Por Marcelo Ramal |
La nueva estocada del gobierno sobre el grupo Clarín apuntó
a Cablevisión, que concentra el 60% de la facturación de la ‘Corpo’. Para eso,
recurrió a un juez mendocino que quiso colocar al pulpo del cable bajo la
batuta del grupo capitalista de Vila y Manzano, el mismo que decía “robar para
la corona” en los tiempos del menemismo. Aunque la intervención fue frenada por la Justicia , anticipa el
choque de fondo que prepara el gobierno contra Clarín.
Será a comienzos de
diciembre, cuando venzan las medidas cautelares que el grupo interpuso para no
desprenderse de sus licencias. Aunque Clarín podría obtener de la Justicia un año más de
tiempo, el gobierno está preparando una intervención de hecho, para forzar a un
desguace por decreto y por encima de las disposiciones judiciales.
Para el kirchnerismo, el desarme de Clarín es un objetivo
crucial de cara a sus posibilidades electorales en 2013. Pero el copamiento de
la ‘Corpo’ tendrá que compensar también una crisis en las ‘corpos’ oficiales,
que podrían fragmentarse al mismo ritmo que lo hace el oficialismo. Por ese
motivo, la avanzada de Cristóbal López sobre el grupo Hadad ha terminado
relativamente abortada: es que la poderosa Radio 10 se quedó con sus antiguos
dueños, alineados con Scioli.
Dislocamiento
nacional
El reforzamiento del arbitraje personal es un recurso de
crisis, frente a la fractura de los intereses sociales y políticos que
sostuvieron al kirchnerismo en estos años. El telón de fondo de esa fractura es
la bancarrota fiscal y la crisis del ‘modelo’. De la Sota acaba de denunciar el
‘pacto fiscal’ de 1992, que transfirió recursos de las provincias al Anses para
bancar la privatización menemista de las jubilaciones. Es cierto que la
reacción ‘federalista’ del gobernador cordobés buscó ser la pantalla de un
brutal ajuste contra los jubilados provinciales. Pero en cualquier caso, pone
de manifiesto una crisis general de financiamiento del Estado y de desintegración
del régimen federal. De la Sota
ha llamado a sus pares a seguir su camino, lo que por ahora sólo fue acogido
por Binner-Bonfatti. Otros mandatarios oficialistas, en cambio, ratificaron su
‘apoyo a Cristina’, y redoblaron la apuesta por la reforma constitucional
re-reeleccionista. A la cabeza de este bloque se colocaron los jefes de las
provincias mineras. Los ‘nacionales y populares’ continúan siendo los garantes
de hierro de la expoliación capitalista a “cielo abierto”; por eso, Paco Pérez,
Beder y Gioja están en la ‘re-re’. De todos modos, las mineras tienen su propio
pliego: defienden la posibilidad de girar utilidades, y quieren evitar una
variación de su régimen impositivo privilegiado. O sea que pueden cambiar de
frente si no encuentran las respuestas que buscan.
En cambio, De la
Sota sí tuvo eco en la Corte , en relación con otro diferendo con el
Estado Nacional. Sólo unos días antes, el presidente del máximo tribunal volvía
a pronunciarse contra la reforma constitucional. La concentración de la crisis
política en la Corte
da cuenta de la fragmentación de los otros poderes del Estado.
En cualquier caso, la fractura del bloque oficial está
expuesta, y se extiende a otras provincias. El hiperoficialista Alperovich
comenzó a mirar con cariño a Scioli, y tiene instalada puertas adentro una
conspiración de La Cámpora
y el Kolina, cuando las finanzas de su provincia se encuentran en caída libre.
En Río Negro, Pichetto y el cristinismo piden la destitución
del nuevo gobernador, al que le reprochan incapacidad para ejecutar el ajuste.
Pero el corazón de la crisis no se ha apartado de la provincia de Buenos Aires,
donde Scioli produjo la primera acción de guerra explícita contra los K: la
expulsión del gabinete de la ministra de Educación, una kirchnerista declarada.
En el elenco sciolista, ganan terreno los aliados de De Narváez (José Scioli,
un defensor rabioso de Clarín) y de Duhalde (Caamaño).
