jueves, 9 de agosto de 2012

El tembladeral del gabinete

Por Juan Gonza
Aquella verdad que desde tiempos inmemoriales sostiene que los gobernantes autoritarios o cuanto menos personalistas jamás entregan en bandeja –valga la figura- la cabeza de alguno de sus colaboradores ante la presión de la crítica pública y con firma del periodismo, y mucho menos de la oposición política, pareciera que en Salta marcharía a convertirse en una “verdad relativa”.

Es decir, que dejaría de ser una “regla de oro” que históricamente tanto ha beneficiado a funcionarios probadamente carentes de compromiso ideológico, social y hasta humano.

Demás está añadir a este resumido listado a los inútiles que a la vez revistan en la lastimosa sub categoría “política” de los obsecuentes y “aplaudidores”.

Esta posibilidad, que muchos y con razón pueden decir que no la creerán “ni aún viéndola” concretada en merecidos “rajes” o –si prefiere suavizarlo- reemplazos, es la que por estos días (semanas-meses) tiene convertido en un verdadero tembladeral al más que opaco gabinete del joven gobernador de los salteños.

Lo que resulta indudable, y aquí no cabe hablar de rumores, es que Juan Manuel Urtubey está fuertemente afectado por la pérdida de rumbo de un gobierno que por el contrario debiera estar hoy, en el inicio de su segundo mandato, más encaminado que nunca y –por supuesto- con más logros que frustraciones como sucede.

Jamás Urtubey –el bello Brummel al decir ocurrente y vitriólico del talentoso Jorge Asís- comprobó tan deteriorada su imagen tanto en su territorio como en la región y también en el país.

No hace falta esforzar mucho la memoria para inventariar una ya demasiada extensa lista de las desventuras provincianas que colocaron a la provincia –y a su gobierno naturalmente- en una permanente cartelera de desgraciados y trágicos sucesos en los que por cierto el gobierno no puede ni siquiera sugerir que no son también de su responsabilidad y competencia.

Y cómo será de cierto lo dicho en cuanto a la competencia y responsabilidad del Estado, que fue el propio gobernador el que cometió el exceso y error de proclamar, tras el aberrante crimen de las dos turistas francesas en la Quebrada de San Lorenzo, que “…en Salta, ésas cosas no suceden…”.

Esto, además de dar luz verde a sus incompetentes funcionarios del área de seguridad para que sobre el mismo caso lleguen al extremo de condecorar policías en mérito a quién sabe qué, dado que hasta el presente ése doble asesinato aún ni siquiera llegó a juicio. Pero eso sí, fue convertido en un papelón internacional puesto que hasta llegó a mentírsele “que estaba todo aclarado” por boca de Urtubey y de la mismísima presidenta Cristina de Kirchner a su par de Francia. Por entonces Sarkozy.  

Y mejor –para el gobierno y el gobernador en su frustración desbordada de hoy- ni hablar que también en ése hecho asomó el terrible fantasma de una denuncia por torturas policiales que en estos días estalló desde la policía provincial y con impacto mundial como otra vergonzante mácula sobre el nombre de Salta. Hablamos del tristísimo video de la comisaría de General Güemes. Inconcebible para la vida en democracia.

La tortura, que en vano intento algunos interesados en restarle gravedad suelen llamar “apremios”, no pudo tener en la persona de Juan Manuel Urtubey, otro efecto que no sea el que tuvo: agobio, frustración, dolor, indignación, repulsa, náusea…

Pero tampoco pudo tener sobre el Urtubey gobernante, mandatario, otro efecto que el que también, evidentemente tuvo y mantiene: el enojo incontenible, indisimulable. El que –tal vez- lo lleve a terminar con aquella “verdad” que soldaba a los incompetentes a sus sillones inmerecidos porque un hombre poderoso “no puede ni debe” ceder ni a las críticas, ni a las presiones, y mucho menos a las exigencias de sus opositores. Es una posibilidad. Ya se verá.

Las paredes donde deliberan los cenáculos de cualquier tipo siguen demostrando que oyen… y fundamentalmente que hablan.

Por eso se saben las reacciones más íntimas del gobernante.

Resta comprobar si fueron tan fuertes y sinceras como para que adopte semejante cambio de “tradición política”… Y cambie.

Por eso el gabinete actual de Urtubey es un tembladeral.

Y las razones para que así sea, y para que el desprestigio caiga repetidamente sobre Salta y su hasta aquí real promesa política nacional, siguen surgiendo a borbotones.

Incontenibles.

Un rápido paneo sobre la incapacidad supina en el área de (in) Seguridad donde los nombres de Salta y su gobernador dan la vuelta al mundo con la aberrante realidad de la tortura policial;  sobre la bochornosa política y gestión de Salud Pública que ya aterrizó en sede judicial;  sobre la Educación y sus resultados estadísticos pavorosos; sobre las estadísticas que se ocultan para no enojar al arbitrario gobierno nacional;  sobre la obra pública que quedó en los papeles; sobre los municipios ahogados y sólo bien tratados a la hora de cosechar los votos; sobre la gestión empantanada por donde se la mire, etcétera, etcétera, sirve para explicar la razón del abatimiento del gobernador.

Capítulo aparte para las migrañas del desolado mandatario “su” Ministerio de Derechos Humanos, que –cuentan esas paredes que tanto saben, oyen, soportan y “filtran”- lo llevó por fin a estallar decretando que a su bella titular… “¡No la banca más…! 

Seguramente Urtubey lo negará,  por aquello de Almafuerte, tan vital y necesario para cualquier buen ser humano: No te des por vencido ni aún vencido…

Quieran los dioses que no pase siquiera por su mente aquel pensamiento de los césares que por cierto inspira aún a encumbrados políticos argentinos y latinoamericanos auto consagrados como “nacionales y populares”: “…No temáis… Tranquilos, que vais con César y su estrella…”

… Y la barca ya casi naufragaba…

O –si lo prefiriese Urtubey- por aquello de Perón que bien le vendría conocer a muchos de su “equipo” de funcionarios: “…Cada uno de nosotros debe ser un realizador, pero ha de ser también un predicador y un agente de vigilancia y control para poder realizar la tarea y neutralizar lo negativo que tienen los sectores que todavía no han comprendido y que tendrán que comprender…”

Lo cierto es que, a la luz de lo que hoy ofrece el gabinete provincial (con las excepciones de toda regla por supuesto) resulta el conjunto de la sociedad el que le enciende las luces de alerta a su gobernador, esperando una ya morosa reacción que no puede ser otra que la de reconocer las fallas y terminar con tanto compromiso por amiguismo.

Un amiguismo que en el caso de Juan Manuel Urtubey le ha deparado abrumadores déficits en la gestión por la simple razón que ese proceder jamás escoge los más capaces ni a los más honestos.

Y peor aún, no filtra a los traidores.

Dicen que el Zonda, por esas alturas del Grand Bourg, soplará en Septiembre.
Sería otro milagro.

Otro milagro que rompería la “tradición” de los que sienten que así son poderosos, de no entregar jamás ante la crítica y la exigencia, por más que tengan toda la razón, una cabeza en bandeja.

Aunque sea… evidentemente hueca. Vacía de Compromiso.

Que por cierto la hay…

Las hay.

© Semanario Nueva Propuesta

0 comments :

Publicar un comentario