Por Esteban Peicovich |
Pide que le describa cómo sufro de la mía y desde cuándo. Ya son dos años de dar esta lata a nietos de Esculapio y a lectores. Dígole: son como relámpagos de vidrio cada tanto, como cuchillos de ir y venir, seguido, de aquí hasta acá. Y muéstrole, señalando el fémur, trocanter, rótula, el dedo sur derecho y regreso. Y de allí en más, el argumento de siempre: la edad, la humedad y el stress. A la argentinitis no la menciona nadie. Con lo que influye y la medicina sin jugarse. Nunca la incluyen en las causales. ¿Cómo no advierten, por ejemplo, la influencia que tiene sobre la nuestra, "la columna vertebral del peronismo"?
La vejez no es tema,
dicen. Pero es. "La vejez es el hecho más inesperado de todos los que
le suceden al hombre", dijo, en queja, el mismo León Trotsky. Y sí que lo
es. Aunque tampoco es para morirse. Lo que hay que neutralizar ¡es la columna!
Por lo demás, todo bien. En mi caso, integro la tozuda minoría de los Octos.
Según el censo, son unas 400 mil las biografías de futuro breve que hay en el
país. Entre ellas, esas que por infernales encanutadas están. De los que
siempre fueron humanos los hay de variados colores y destinos. Desde los
fabulosos León Ferrari, Mario Bunge, Mariano Mores, Quino y siguen ls firmas, a
los que viven la suya sabios de tiempo, sea el nonagenario campesino de Areco o
la cuasi centenaria de Tartagal. La Humanidad envejece más que antes y en esta
azarosa carrera de salto de décadas B.B. King toca guitarra con 86, Charles
Aznavour canta con 87 y Oscar Niemeyer, "creador" de Brasilia
prosigue sus proyectos arquitectónicos en la línea futurista que sus 105 años
le dictan.
El siglo apunta a traernos la gerontocracia más veterana de la Historia.
No es fantasía.
Próxima está la Juvencia
por la que tanto se clamó, sea en mitos, en Fausto o Dorian Grey. En 1900, la
expectativa de vida rondaba los 40 años. Hoy estabilizan la eternidad media en
los 75. Y según predice la ciencia, los bebés de hoy podrían soplar sus
120 velitas en el muy lejano siglo 22. Lo que inquieta es saber cómo hará
la tanta gente centenaria y tranqui, para que esa amplitud de vida les cunda y
no se pierda, como le sucede a la nuestra por corta. Cuando la longevidad ya
venga asegurada en el orillo del primer pañal, se podrá ser niño hasta los 30.
Adolescer mucho más, tal vez hasta los 50. Y entrar a pensar en tener esposa a
los 60. Y casa propia, a los 70.
¿Y el medio siglo
restante? Lo más probable es que sea dedicado a lamentar el haber nacido
antes de tiempo. Por entonces, ya se andará anunciando que la media de vida va
camino de los 250 años y que la infancia trepa hasta aquietarse en los 70.
Futurista que se pone uno cuando siente que el tiempo (la eternidad cuando se
mueve, según Platón) viene a destiempo y las dos "columnas" (la
íntima y la pública) lo llevan a delirar un rato.
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