Por Gabriela Pousa |
El primer rasgo
positivo de la reciente manifestación, radica en que no se ha producido a
instancias del bolsillo. Si
bien el cepo al dólar cooperó en el proceso, hay otras causas que obraron como
un canto de gallo, en la silenciosa madrugada del campo.
Descarto entonces,
que haya solo un motivo que explique el descontento ciudadano. Son 10 años sumando razones y
argumentos válidos. No son las partes, es el todo. Quizás en eso se diferencian
estás manifestaciones de las producidas en el 2001, cuando los ahorros eran
protagonistas.
Ni
siquiera puede otorgarse a la intención de reformar la Constitución , el
papel de desencadenante. Hay una sumatoria de hartazgo, un límite para tolerar
lo intolerable, y una resistencia vencida frente a tanta mentira. ¡La Argentina está viva!
Cada uno de los
asistentes tendrá su propio “por qué” para haber salido de la apatía. No es Capital Federal, es el
país de norte a sur y de este a oeste. Desde la esquina escucho al fin, el
ruido de rotas cadenas, aunque subsistan otros candados y rejas.
La ignominia, la
falta de respeto colmaron el vaso e hicieron converger en un mismo escenario, a
la “oligarquía vacuna“, a la víctima
de la violencia cotidiana,
al jubilado que gana menos que un presidiario, al adolescente de 16 años que se siente usado, a Doña Rosa, al hombre de negocios,
al “burgués gentilhombre” de Moliere, y hasta el cartonero que busca mostrar su existencia, y que
lo vean, aunque sea por vez primera.
Es un simplismo
barato aducir que sólo se hacen oír tres o cuatro barrios. En rigor, es como si
esos “tres o cuatro barrios” dijesen que, en el 2011, la Presidente sólo fue
votada por clientelismo del conurbano. Ni una cosa ni la otra. El ninguneo no borra lo que
pasó y está pasando, ni puede desvirtuarse la historia porque, en este caso se
la ha vivido, y no contado.
Hasta hace un
tiempo no muy largo, apáticos y anestesiados, pensar en un cambio de modelo,
era apenas una mera expresión de deseo. Con
la gente exigiendo, reclamando, es otro cantar. Puede avizorarse algún giro de
timón hacia otro lado.
Sin
embargo, tampoco conviene caer en un triunfalismo vano.
La sociedad
argentina es muy peculiar, pasa de elegir blanco a optar por negro con
inusitada velocidad.
Un dato a
considerar: distando la misma cantidad de meses que nos separan hoy de los
comicios 2015, es decir allá por el 2009, había únicamente tres figuras
barajándose en sondeos como probables candidatos a enfrentar a la actual jefe
de Estado. Ellos eran:
Julio Cobos, Gabriela Michetti y Alberto Reutemann.
Esto debería ser
contemplado a la hora de dar prioridad a un 2015
que no existirá como opción de cambio, si no surge en el 2013, un Congreso
unido y renovado. Frente
a la urgencia por tener ya al candidato, debería recordarse pues, lo acontecido
con el ex vicepresidente, la ex vicejefa de gobierno y el corredor de autos.
Las tres figuras con mayor aceptación hoy no están en primer plano.
Lo mismo
puede suceder con Mauricio Macri, Juan Manuel de la Sota , o Daniel Scioli. En
este país, se sale muy rápido del escenario. Lo cierto, es que el vértigo y la
volatilidad son características intrínsecas de la política nacional.
Por ello también hay que asumir que la voluntad de cambio debe surgir del
ciudadano. Una bala sale del interior de un revolver aunque sea disparada a
través del gatillo situado fuera del mismo. Así, el espíritu para salir a flote
debe venir del interior del pueblo aunque se precise un estímulo externo.
Discutir hoy si el
jefe de la oposición es Macri, Moyano o algún gobernador retobado es perder el
tiempo: un mal argentino que debe ser superado para poder empezar a pensar
siquiera, en una transformación de plano. El otro
equipo avanza y hay que hacer el scrawn para frenarlo. No puede interesar a
quién se va a abrazar. El análisis vendrá luego. ¿Podrá entender la oposición
esto?
Ahora bien, el
masivo rechazo observado este jueves, aún responde a expresiones aisladas. Pido disculpas si duele o
hiere susceptibilidades, pero no indican nada definitivo. Si el 2013 llega con
viento de cola, y Cristina inaugura otro festival de compras, descuentos,
cuotas, etc, y el cepo queda en la anécdota como han quedado tantas ambivalencias,
¿que sucedería con la ciudadanía? Las generalizaciones son injustas pero,
¿cuántas voluntades dejarían de manifestarse?
