Los principales candidatos en los comicios mexicanos: Manuel López Obrador (izq.), Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto, el favorito en las encuestas. |
Los mexicanos podrían devolver la presidencia el domingo al
PRI, un partido que gobernó por siete décadas con mano dura y que pese a su
mala imagen muchos creen es la mejor opción para lidiar con la violencia del
narcotráfico, generar crecimiento económico y empleo.
El candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI),
Enrique Peña Nieto, lideró las encuestas durante toda la campaña electoral con
una amplia ventaja sobre sus rivales más cercanos, el izquierdista Andrés
Manuel López Obrador y la oficialista Josefina Vázquez Mota.
El abogado de 45 años pudo remontar revelaciones de su vida
privada como infidelidades o hijos fuera del matrimonio, así como casos de
supuesta corrupción cometidos por ex gobernadores de su partido.
Según analistas, el PRI retornaría a la presidencia aún sin
haberse sacudido las mañas del viejo partido que controló la vida política de
México por 71 años seguidos, a menudo con prácticas corruptas y persecución de
opositores.
Peña ha intentado alejarse de una larga lista de personajes
oscuros del partido, como el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, sobre quien
pesan acusaciones de violaciones a los derechos humanos, o el ex gobernador de
Veracruz, Fidel Herrera, señalado por complicidad con el narcotráfico.
Pero pese a la desconfianza que despierta el partido en
parte de la población, la desilusión con los gobiernos del conservador Partido
Acción Nacional (PAN), que desplazó en el 2000 al PRI en un hecho histórico
para la democracia mexicana, hizo que muchos volvieran la mirada al PRI y a su
abanderado.
La candidata del PAN pagó los platos rotos de la
desesperanza y quedó tercera en la mayoría de las encuestas, a lo que se
sumaron divisiones internas en el partido.
Peña ha prometido que de llegar al poder los mexicanos
vivirán mejor y sus sueldos rendirán más porque la economía marchará mejor y
bajarán los precios de servicios y alimentos.
Pero no es su único reto.
Él ha prometido pacificar un país que ha vivido una escalada
de violencia desde que el presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva frontal
contra los cárteles del narcotráfico en 2006 que ha dejado más de 55.000
muertos y miles de desaparecidos y desplazados de sus hogares.
Por su parte, el izquierdista López Obrador, que en el 2006
perdió por un puñado de votos la presidencia frente a Calderón, llega a la
elección con unos 15 puntos detrás de Peña sin haber logrado recuperar la
popularidad de hace seis años, cuando encarnaba las esperanzas de cambio sobre
todo entre los pobres.
“El triunfo de Peña Nieto es moralmente imposible (…) Votar
por el PRI, votar por Peña Nieto es votar por la corrupción”, dijo López
Obrador en uno de sus últimos actos de campaña en el occidental estado de
Colima.
Es probable que su partido, que gobierna en la capital desde
1997, le complique la vida a Peña en el Congreso, donde quedará como segunda
fuerza política en la Cámara
de Diputados.
Informe: Reuters
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