Por Aldo Norberto Bonaveri |
Por estos días oficialmente no se ha reconocido tal
propósito, pero ya es un secreto a voces que se está lucubrando seriamente esa
posibilidad y, ver de que modo pueden zanjar los obstáculos legales para llegar
a convocar a una elección de convencionales constituyentes. Cada vez son menos
los acólitos que se abstienen de opinar al respecto, por el contrario, en los
últimos días, varios son los gobernadores y legisladores del Frente para la Victoria que abiertamente
están fogoneando esa iniciativa, inclusive ya es público que los intelectuales
que conforman Carta Abierta están abocados en redactar un documento, en el que
fundamentarían tal “necesidad”.
El silencio de la presidenta en la materia no significa duda
alguna, su proceder hegemónico cada vez más profundizado habla por si solo;
ella al igual que su difunto esposo siempre jugaron fuerte e hicieron un culto
de la confrontación; no obstante, en los últimos meses ha redoblado la apuesta
y nada parece detenerla, dispuesta a “ir por todo” no vacila en incurrir en
extralimitaciones impropias del sistema republicano.
Sus grandes dotes como oradora le han valido llegar a vastos
sectores de la sociedad, el dominio de la escena y su capacidad de
improvisación le permite manejar los tiempos y concitar la atención de la
audiencia. No abundan los conferenciantes que puedan matizar en una alocución
tantos recursos juntos, tales aptitudes le permitieron lucirse en reiteradas
ocasiones, aún cuando no siempre los datos vertidos son exactos y el manipuleo
de la realidad frecuente. Tan cierto es que cada cosa tiene su límite, como que
precisamente eso es lo que Cristina Fernández no conoce, o mejor dicho, no le
preocupa demasiado transgredirlos, el uso y abuso de la cadena nacional pone en
evidencia que para ella no existen pruritos, ni siquiera cuando incurre en los
deslices que en sus peroratas se permite endilgar.
Los últimos tiempos de la administración cristinista está
imbuida de exceso de controles e intervencionismo, reiterados ataques a medios
y periodistas, desaire a opositores e incluso a ex aliados y, ahora el
adoctrinamiento a ultranza. Cualquiera que no coincida con el relato oficial y
se atreva a cuestionar la marcha de la política o la economía está expuesto a
ser ultrajado públicamente.
Controlar los medios de comunicación independientes es una
obsesión permanente, no le basta manejar la pauta oficial discriminadamente tal
como se hace, pese a las observaciones al respecto de la Suprema Corte de
Justicia.
El gasto del Estado en medios adictos y publicidad oficial
es realmente desproporcionado; el año pasado, incluyendo Fútbol para Todos se
desembolsaron $1.490.000.000, cifra voluminosa por cierto, pero que pierde por
goleada frente a los $3.700.000.000 millones que pagaremos todos los argentinos
durante el año en curso, para financiar la propaganda oficialista. Semejante
sangría será la sumatoria de las pautas que benefician a los medios
complacientes y, a los que desvirtúan Estado con Gobierno (Canal 7, TV digital, Radio Nacional y Agencia Télam), contemplando
los eventos deportivos para “todos”.
Como se viene observando desde el 2008, las relaciones del
Gobierno con los medios de comunicación independientes, distan mucho de ser
buenas, correspondiendo señalar que el distanciamiento se ha profundizado en lo
que va del año; desde Balcarce 50 el hostigamiento es una constante y
periodistas de reconocida trayectoria, pero que escriben o dicen lo que no les
agrada, son injuriados sin miramientos.
La tolerancia no es precisamente una virtud del kirchnerismo;
varios fueron los diarios, revistas, radios o canales de televisión que por
emitir opiniones contrapuestas a las políticas gubernamentales, resultaron
agredidos o descalificados; frecuente resulta que el relato oficial les endose
responsabilidad en conflictos y desfasajes que vienen sucediéndose en el país.
No es el periodismo quien inventó la relación de Boudou con
la ex Ciccone Calcográfica, tampoco son los medios responsables de haber
perdido el autoabastecimiento de gas y petróleo, la tragedia de Once, el
enriquecimiento desmedido de funcionarios públicos, la pelea con Moyano, las
restricciones a las importaciones, los casos de corrupción, el agravamiento de
la inseguridad, el impedimento para comprar dólares, la proliferación de
subsidios, el retraso cambiario, etc., etc. En cualquier país del mundo que se
precie de la plena vigencia de la libertad de prensa, temas de esta naturaleza
serían publicados y opinados sin ameritar cuestionamientos. Nadie le niega a la
presidenta o sus funcionarios el derecho a disentir y responder a las críticas
periodísticas, pero lo que no corresponde es demonizarlos con apelativos
injuriosos.