Todavía mantengo
dudas respecto al interés por la libertad, en importantes sectores populares. La conciencia social de la
libertad como savia inherente al ser humano, constitutivo de la personalidad,
todavía no prima ni grava las conciencias en esta sociedad. La comodidad, por ejemplo, puede
vencer en un primer round.
La adicción de los
argentinos por el paternalismo estatal, evidenciada en un sinfín de
circunstancias, dan certeza a la hipótesis esbozada. Un imponderable, un giro
de suerte que ofrezca seguridad, y la levedad del ser se deja encerrar otra
vez. Cuidado. El alerta
no debe ser abandonado.
Estamos
componiendo un álbum de fotografías, no editando la película. La imagen de hoy
emociona y revive esperanza, pero puede distar considerablemente de la que se
obtenga mañana. No hay garantías.
Recordemos que
poco tiempo atrás estábamos frente a una elección legislativa, optando entre
Nacha Guevara, Sergio Massa, y Daniel Scioli. Triunfadores todos, hoy ninguno
ocupa una banca… ¡Vaya si se nos ha enredado con artilugios disparatados! Siempre parecen tener un as en
la manga.
Simultáneamente, la Presidente se refugió
en una provincia donde le armaron un teatro blindado. “Todos y Todas”,
sin embargo, estaban en la calle hablándole sin palabras, a sabiendas que por
más diario de Irigoyen que le hagan, las miles de cacerolas tendrán eco en la Casa Rosada. Inoportuna
desafió diciendo “No me van a poner nerviosa“. No, no era ni es
esa la intención, Señora.
Desde luego, habrá
costo social.
Dormirse
en los laureles equivale a entregar la Carta Magna al kirchnerismo, con guantes de seda
y reverencia. ¿Qué falta? Falta quizás que un poder indiscutible, deje de estar
únicamente en potencia, y también se ponga a actuar: la Iglesia.
El gobierno sabe
que la clase media está perdida, aunque le queden veleidades de conquista. No
la votarán. Los sectores marginales, sumidos en la ignorancia que da el ser
esclavos de la dádiva, centran su preocupación en la changa del día, y
priorizan el plan social frente a una cultura del trabajo desaparecida. Son ya, asistidos perpetuos.
No están abocados a salir de la miseria, sino a buscar una y mil maneras de
“zafar” de sus consecuencias: el paco, la delincuencia…
Pero falta
la misión educativa de la
Iglesia argentina. Aclaro: es también mi Iglesia, pero no
basta con documentos criticos, leídos por sus voceros cada tanto. Hace unos
años, el Obispo Joaquín Piña marcaba –ilusoriamente- lo que sería el ocaso de
la reelección indefinida en las provincias. El entonces gobernador de Buenos
Aires, Felipe Solá, debió renunciar a su apetencia de perpetuidad.
En Misiones, Piña
no fue contra el “aparato proselitista”, sino que, hogar por hogar, explicó cómo opera el
clientelismo. Instó a aceptar el electrodoméstico y el crédito de Carlos Rovira
porque todo provenía del sus dineros. Pero, al unísono, concientizó sobre el
derecho a elegir, sin ataduras, dentro del cuarto oscuro a la hora de enfrentar
las urnas. Fue un
personaje en demasía furtivo, pero fue la muestra más cabal de cómo se puede
modificar una realidad. El ingrediente indispensable es la continuidad.
Esa tarea
educativa, el aprendizaje de lo que implica el Estado benefactor, sigue siendo
asignatura pendiente en Argentina. Ni los políticos ni ninguna otra dirigencia
está visitando las villas para echar luz sobre la metodología clientelista.
Los signos
de vida que diera recientemente, la ciudadanía son una gota de agua en medio de
una sequía. Ayudan, esperanzan, pero no alcanza. Quizás sea hora de
mudar la Plaza ,
y las esquinas estratégicas a la periferia, donde la libertad fue coartada
mucho antes de controlar los dólares o los viajes.
Somos proclives a
tropezar más de dos veces con la misma piedra. No sea cosa de hallarnos en el
2013, votando a Néstor Kirchner porque se nos ha vendido que sigue vivo, en
espíritu…
Por ahora,
cuando casi no se daba un peso por la supervivencia a la satrapía, se lanzó a
la superficie un texto que reza: “Estamos bien, en el refugio,
los más del 46% que supimos ser alguna vez”.
No sé cómo andará
el explorador Curiosity en Marte, pero
en Argentina volvió a haber vida… Aunque por cautela, deba permanecerse
todavía, en observación, en terapia intensiva.
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