Por Ignacio Fidanza |
Y en esa
sintonía, reflejaban una caída de la imagen positiva de la Presidenta.
Este dato estadístico se combinó con un dato financiero:
Scioli estaba muy cerca de garantizar el pago de los sueldos sin el auxilio de la Nación. De manera que
una vez concretado ese desembolso, la popularidad de Scioli podría dispararse
aún más y de paso refutar de manera muy explícita las acusaciones de ser un mal
“gestor”.
Si ese escenario se consolidaba, Cristina quedaría en el
peor de los mundos: aparecería como una mujer implacable que en la pelea no
dudó en utilizar de moneda de cambio a los trabajadores –como graficó Maradona-
y encima Scioli habría encontrado el escenario ideal para potenciar su perfil
que mezcla en dosis homeopáticas el rol de víctima y el de muchacho bien
intencionado, al que sólo le importa resolver los problemas “de la gente”.
Ante ese abismo y rápida de reflejos, Cristina retomó la
iniciativa con el giro de fondos. Acaso una de las cosas más interesantes que
muestra esa decisión es que contra las habladurías de todo tipo, la Presidenta está muy
conectada con la realidad y puede ser exasperante para algunos o intolerante
para otros, pero aún en su estilo duro de conducción, mantiene una racionalidad
evidente.
El otro dato que arroja esta crisis es que Scioli no fue ni
será el candidato a Presidente de Cristina. Llega contra ella o no llega. La
pelea ya está expuesta sobre la mesa y es la pelea de fondo del peronismo, que
se encamina a una de esas discusiones de poder que suelen apoderarse de la vida
pública al país, con todo el drama, picardía y repentismo, que caracteriza a este
movimiento.
Esta noche los sciolistas festejaban el desenlace de la
pulseada, que entendían los ubicaba del lado de los ganadores. “Necesitábamos
2.500 millones y eso es lo que nos terminaron dando”, afirmaban. La cuenta es
simple. Los primeros 1.000 que giró Nación, mas la autorización a emitir bonos
a proveedores por 900 más los 600 del préstamo que anunció Cristina.
Pero no se hacían ilusiones. “La pelea recién empieza y el
kirchnerismo es un buque de carga de esos inmensos que tienen de todo adentro”,
reconocían.
La integralidad de la ayuda que finalmente se concretó, así
como sus tiempos y modos también ofrece otro indicio para entender como será a
partir de ahora la relación entre la
Nación y la provincia: sólo los sectores más ultras del
kirchnerismo apuestan a la caída del gobernador, mientras que en el núcleo del
poder estaría prevaleciendo otra decisión. Esta sería, desgastar a Scioli hasta
reducirlo a su mínima expresión político electoral pero nunca voltearlo para
que no potencie su victimización.
El objetivo es evitar que se transforme en un polo de
atracción que aglutine al postkirchnerismo –y sobre todo- que lo haga antes de
tiempo, cuando a la
Presidenta todavía le quedan más de tres largos años de
mandato.
Un plan simple
El plan del kirchnerismo tiene el encanto de las cosas
simples. La idea central es pagar ahora todos los costos necesarios para zanjar
la pelea con Scioli y otros socios indeseados como Hugo Moyano o Daniel
Peralta, para poder encarar el 2013 con las manos más sueltas.
Es que algunos pronósticos económicos que leen con atención
en la Casa Rosada ,
indican que el año próximo el marco económico para la Argentina podría
mejorar. Miguel Bein fue uno de los primeros en advertirlo: si la soja mantiene
cotizaciones altas -aunque inferiores al actual récord de 600 dólares por
tonelada- y se da otro récord de cosecha como se espera, junto a una
recuperación económica de Brasil que ya se insinúa, el país podría retomar una
senda de crecimiento.
Es que sólo la enorme mala praxis de funcionarios como
Guillermo Moreno que convierten problemas manejables en desastres -como hizo
con la inflación y el dólar-, explican que una economía que tiene sus números
estructurales mucho más sanos que en otras épocas, viva el actual clima de zozobra.
Si el kirchnerismo logra llegar a octubre del año próximo
con una economía en crecimiento y con sus rivales acorralados, imagina posible
volver a digitar las listas de candidatos y ganar la elección. “Ellos siempre
hicieron lo mismo, eligen dar las peleas de fondo lejos de la elección y luego
apuestan a meter plata en el bolsillo de la gente”, explicó un intendente de
los más experimentados del Conurbano.
“La historia reciente demuestra que un Presidente se puede
recuperar de un mal momento político y económico como lo hizo Cristina después
de la crisis del campo del 2008, pero también revela que los gobernadores
bonaerenses que entraron en una espiral de crisis económica y de gestión nunca
llegaron a la Presidencia ”,
agrega un dirigente kirchnerista.
En la guerra con Scioli, el Gobierno necesita que este
escenario se concrete para evitar el drama universal del “Pato rengo” que
aqueja a todos los presidentes democráticos en su segundo mandato. Esto es,
resignarse a contemplar en sus últimos dos años en la Presidencia , como
aquellos que se deshacían en elogios o que incluso temblaban de terror ante la
mínima indicación, ahora se alejan indiferentes, atraídos por la que parece
será la nueva niña bonita del poder.
Por eso, hoy la prioridad para el kircherismo es neutralizar
la oposición interna que encabeza Scioli –con su estilo-. Una vez resuelto
esto, verán si ensayan una reforma constitucional que abra la posibilidad de un
tercer mandato, si ungen un sucesor o simplemente ella se retira por la puerta grande
prescindente de todo. Lo que necesitan como el agua es ese margen de acción,
esa libertad de opciones que les permita conservar el poder. Es casi un
imperativo vital, porque hay pocas cosas más peligrosas en la Argentina , que ocupar la Presidencia sin poder.
© LPO
0 comments :
Publicar un comentario