2013 y la
re-reelección
En estos términos, la elección de 2013 nada tiene de
intermedia, puesto que tendrá que dirimir esta fractura y la propia sucesión
presidencial. Si el kirchnerismo no logra una mayoría parlamentaria para votar
la reforma con reelección, la sucesión oficial quedará en manos de Scioli y del
entramado de intereses capitalistas que comienzan a abandonar el barco del
gobierno. Pero, en ese caso, y antes que la propia reelección, quedará
severamente golpeada la capacidad del bonapartismo oficial para seguir
gobernando hasta 2015. La discusión sobre las listas de 2013 puede ser el
detonante de esta crisis, y no sólo por la cuestión de los diputados
nacionales. Es que Scioli necesita una mayoría en la Legislatura
bonaerense, para asegurarse que no avanzará un juicio político en su contra! a
manos de los K. Esa mayoría es justamente lo que el kirchnerismo no está
dispuesto a darle. Un desacuerdo, y listas de diputados separadas, pondría en
peligro la tentativa releccionista. Ante este intríngulis, para los K, Scioli
debería llegar “desgastado y fuera de carrera en 2013” (La Nación , 14/1), lo que les permitiría
digitar una lista única de diputados. Bastante antes de las elecciones del año
que viene, la guerra entre el kirchnerismo y Scioli puede producir episodios
decisivos. Cada vez es más claro que la precaria tregua entre ambos, que
condujo al pago de los aguinaldos estatales, fue impuesta por la reacción
huelguística.
Para completar el panorama, Clarín parece dispuesto a
cobrarse las estocadas oficiales con la cabeza de Boudou. Acaba de publicarse
la delación post mortem del dueño de Ciccone, quien registró por escribano el
encuentro donde el vice pidió transferirle la empresa a un testaferro suyo. Si
Boudou termina procesado y destituido, la línea de la sucesión presidencial
queda en manos de Beatriz Alperovich, quien ya se pronunció contra la re-re-relección.
Los manotazos del bonapartismo oficial son directamente proporcionales a la
marcha de su desintegración política.
La oposición
En sus diferentes vertientes, la oposición ha tomado la
bandera del fin del dirigismo oficial y de una devaluación inmediata de la
moneda. Detrás del libreto que Biolcatti dictó desde la Rural , macristas, peronistas
federales y Bullrich ensayan un frente de cadáveres políticos, con la esperanza
de atraer a los Scioli y a otras viudas del campo oficial.
Otro vocero del capital agrario, Eduardo Buzzi, trabaja por
un Frente devaluador aunque con banderas ‘sociales’, para el que cosecha el
favor de la CGT Moyano ,
la CTA Micheli
y el FAP. En esa línea, el adjunto de la
CGT moyanista y director de YPF, Guillermo Pereyra, acaba de
reclamar un dólar “al nivel del blue” (La Nación , 12/8), al tiempo que empuja también por
un tarifazo en el gas. La oposición le exige al gobierno el trabajo sucio de un
“rodrigazo” –tarifazo más devaluación. En cualquier caso, es el mismo rumbo que
el gobierno quiere ‘regular’ con medidas intervencionistas.
La cuestión de quién carga con las costas del ‘ajuste’ ha
reforzado los choques del kirchnerismo con Mauricio Macri, entre el conflicto
de los subtes, el de la basura y la cuestión del Banco Ciudad. Más que por
mérito propio, el jefe de gobierno PRO volvió a la palestra como ‘referente
opositor’ gracias a esas estocadas. El kirchnerismo necesita ‘construir’ una
polarización con la derecha, para disimular su propia orientación ajustadora y
bloquear, por esa vía, el desarrollo de una oposición socialista y
revolucionaria.
Las maniobras de kirchneristas y opositores apuntan
fuertemente sobre el movimiento obrero, cuya orientación política está en
disputa. Por eso, unos y otros buscan revestir sus planteos reaccionarios de
banderas nacionales o ‘progresistas’. La explicación de la marcha de la crisis
por arriba debe servir para poner de manifiesto el carácter de las fracciones
capitalistas que se disputan el desenlace de la crisis, y reforzar la lucha por
unir al movimiento obrero con la izquierda revolucionaria.
© Prensa Obrera
0 comments :
Publicar un comentario