El Gobierno está obcecado contra el Grupo Clarín,
seguramente el “monopolio” ostenta una dimensión superlativa, pero ¿Quién fue
el que posibilitó semejante preeminencia? La respuesta es muy simple, Néstor
Kirchner, fue justamente el quien incumpliendo las leyes de radiodifusión y
defensa de la competencia, permitió decreto mediante, la fusión de Multicanal y
Cable Visión, renovando sus licencias por 10 años adicionales. La explicación
no requiere apelar a sofismas; mientras el emporio de los Noble resultó
funcional a la estrategia K, al ex presidente no le tembló el pulso en
convalidar su expansión.
El kirchnerismo a dado acabadas muestras de menospreciar al
periodismo independiente, así lo evidencian las negativas en acceder a
entrevistas, no conceder conferencias de prensa y, lo que es peor aún, haber
hecho cuanto estuvo a su alcance para infamarla, segmentarla o cooptarla.
La presidenta entra en una contradicción notoria cuando en
uno de sus discursos por la cadena nacional aboga por una ley de ética pública,
en referencia a la cita de Marcelo Bonelli. Claro está que nadie podría
oponerse a lo que suena muy bien, pero ¿tiene este gobierno autoridad moral
para ello?, habría que comenzar por sincerar cuantos y cuales son los
periodistas afines que reciben retribuciones por su prédica encolumnada.
Nos estamos acostumbrando a ver como cada vez más se
distorsiona la publicidad oficial, desde el comienzo Fútbol para Todos le
significó al Gobierno la posibilidad no solo de difundir sus actos de gestión,
sino magnificar obras y resultados, en las últimas semanas la decisión fue ir
más allá, ocho días atrás un largo espacio del entretiempo del partido
Estudiantes – River fue utilizado para denostar a Mauricio Macri por el
diferendo del subterráneo, este fin de semana el “elegido” fue el Gobernador de
Córdoba José Manuel de la Sota ,
adjudicándole inobservancia de un convenio firmado con el ANSES. En síntesis,
otra muestra de usar los dineros públicos para atacar a adversarios políticos,
justamente se trata de dos presuntos competidores de cara al 2015, repitiendo
el procedimiento de cuando el destinatario de su afrenta fue Daniel Scioli.
Hace algunos días nos enterábamos de la concurrencia de
presos en actos públicos, reclutados desde las cárceles por la agrupación
militante K “Vatayón Militante”, por otra parte la propia presidenta
públicamente sacó cara por esa lacra social que son los barrabravas del fútbol.
¿Hasta donde va su osadía? ¿Se trata de algún guiño por reciprocidad de favores
militantes?
Pero siempre hay algo más para acentuar la hegemonía. La Cámpora está intentando
ejercer un lavado de cerebro a estudiantes, operando directamente en las
escuelas, practica concebida por Benito Mussolini en 1927 y, ejecutada por la
organización paraescolar y paramilitar del Partido Nacional Fascista. Por
cierto que no es malo que los jóvenes conozcan los contenidos de las ideologías
políticas, pero resulta aberrante que reciban adoctrinamiento monocolor. Esto
habla por las claras del autoritarismo imperante en el manejo abusivo de los
resortes del poder.
Es una verdad de Perogrullo que este tipo de acciones se
puede realizar con organización y mucha plata. ¿De donde salen esos fondos? La
respuesta es obvia: del bolsillo de todos los argentinos. Acaso ¿podría otra
corriente de opinión hacer algo semejante?. Independientemente del análisis
ético que pueda practicarse, hay una verdad irrefutable, ninguna fuerza que no
goce de las mieles de un poder inescrupuloso podría practicarle.
Observando con detenimiento los distintos acontecimientos
generados desde el corazón de las decisiones, se puede advertir que no se trata
de hechos inconexos, sino que corresponden a una estrategia pergeñada para
perdurar en el poder.
© Pregón Agropecuario
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