Por Marcelo Ramal |
La más reciente fanfarria la compartieron los K con Mauricio
Macri, en ocasión de la crisis del Parque Indoamericano: “Por cada peso del
gobierno de la Ciudad ,
el gobierno nacional pondrá otro”. La población sin techo todavía los está
esperando. Bajo el gobierno kirchnerista, el déficit de viviendas creció en
medio millón de familias. Hoy, el número de inquilinos es mayor que en 2001,
mientras que las villas y asentamientos de los grandes centros urbanos se han
triplicado.
En referencia a esta realidad, el “mega-anuncio” oficial es
una gota en el océano. A juzgar por las precisiones del jefe de la Anses -que pondrá la plata
para el plan-, se otorgarían 100.000 créditos en cuatro años, cuando el déficit
varía de 2,5 a
3 millones de viviendas y crece a razón de 30 mil nuevas necesidades
habitacionales por año.
Los créditos serían adjudicados a través de la Lotería Nacional ,
lo que significa que cada familia sin techo tiene un 3% de chances de resultar
beneficiada.
Los “keynesianos” se han jugado con un plan, cuyo desembolso
anual representaría el 1% de la inversión bruta del país. No será financiada
con un gravamen al capital, sino con los fondos previsionales que, por un lado,
provienen del IVA y, por el otro, del excedente que deja una jubilación mínima
de 1.660 pesos, que alcanza al 80% de los jubilados. La “tasa subsidiada” será
bancada, por lo tanto, por los consumidores masivos y por los contribuyentes al
sistema -o sea, los mismos trabajadores.
“Subsidio a la
demanda”
Pero ese subsidio, ¿llegará a los futuros propietarios?
El gobierno no anunció un “plan de viviendas”, sino
créditos. Los costos de las futuras viviendas son un misterio. La construcción
no la realiza el Estado, sino la patria contratista. Cristina Kirchner anticipó
acuerdos de precios con “los grandes jugadores de la construcción”, en el marco
de un 30% de inflación anual. La relación entre la cuota de un crédito
hipotecario y el salario medio es la más alta de la historia. El plan oficial
anuncia la disposición de tierras fiscales en diferentes puntos del país. Pero
cuando esas tierras “aparecen”, suelen estar muy lejos de los centros urbanos y
no sirven de hábitat para familias trabajadoras. El plan no pone límite a las
cuotas en relación con el salario; en cambio, “estira” la porción del salario
que puede ser afectado por la cuota hasta el 40%. Los compromisos de deuda de
este año serán superiores a los 7.000 millones de dólares, suma seis veces
superior al monto de los créditos previstos para el plan de viviendas oficial
en este año.
El propósito del mensaje presidencial fue sacar el ‘defol’
oficial de la primera página de los diarios y rivalizar con los créditos
hipotecarios prometidos por Macri desde el Banco Ciudad. La intención del
anuncio de Macri fue también política: contrarrestar la ofensiva de los K para
sacarle al banco los depósitos por los litigios judiciales en la Ciudad , lo que sumaría 6
mil millones de pesos. Macri ofreció también tasas subsidiadas, pero fue así
cómo comenzó la crisis hipotecaria en Estados Unidos y Europa: bastaría que un
plan de estabilización redujera el crecimiento de precios a un ‘nivel normal’
para que la tasa subsidiada se convierta en confiscatoria.
En definitiva, el Estado enfrenta un déficit fiscal de 60
mil millones de pesos entre la
Nación y las provincias, con una fuga continua de dólares. La
economía se queda sin dinero y esto atiza la crisis industrial, que empalma con
lo que ocurre en los mercados de Argentina, Brasil, Europa y China. El fantasma
de una pesificación de la deuda en dólares tiene que ver con la cesación de
pagos que enfrenta el Estado.
© Prensa Obrera
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