdo al Centro de Estudios Nueva Mayoría: desocupación (26%);
corrupción (17%); educación (14%); delincuencia (11%), hambre (8%), justicia
(6%) salud (5%), salarios bajos (5%), droga (2%). Un año después, en Noviembre
de 2004, la inseguridad ya había aumentado 20 puntos, convirtiéndose en el
desvelo prioritario“.
Las heridas de los ’70 estaban cicatrizadas, o cicatrizando
en algún que otro caso. Los Kirchner se ocuparon de echar ácido sobre ellas y
reavivar el dolor porque, incapaces de
forjar futuro, necesitaban el pasado para manipular y lograr de ese modo,
respaldo de un sector interesado en no reconciliar.
El matrimonio
santacruceño construyó poder saqueando la paz y la sensatez de los ciudadanos.
Dividió hasta el cansancio. Hoy hay padres que no se hablan con los hijos, y
amigos con los cuales ya no se puede tomar un café. Surgió irremediablemente,
-pero no por azar sino por audacia y desfachatez oficial-, el “anti” en la
sociedad.
Resucitaron gorilas, agitaron banderas extrañas a esta
geografía, y sembraron cizaña que vendían sin embargo, como conquista, memoria
y justicia… Así, se instauró la venganza
y la revancha como ejes principales de la estrategia oficialista. Se veía
claramente que en esa guerra de porfías, nadie ganaría.
(…) Las huestes de
una izquierda más maniquea que real, anda como esos personajes de Pirandello en
busca de un autor. Y un autor -en este escenario- es aquel que mejor negocio
les asegure en lo sucesivo. Bonafini es un mercader, y el Estado es el kiosco
del jefe de Estado” (…)
Deberé creerle al tango para sentir que 10 años de prédica
no es demasiado, si acaso 20 no es nada y febril la mirada sigue buscando.
Iniciado el 2004, cuando el kirchnerismo aún no cumplía un año, tracé estas
líneas en un Panorama Político:
“Dejar para mañana lo que puede hacerse hoy es la filosofía política
nacional. Así es como hemos atesorado ya una vasta nómina de atrasos. ¡Ir hacia
delante se ha vuelto postergable! El setentismo confuso y trasnochado es lo más
actual en este escenario. En ese trance de ayeres vigentes cabe recordar las
primeras palabras con las que Néstor Kirchner inició su presidencia el 25 de
Mayo de 2003: “No somos el proyecto del default
” No. No somos el proyecto. Somos, directamente, un default.”
9 años después aterra
la vigencia de tales sentencias. Y no puede haber orgullo ni en el acierto, ni
en la perspectiva inequívoca porque también soy argentina. Hay dolor. “Vergüenza
de haber sido y dolor de ya no ser”
Anoche en un relato
de ciencia ficción, la
Presidente en la Universidad de Harvard, me recordó los 10 años de
esta gestión. ¿Qué quedó? Una sumatoria de enemigos. Un compendio de la
historia que, de seguir así, se escribirá con sangre en los anales. Un cuento
bordeando el grotesco. La institucionalización de la mentira en su forma más
indigna y primitiva.
Estamos asistiendo a la consagración del barbarismo, al
reinado de las ínfulas de superioridad, que da la mediocracia cuando el
argumento es más débil que el mismísimo silencio. Estamos frente a la arrogancia en su expresión más elevada, frente a la
soberbia de la auto-jactancia. Estamos bajo el dominio de los sátrapas.
Seis alumnos
jaquearon a la reina. Y ese hecho se convirtió prácticamente, en una
cuestión de Estado. En alguna habitación de un hotel americano, se escucharon los
gritos y los reclamos. Tanta estrategia
para burlar al periodismo, y terminó presa en una clase de chicos…
Si bien ya se sabía quien era, al hablar la Presidente corroboró la
idea. Estamos en la era de la
comunicación instantánea, de las distancias vanas: lo que está sucediendo
en Asia o en África, está observándose en directo acá. También en La Matanza …
Internet no es de
Magnetto, y aún así Cristina Fernández debe creer que la “saca de contexto”,
comete “errores de tipeo” y edita sus cadenas… Posiblemente, algún día
denuncie que Google también conspira, y Yahoo busca destituirla.
Para quien dirige una satrapía, las preguntas se tornan
flecha, y no por casualidad, termina siendo ella el blanco de las mismas. Se
paró ahí solita. Creyó que al mundo se lo
embauca con facilidad. Se equivocó. Quedó en Georgetown y en Harvard su
imagen similar a la del burlador burlado, a la del payaso llorando… Habrá que
ver si al regreso, la Aduana ,
la AFIP y
Guillermo Moreno le dejan entrar tanto fracaso. Suponemos que sí, pues no da
nuevo. Hace tiempo que lo viene usando.
El falso relato de la mandataria argentina quedará
inmortalizado como una falta de respeto supina, como una cátedra de lo que no
debe hacerse nunca: ni en el poder ni en
el llano. Y el periodismo argentino deberá agradecer ahora, no poder
interrogarla, que no acepte entrevistas ni notas. Hacerlo es perder tiempo, honorabilidad y criterio.
Tengamos al menos la dignidad de no dejarnos mentir en la
cara. Que use la cadena oficial, y
nosotros mientras tanto el control remoto del televisor, y el “On/Off” de la radio.
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