Por Alfredo Leuco |
Eso genera que Daniel Scioli, Mauricio Macri,
José Manuel de la Sota
y Antonio Bonfatti, entre otros, pierdan imagen positiva entre sus votantes y
se potencie la conflictividad con el fogoneo de los sindicalistas con camiseta
K. Variantes de este tipo pueden verse con los metrodelegados
porteños, los docentes bonaerenses o los municipales cordobeses, por ejemplo.
Un verdadero operativo de pinzas con el que Cristina mata dos pájaros de un
tiro: se lava las manos para no tomar medidas impopulares y obliga a que paguen
el costo sus posibles competidores. Bingo.
El resultado es ideal para quien pretende eternizarse en el
poder. Asfixia al resto y se ubica en el lugar de la gran benefactora aunque
reparte fondos ajenos. El ex ministro Juan José Llach le puso números
escalofriantes. Son 85 mil millones de dólares que el Estado nacional les
escamoteó en la década kirchnerista a los pueblos del interior. Esto es porque
los impuestos no coparticipables (que van en su totalidad al bolsillo de la Nación ) hoy representan el
23,6% del total recaudado. En 1998 era sólo el 5,4%. Esa suma incluye el 15%
que corresponde al pacto fiscal de 1992, al que acaba de renunciar la provincia
de Córdoba. Llach, en el coloquio de Aapresid, precisó que “no se trata de un
robo pero sí de una apropiación indebida que según el diccionario es una
actitud ilícita, injusta e inequitativa”.
Todo esto ocurre en el momento de mayor voracidad fiscal de
la historia y con el riesgo de entrar en recesión. Por eso el clima está tan
enrarecido. Crecen el mal humor social y el peligro de estallido. ¿Hasta cuándo
aguantarán los usuarios del subte o los tamberos de la zona núcleo tanto
maltrato? Hay una gran irresponsabilidad de parte del Gobierno nacional. Juega
con fuego. Por eso tiene tanta potencia el gesto de José Manuel de la Sota. Porque marca
los límites que se pueden y se deben poner al unitarismo feroz y hegemónico del
cristinato. ¿Qué hizo De la Sota ?
Logró una ley con el apoyo de radicales, juecistas y vecinalistas que le
permite renunciar al acuerdo federal y de esa manera exigirle a la Presidenta que no le
retenga más el 15% que va a la
Nación. Los funcionarios nacionales ni siquiera se dignaron a
escuchar el reclamo de que le paguen la deuda de más de mil millones. Los
muchachos cristinistas no le atienden ni el teléfono. Como sospechan que ahora
pasará lo mismo, deberán recurrir a la Corte Suprema , donde esta vez sí esperan
novedades en el corto plazo. Santa Fe y San Luis ya hicieron este reclamo pero
no cumplieron el primer paso, que era aprobarlo mediante una ley en la Legislatura
provincial. Ergo, sus demandas no caminaron. Juan Carlos Maqueda, miembro del
máximo tribunal, peronista histórico y cordobés fue el que alertó a De la Sota. Ahora estarán
habilitados para tomar otros caminos mediante amparos o directamente embargando
los fondos de la coparticipación. Es un desafío muy fuerte a la Presidenta. Una
rebeldía de una provincia más combativa que sumisa que podría llegar a ser
imitada. De la Sota
convocó a sus pares con una carta que les llegó en papel y en mano para aunar
esfuerzos “y recuperar lo que es de las provincias” y lograr “una patria
federal”.
Hay una relación inversamente proporcional entre los fondos
que manda Cristina a los gobernadores y el coraje para enfrentarla. Si los
jefes provinciales fueron disciplinados con dinero, con la ausencia del vil
metal aumentan sus niveles de guapeza y autonomía. Para decirlo en criollo: no
es viable un verticalismo que aplaude y sonríe en el Salón Blanco a cambio de
nada. El pragmatismo peronista es una avenida de doble mano. Un viejo refrán
africano dice que no se prueba la profundidad de un río con los dos pies. De la Sota tomó la bandera y eso
garantiza que los demás ya tengan un techito para protegerse si Cristina los
manda a la Siberia
o a la intemperie. El radical correntino Ricardo Colombi se atrevió a reclamar
por una deuda por la construcción de viviendas. Antonio Bonfatti hace años que
se presentó en la Corte ,
pero ahora podría buscar una sociedad de perjudicados con Córdoba. El caso de
Daniel Scioli es más complejo. No tiene legisladores suficientes para renunciar
al Pacto Federal y tal vez, por ahora, tampoco vocación. Sería como declarar la
guerra definitiva contra Cristina, aunque muchos de sus asesores dicen que ella
ya trabaja con el único objetivo de hundirlo. Los ejemplos sobran, y se llaman
Silvina Gvirtz, Ricardo Casal, Gabriel Mariotto, entre otros. Scioli sufre
también la presión de la oposición, que le exige que se ponga a la cabeza para
reclamar lo mismo que De la Sota.
Macri es el único que no puede hacerlo. La Ciudad de Buenos Aires no
firmó el Pacto Federal porque en esa época no era autónoma. Pero sufre el mismo
castigo cotidiano en todos los planos: subte, fondos del Banco Ciudad, retiro
de la Policía Federal ,
y siguen las firmas.
De la Sota ,
a su vez, fue acusado de repetir el esquema de Cristina con los municipios.
Luis Juez le tiró con todo para diferenciarse de quien “es el candidato de
Clarín y de la derecha más recalcitrante del pejotismo”.
Dentro del peronismo por ahora el único que salió a cruzar
al Gallego fue el gobernador jujeño, Eduardo Fellner, que vive casi únicamente
de los cheques del Gobierno nacional y de la pena que despierta en Milagro
Sala. Otros gobernadores importantes callan y otorgan, aunque en cualquier
momento van a ser apretados para que insulten a De la Sota. Ese nivel de
arbitrariedad es el que vacía de poder y soberanía a los gobernantes elegidos
por sus pueblos. Es el daño institucional que semejante humillación produce. De
cara a la
Constitución Nacional , muchos dicen que el Gobierno es
representativo pero que dista mucho de ser republicano y federal. Y que ésa es
la madre de todos los autoritarismos.
© Perfil
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