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jueves, 7 de junio de 2012

“Verita”


Jesús Ramón Vera, "Verita"

La muerte va disfrazada
de muerte tomando un vino,
le pone una mano al hombro
y en la otra lleva un cuchillo.

                        Manuel J. Castilla



A Jesús Ramón Vera lo acunó la pobreza y lo hizo de corazón fuerte. Y henchido de orgullo. De andar siempre orilleando, con el poema amigando aires e imaginando libros y palabras.

Verita fue incansable. Trabajador de las cotidianeidades, con la urdimbre de la palabra siempre presta a que aparezca en sus extraños silencios o en su risa saltona, a carcajadas del encuentro con los amigos.

Siempre buscando, Verita. Husmeando el aire. Devorando verbos e imprimiendo con el fervor y el cariño de un hermano a sus libros cosidos, con el artesanal amor del que va más allá de los suspiros del día.

Jesús, Ramón o Verita, el profesor curtido en las viejas jornadas de El Intransigente, corrigiéndoles el estilo a los grandes periodistas que por ese diario fueron. Amigo de todos y querido por todos: Castilla, Andolfi, Ovalle, Toro, Adet, Rojitas, Aparicio, Regen, buceando en sus charlas, en sus ironías, en sus cuentos y chistes de noche.

Verita de aquí y de allá, con la minerva imprimiendo su primer libro en 1983 y con la generosidad del hermano, dándole forma, en el mismo año, al primer libro de este acongojado amigo que hoy lo despide en estas palabras.

Mucho más allá de todo, estuvo su lucha, inclaudicable, sedienta: se fue al Perú para admirar los aires de Vallejo y se endulzó las sienes con el México de Octavio Paz. Reconoció y fue reconocido. Y se manifestó en todo. O en casi todo. Con la villa hecha comparsa. Y copla. Llenando dolores y felicidades, Verita…

Amigo de Maehashi, lo recordó luchando por el Taller en Rosario de la Frontera. Fue donde recibió la última injusticia. Fue donde murió, al fin, en vaya a saber qué noche o qué madrugada, mascullando las últimas broncas y sus mejores versos. Que editarán los recuerdos, Verita…

Nelson Francisco Muloni

1 comentario:

  1. Patricia Espósito7 de junio de 2012, 19:23

    El corazón encogido, Nelson. De tristeza por la partida de Verita, de emoción por tu recuerdo tan bello. Gracias.

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